|
Formato de impresión |
Defendamos la familia natural
Néstor Mora Núñez Este pasado domingo tuve en twitter una larga y sustanciosa conversación con diversas personas sobre la Ideología de Género y la Familia Natural. El detonante fue la manifestación pro-familia natural que se realizó con éxito en México. Enhorabuena hermanos mexicanos. En Europa ya vivimos el desastre que ahora les quieren imponer a ustedes. Ánimo y fuerza. Estamos unidos contra la esclavización del ser humano por las ideologías inhumanas emergentes. Hay niños en los orfanatos que necesitan una familia, sea cual sea su composición.La imposibilidad de vivir en familia es algo terrible. Los estados deberían buscar formas de adopción o acogida que permita a estos niños vivir en las mejores condiciones que se les pueda ofrecer. En el caso de estos niños, no es lógico ofrecer como familia lo que es una relación de interdependencia afectiva. La familia es más que una relación humana, es un modelo que da sustento y sentido al ser humano. No deberíamos de ofrecer sucedáneos cuando tenemos opciones mejores y además naturales. ¿Qué es lo que sucede entonces? Seguramente los estados no dan importancia a solucionar la orfandad. ¿Por qué? Creo que es algo tan importante que sólo puede deberse a desidia y desprecio por las personas. Lo triste es que esto sirve para sostener una argumentación falaz a favor de paliar un problema de orden superior con una solución práctica no deseable. El problema de los niños en los orfanatos se soluciona promocionando su acogida por familias estables y consistentes, no ofreciendo sustitutivos. ¿Quién define lo que es la familia? La sociedad puede definir como desee la familia según lo que sea necesario en cada momento. Con esta misma argumentación se puede definir como profesional del derecho a un estupendo camionero, si nos encontramos en la necesidad de alguien con esos estudios. También podemos definir, como hace la ideología de género, que la identidad sexual se adapta y se crea por cada uno de nosotros, a nuestro gusto. La familia, tanto en los animales, como en el ser humano, parte de la función de procreación. Esta función está claramente definida por la necesidad de un padre y una madre. Cuando no existe un padre y una madre, no existe una familia propiamente dicha. Una familia natural puede acoger a un niño y darle una familia adoptiva que provea y sostenga su desarrollo integral. Si lo que le ofrecemos no es una familia, sino un sucedáneo, no estamos siendo honestos y coherentes con nuestra naturaleza. El ser humano tiene derecho a asumir el rol social que le parezca más oportuno y donde se sienta más cómodo. Sin duda, nuestra libertad e inteligencia nos permite simular, crearnos y aceptar como realidades verdaderas, las construcciones mentales que nos dé la gana. Es evidente que en una obra de teatro o en una película de cine, podemos actuar representando ante los demás lo que no somos. Incluso podemos creernos este papel y pensar que por actuar como Napoleón nos da derecho a que se nos reconozca como tal. Pero ¿Somos Napoleón por asumir que lo somos y convencernos a nosotros mismos que los somos? Me temo que no. Ahora, si entendemos que la sociedad y la vida es algo similar a una representación teatral, lo lógico es que defendamos que cada cual puede adoptar el rol que más le guste. ¿Qué modelo de sociedad queremos y defendemos? Aquí entramos en el sustrato líquido de nuestra sociedad actual. Un sustrato que nos obliga a estar en constante cambio y adaptación, para tener acceso a empleo y tener derechos sociales. Sin duda la liquidez es una jugada de éxito del maligno, ya que con ella nos condiciona y nos obliga a hacer “lo que sea”, aunque contradiga lo que nuestra naturaleza nos indica. Pensemos en lo complicado que es casarse joven por el tiempo de estudio al que obligamos a nuestros hijos. Esto propicia la cohabitación y el retardo en el momento de tener hijos. Los colectivos pro-familia natural odian y desprcian a los homosexuales. Es evidente que esto no es cierto. Sobre todo si somos cristianos tenemos que saber ver en todos nuestros hermanos la imagen de Dios. Imagen que puede estar tremendamente distorsionada y ser casi imposible de ver. Tenemos que ver en las personas homosexuales a personas con un problema profundo que les condiciona su vida desde lo más fundamental. Deberíamos ofrecerles ayuda para que se den cuenta que Dios les quiere y les ofrece su mano para encontrarse a sí mismos, más allá de los estereotipos ideológicos que les ofrecen actualmente. Amar a todos los que sufren implica ofrecerles nuestro apoyo y señalar que la Gracia de Dios es capaz de transformar nuestra naturaleza caída y sanar nuestras heridas interiores. No deseamos el mal a estas personas, lo que deseamos es que la sociedad no se vea destruida por quienes les utilizan para esclavizar al ser humano. Los que mueven los hilos se esconden detrás para no ser vistos. Los pro-familia natural son ignorantes, despreciables y fanáticos. Es fanático el que antepone la ideología a la realidad e intenta imponer a los demás un modelo de persona, familia y sociedad, que va contra el sentido común y lo que la propia ciencia nos indica. Defender la familia natural no implica ser despreciable, porque queremos que todos los niños tengan el mejor espacio humano en el que desarrollarse y crecer. Tampoco somos ignorantes, porque no ignoramos y despreciamos a quienes defienden lo contrario y sus ideas. Las respetamos, pero defendemos lo que en conciencia creemos justo y más adecuado para todos los seres humanos. Ser pro-familia natural es estar contra las familias monoparentales. Esta afirmación se desmiente por sí misma. Una familia rota por cualquier desgracia merece todo el apoyo y ayuda. Querer que los niños tengan padre y madre no implica que obliguemos a casarse a viudos o a casarse de nuevo a divorciados. A veces es dificil de entender cómo algunas mentes son capaces de retorcer tanto los argumentos para hacernos decir lo que no decimos. Y los insultos más frecuentes: los pro-familia son homosexuales reprimidos, defendemos los abusos a niños, maltratamos a nuestros hijos, etc... Aunque parezca soprendente, cuando no tienen por donde escapar, utilizan todo tipo de venganzas, insultos, desprecios para intentar que su dolor llegue hasta quien defiende una familia natural. En ese momento es mejor bloquear para no padecer su ira y odio. Yo este lunes tardé demasiado en hacerlo y me arrepiento de haber sido tan incauto. Les hubiera ahorrado a ellos tan mal rato y a mi ser centro de su odio. Ya Cristo nos dijo que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El bien que deseamos para nosotros, lo deseamos para todos sin distinción alguna. Hay que tener caridad, paciencia y capacidad de comunicar, para evidenciar que el fanatismo no es lo que nos caracteriza. Lo que nos caracteriza es la búsqueda sincera del bien que Dios ha querido entregarnos para que lo guardemos: la familia. Eso es lo que defendemos, aunque este bien contradiga la ideología que los estados defienden. Habría que reflexionar sobre la razón que hay detrás del intento de destrucción social al que nos vemos sometidos desde las instancias de poder social. JMRS |
|
� Copyright ElPeriodicodeMexico.com |