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Paso a paso hacia Dios


2016-11-16

Por: P. Fernando Pascual

¿Cómo llegar a Dios? ¿Cómo descubrir su plan amoroso sobre mi vida?

¿Cómo llegar a Dios? ¿Cómo descubrir su plan amoroso sobre mi vida? ¿Cómo acoger ese plan y vivirlo con paz, alegría y esperanza? Son preguntas centrales para nuestra vida. La respuesta no parece fácil. ¿Seré capaz de escuchar? ¿Entenderé bien? ¿Y si me equivoco? ¿Qué pasaría si no me gusta lo que Dios pide?

El corazón se siente inquieto, quizá entre dudas dolorosas. Además, sentimos la fuerza del mal: mundo, demonio y carne acorralan nuestras vidas, apagan ilusiones, encadenan. Cristo, sin embargo, ha vencido. Su Pascua es también la mía. Su Espíritu llega hasta mi corazón. No tengo nada que temer.

Las tinieblas se disuelven. Vemos por dónde nos lleva Dios. El corazón también encuentra fuerzas para decisiones valientes. Entonces es posible dar pasos hacia el amor. Son pasos, en muchas ocasiones, pequeños, sencillos, casi imperceptibles. Pero así se avanza, poco a poco, hacia un encuentro que inicia aquí abajo y que salta hasta la vida eterna.

Hoy es un día en el que puedo dejar que Dios hable a mi alma. Me dirá que me ama. Me recordará que murió por mí en una cruz. Me animará con su victoria sobre el pecado. Me limpiará con su misericordia.

El camino está ante mí. Puedo dar nuevos pasos hacia Dios, pasos que también me acercarán hacia mis hermanos. Porque el amor a Dios y al hermano van unidos. Pronto, si me dejo llevar por el Espíritu Santo, esos pasos se convertirán en una carrera magnífica. Así fue la vida de tantos hombres y mujeres que amaron hasta la locura. Así puede ser mi propia vida, paso a paso.

Sin embargo, siempre existe el riesgo de acallar el corazón con verdades parciales, que pueden ayudar en momentos concretos, pero que no llegan a responder las preguntas fundamentales.

Cuando no nos dejamos ahogar por lo inmediato, o cuando la lucidez permite mirar más lejos, reaparecen las preguntas centrales: sobre nuestro origen, sobre nuestro destino, sobre las posibilidades de superar el mal, y sobre la realizabilidad de la justicia para todos.

A esas preguntas responden líderes religiosos, filósofos, o personas de diversas profesiones. Pero no todas las respuestas tienen el mismo valor. Solo las respuestas verdaderas sirven para el caminante.

Quienes conocemos la fe católica sabemos que la Verdad vino al mundo y que tenía un nombre y un rostro: Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, que, siendo más que un profeta, aceptó morir en una cruz y triunfó para siempre en la Pascua.

Esa verdad ofrece la ayuda en el camino de cada uno y permite relativizar lo relativo y reconocer lo que de verdad vale la pena. Porque, como dijo el mismo Jesucristo, de nada sirve acumular riquezas para uno mismo. Lo único importante es buscar el Reino y su justicia (cf. Mt 6,33).

Ante las confusiones de nuestro tiempo, en medio de la avalancha de engaños, cobardías o mediocridades, necesitamos luz, fuerza y buenas compañías para caminar hacia la verdad completa. De esta manera viviremos con la certeza de que Dios es nuestro Padre y nos invita a vivir como hijos en su Hijo, ahora y por toda la eternidad.

Paso a paso…



JMRS


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