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Alarmante dependencia alimentaria
Por Magdalena Galindo / Siempre
Diversa importancia tienen los distintos sectores de la economía. Así, puede afirmarse, por ejemplo, que el sector energético tiene un carácter estratégico, pues de él depende el conjunto de la economía y aun, en nuestros días, de toda la sociedad. La industria automotriz, por su lado, es la rama que encabeza el sector manufacturero. La industria de la construcción constituye el mejor indicador del comportamiento de la economía, pues por lo general se adelanta a los avatares de la actividad, tanto en los momentos de auge como en los de recesión. El sector agrícola, cualquiera que sea su participación en el producto interno bruto, tiene una importancia fundamental, porque de ahí proviene el alimento de la población; no se trata de un consumo de mercancías que puede aumentar o disminuir, según los vaivenes económicos, sino que se trata de un consumo imprescindible, es un consumo de vida o muerte. Por esa importancia, resulta muy preocupante la información del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas que señala que las importaciones de maíz se encaminan a un nivel récord, pues en los primeros cinco meses de este año alcanzó los 6 millones 465 mil toneladas, lo que representa un aumento de 29.9 por ciento en comparación con el año pasado. Y no se necesita repetir que el maíz es el alimento más importante para los mexicanos. En lo que se refiere al valor, el incremento fue de 27 por ciento, entre enero y mayo al pasar de 861 millones de dólares a 1094 millones. También las importaciones de frijol, el alimento segundo en importancia de los mexicanos, aumentaron en 177.7 por ciento. Y las de trigo crecieron 23 por ciento. Ese crecimiento acelerado de las importaciones agrícolas es un reflejo de la crisis en la que vive el campo desde hace muchos años. Hay que señalar que el campo, más específicamente, las divisas obtenidas con las exportaciones provenientes del campo financiaron el proceso de industrialización de México, gracias a que la reforma agraria, impulsada a partir del régimen de Lázaro Cárdenas, permitió un crecimiento sostenido de la producción agrícola. Desde el sexenio de López Portillo, sin embargo, la política económica ha llevado adelante una línea de combate al campesino, a los productores de tierras ejidales, comunales o pequeñas parcelas, para favorecer a los capitalistas agrícolas nacionales y extranjeros. Con la llegada del neoliberalismo, la situación empeora todavía más, la mayoría de los campesinos pierden la posesión de las tierras o abandonan las parcelas porque están arruinados y no pueden mantenerse en la producción. Este proceso no sólo implica una despiadada injusticia para los campesinos, sino también el surgimiento de la dependencia alimentaria para México, porque mientras los grandes empresarios agrícolas se dedican a lo que se ha llamado “exportaciones no tradicionales”, los campesinos han sido los principales productores de maíz, de modo que su ruina ha provocado la necesidad del país de importar, cada vez en mayor cantidad, el alimento más importante de los mexicanos. JMRS |
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