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Estados Unidos, James Comey y la ebullición de las suspicacias


2017-05-10

Martha Andrés / PL


Entre la sorpresa por la inesperada noticia y las búsquedas de explicaciones para la última movida del presidente Donald Trump, Estados Unidos vive hoy un nuevo revuelo político tras el despido de James Comey.

El nombre del ya exdirector del Buró Federal de Investigación (FBI), quien fue separado ayer de su puesto por decisión del mandatario, no resulta para nada desconocido dentro y fuera de la nación norteña, sobre todo por su relación con temas polémicos.

Comey, de 56 años, acaparó numerosos titulares por su papel en la pesquisa sobre un servidor privado de correo electrónico usado por Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado (2009-2017), y luego por la investigación en torno a presuntos nexos entre miembros del equipo de Trump y Rusia.

A su paso por la agencia federal desató la ira de los demócratas, se vio obligado a comparecer en audiencias ante el Congreso por los dos temas antes señalados, e, incluso, marcó de modo significativo la campaña electoral de 2016.

Pese a todo ello y a las críticas que Trump le realizó el año pasado, logró que el ocupante de la Casa Blanca lo mantuviera en el cargo tras su llegada al poder el pasado 20 de enero, solo hasta este martes.

He recibido las cartas adjuntas del secretario y subsecretario de Justicia de Estados Unidos recomendando su despido como director del FBI, le escribió el presidente ayer.

Aunque aprecio enormemente que me informara en tres ocasiones diferentes que no estoy bajo ninguna investigación, coincido con el juicio del Departamento que usted no está en capacidad de liderar efectivamente la oficina, agregó el mandatario en una misiva que sorprendió a Comey en Los Ángeles.

Para justificar tal decisión, la entidad aludió al manejo del caso sobre Clinton, la decisión del destituido de recomendar que no se presentaran cargos y la conferencia de prensa que sostuvo para explicar su razonamiento.

Tal justificación, sin embargo, no complació a gran número de congresistas, incluso del propio Partido Republicano, ni a la mayoría de los medios de comunicación, en los cuales se leen titulares que hablan de encubrimiento e incluso comparan lo sucedido con elementos del Watergate.

Los demócratas de inmediato demandaron la designación de un fiscal independiente que se encargue de supervisar el trabajo de contrainteligencia sobre el tema de la colusión con Rusia, la cual Trump niega y achaca al interés de la formación azul en justificar su derrota electoral.

Si el FBI estaba de hecho investigando al presidente de los Estados Unidos, es un abuso de poder despedir a alguien que lo tiene bajo una pesquisa activa, apuntó el senador Richard Blumenthal.

Ya hay poco que haga el presidente que me sorprenda, pero despedir al investigador principal en la connivencia de los funcionarios de su campaña con Rusia está más allá de los límites, incluso para él, sostuvo otro senador de esa fuerza, Ben Cardin.

A su vez, el republicano Lindsey Graham consideró que se trataba de una decisión difícil, pero dadas las recientes controversias en torno al director, creo que un nuevo comienzo servirá bien al FBI y a la nación.

Los medios de prensa, por su parte, remarcan una y otra vez el tema de la pesquisa sobre el equipo del mandatario, y algunos se llegan a cuestionar si realmente Trump fue notificado tres veces de que no era objeto de una investigación, como dice en su carta.

En un trabajo titulado El presidente lanza un golpe y muchos oyen ecos del Watergate, The New York Times indicó que desde el escándalo que costó la presidencia a Richard Nixon en la década del 70 del pasado siglo ningún mandatario había destituido a la persona que dirigía un caso sobre él.

Al despedir a Comey, Trump está jugando con fuego, escribió a su vez el analista legal de la cadena CNN Paul Callan, quien sostuvo que con esta decisión el mandatario bien pudo poner en marcha acontecimientos que conducirían a más controversia y, potencialmente, un proceso de destitución.

Entre tantas sospechas y acusaciones de encubrimiento, el presidente justificó el despido en su plataforma preferida, Twitter, donde escribió que el exdirector será reemplazado por alguien que hará un trabajo mejor, y que deberá traer de vuelta el espíritu y el prestigio del FBI.

Por el momento, Andrew McCabe, el número dos de la agencia, la dirigirá de manera provisional, en tanto se encuentra un reemplazo que deberá aprobarse en el Senado, donde los republicanos tienen mayoría.

Los medios ya difunden posibles nombres para el puesto, entre ellos el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani y el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, ambos abiertamente partidarios de Trump; además del ex comisionado del Departamento de Policía de Nueva York Ray Kelly, y el propio McCabe.



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