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¿Da lo mismo ser católico que no serlo?
Carlos J. Díaz Rodríguez Sta. Teresa de Ávila, hablaba de tentaciones, digamos, discretas, viendo en ellas un riesgo que, justo por pasar fácilmente desapercibidas, había que tomar en cuenta siempre para poder avanzar en la fe. Pues bien, en nuestro contexto, hay una que vale la pena afrontar y aclarar. La idea, sutil, incluso buenista, de considerar que da lo mismo ser católico que no serlo. Ciertamente, la expresión, en sí misma, también tiene su buena dosis de riesgo, porque podría ser fácilmente malinterpretada, creyendo que se trata de un pedestal sobre el que los católicos tendríamos la facultad de pararnos para criticar a los que, por “x” o “y”, no lo son. De entrada, subrayar claramente que la cuestión nunca puede ir en esa dirección. Al fin y al cabo, la verdad de la que la Iglesia es depositaria, no pertenece a ninguno de sus miembros, sino a Jesús. De modo que la referencia, nunca seremos nosotros, sino él. Dicho esto, ¿ser católico queda reducido a una cuestión cultural o meramente geográfica? O, peor aún, ¿significa que el camino recorrido por los mártires ha sido en vano? Sinceramente, el que esto escribe, no se ve diciéndole a un José Sánchez del Río (1913-1928)[1], que entregó su vida por algo casual y/o marginal. Entonces, si no da igual, ¿la opción es el proselitismo? No. Y en esto han sido muy claros; especialmente, Benedicto XVI y el papa Francisco. ¿Entonces? No hay que confundir la actitud proselitista con la tarea de la evangelización. En el primer caso, existe una labor de manipulación, de condicionar servicios que ofrecen las instituciones religiosas, mientras que en el segundo se trata de compartir lo que uno cree, haciendo una propuesta, pero dejando espacio a la libertad personal en el sentido de aceptarla o rechazarla sin coacción. No da igual que Jesús haya fundado una sola Iglesia en Pedro, no da igual que existan los siete sacramentos, no da igual que el depósito de la fe sea conservado, profundizado y transmitido sin fronteras, no da igual que la teología, la historia y la arqueología reconozcan la existencia de los católicos desde el siglo I de nuestra era, etcétera. ¿Pero y el ecumenismo? Está precisamente en rastrear el punto de quiebre y los elementos que han quedado en común para alcanzar la unidad, pero nunca en eliminar u obviar las diferencias. De modo que los acercamientos que ha hecho el papa Francisco, parten de la misma fe católica, porque a él, siguiendo la oración sacerdotal de Jesús (Jn 17: 6-19), le toca trabajar por la unidad de los cristianos, unidad que no es fruto de un hecho meramente sociocultural. Es decir, no hay oposición entre reconocer la verdad de la Iglesia Católica y salir al encuentro de los que han sufrido el desencuentro, muchas veces, debido a la falta de comprensión de parte nuestra. _____________________________________________________ [1] Adolescente mexicano, canonizado el 16 de octubre de 2016, que fue hecho mártir durante la “Guerra cristera”. JMRS |
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