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Donald Trump: Los idus de mayo amenazan a Trump�


2017-05-26

Francisco G. Basterra, El País

Estados Unidos y nuestro mundo necesitan un adulto en la Casa Blanca. Apremia. Cumplidos los cuatro primeros meses de la presidencia de Donald Trump, la institución se desintegra en un torbellino de escándalo, caos y decisiones absurdas, describe el editorial de la revista alemana Der Spiegel. El presidente no está preparado para tan alta función. Lincoln ya advirtió que si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder. La insoportable superficialidad de Trump ha quedado de manifiesto en su primer gran tour internacional, que le ha llevado desde las arenas del desierto saudí hasta la sede de la OTAN en Bruselas.

La Casa Blanca es una jaula de grillos enfrentados entre sí. Trump carece de un pararrayos que le proteja de las ocurrencias que emite globalmente a través de los tuits. El presidente es un chico distraído que se niega a hacer sus deberes. Pero no es lo peor. Los idus de mayo —los de marzo trajeron el asesinato de César en la antigua Roma— han provocado una seria amenaza legal sobre Trump y su presidencia que no desaparecerá hasta ser resuelta. Parece que hay indicios suficientes para pensar que Trump encubre algo sobre la conexión rusa de la Casa Blanca —la interferencia de Moscú en la elección presidencial— pero no sabemos aún de qué se trata. La prensa investiga a fondo y recuerda sus días de gloria: dos de los grandes diarios estadounidenses, The Washington Post (TWP) y The New York Times (NYT), compiten por tirar del hilo que puede derivar en una crisis constitucional.

¿Está Trump preservando, protegiendo y defendiendo la Constitución de EE UU, como juró en su toma de posesión el pasado 20 de enero?

Cuando el Air Force One acababa de despegar con Trump y su corte familiar a bordo, en un viaje supuestamente reparador del Rusiagate para escapar de la demoledora noticia del nombramiento de un fiscal especial, el NYT informaba de que Trump había llamado “chalado” a Comey, el cesado director del FBI. Ocurrió en una sorprendente reunión en el Despacho Oval, con el ministro de Exteriores de Rusia y su embajador en Washington, a los que comentó el peso que se había quitado de encima. Al mismo tiempo, TWP, descubría que el FBI estaba investigando a un alto funcionario de la Casa Blanca, próximo al presidente, como “persona significativa de interés” en el caso Rusia. Hoy parece que es su yerno y consejero, Jared Kushner. Trump pidió a Comey que tapara la investigación de las conexiones rusas de su primer consejero de Seguridad Nacional, el general Flynn, al que tuvo que cesar.

Carl Bernstein, el famoso reportero de The Washington Post, que junto con Bob Woodward destapó el Watergate, estima que “hemos alcanzado el umbral en el cual la discusión sobre la obstrucción a la Justicia por parte del presidente es razonable”. Para Trump es solo una caza de brujas. Es prematuro pensar, pero no descartable, que el caso pueda acabar con el procesamiento por el Congreso del presidente, el impeachment. ¿Está Trump preservando, protegiendo y defendiendo la Constitución de EE UU, como juró en su toma de posesión el pasado 20 de enero?



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