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Responsabilidad Social


2017-05-30

Grumete Exigente

En una sociedad armónica es totalmente necesaria la actitud responsable de sus ciudadanos; lo contrario significa: caos, ineficiencia, desorden, violencia y muerte.

Un acto que ejemplifica la conclusión anterior es la actitud responsable que toma el emigrante latinoamericano que se incorpora a una sociedad extranjera, donde impera el orden y la armonía, como es común en los países desarrollados. Aquellos que ignoran las reglas establecidas, creyendo que su inteligencia es superior a la de la población organizada y ordenada, a la larga son sometidos y dependiendo del delito cometido, algunas veces son sentenciados a muerte.

Un daño que han provocado los defensores, o deberíamos decir fanáticos hipócritas, de los Derechos Humanos que califican a las democracias incipientes como la nuestra, es el alcance ambiguo que le han dado a la actividad de ejercer la disciplina, confundiendo y atemorizando a los buenos policías, vigilantes servidores del orden social, acusándolos de violadores de los derechos humanos de los delincuentes, obligándolos a desentenderse de su función, dejando el orden a la deriva. ¿Para que sirve una policía que teme ejercer su autoridad?, ¿son, o no son, autoridad?

Naturalmente esto ha interferido con la responsabilidad formal que deberían ejercer los cuerpos policiacos, incluso en su formación.

Hasta cierto punto es humano que en los países desarrollados haya ciudadanos que se sientan oprimidos por vivir en un lugar donde se acota su libertad natural, o mejor dicho: su condición individual animal. Es gente que por alguna razón no ha podido encausar su rebeldía, tanto existencial como hormonal, ya sea porque no han aprovechado voluntariamente las oportunidades que les ha brindado el entorno donde se han desarrollado, o simplemente porque se dejaron vencer ante una mala experiencia.

Naturalmente participa en esa actitud rebelde: la ocupación de la persona, la posibilidad de desarrollo que ofrece su entorno, la interpretación de los conceptos modernos desarrollados por la “ciencias” sociales, que exime de toda culpa a quien se manifiesta libre de ataduras (como le venga en gana), para sentirse bien.

Los países subdesarrollados, como el nuestro, reciben emigrantes de otros países más desarrollados, que con su innata disciplina social, aprovechan las condiciones favorables de nuestro país para emprender actividades de éxito, incluso superando con humildad el estatus que tenían es su país, pero sin llegar a intimar plenamente, seleccionando cuidadosamente con quién se relacionan. A veces estos inmigrantes logran una buena aceptación en la parte alta de la sociedad y son reconocidos y recordados con afecto.

Lo que nos lleva a pensar en:

¿Qué se requiere para que el ciudadano mexicano común y corriente acepte la responsabilidad cívica que debe ostentar para formar parte de una sociedad armónica?

Intentando responder con sabiduría, creemos:

1º Querer pertenecer a una “sociedad armónica”

2º Aceptar lo que significa la “responsabilidad cívica”

3º Formar parte del proyecto al través de una “culturización”

4º Someterse al juicio de un Guía, Coach, Líder, Administrador que conozca a fondo lo que va a impartir, además de comprobar, evaluar y retroalimentar las acciones del programa de trabajo.

Primero.- Es probable que en el fondo, todos queremos estar y haber nacido en una sociedad armónica, tal como la imaginamos. Aunque algunas personas consideren la armonía social como una opresión a la libertad del ser humano.

En un país como el nuestro, un gran opositor a la armonía y gestor de lo contrario es el que vive del poder político en sus distintas manifestaciones, empatando sus ambiciones personales con los recursos informales, creando un medio propicio para la corrupción en cualquiera de sus formas.

Hace setenta y dos años, todavía las áreas sociales activas eran pocas y hasta cierto punto inocentes al creer en el esfuerzo propio para la superación personal, pero poco a poco, como  el cáncer que inicia, la corrupción ha ido corroyendo las bases morales de la sociedad, hasta llevarla a un punto de no retorno, en el cual únicamente se practica la solución a “la mexicana”, instituida cínicamente por un nefasto gobernante, como hay varios en Latinoamérica, emulando el ejemplo mexicano.

Es seguro que hay muchos ciudadanos que por convicción se apartan de esta práctica, no se inmiscuyen y tratan de no contaminarse, pero también existen una cantidad enorme de ciudadanos activos que su único propósito es aprovechar las condiciones que imperan para vivir de quien se deja, o acepta sin chistar el camino accidentado que le dejan, como única forma de llegar a vivir en armonía con los demás. Exceso de tolerancia y olvido de exigencia.

Nos atrevemos a pensar que la curva Corrupción–Tiempo se  ha comportado como una curva ascendente, atenuada al eje del tiempo, sin que se pueda detener su crecimiento hasta que sea interrumpida por un gran cambio, como pudiera ser un cataclismo.

Segundo. Para una sociedad enferma, como la nuestra, el tomar la responsabilidad cívica, exige un esfuerzo uniforme, sostenido y generalizado, en el cual se rechazarían las relaciones atractivas con el poder, incluso los actores políticos se invitarían a sumarse al proyecto como parte importante del cambio social total.

Los sacrificios serían: dejar de percibir lo que no corresponde al esfuerzo y merecimiento honesto; organizar su vida para que el ingreso sea resultado de su superación personal y la de los miembros de su familia y controlar la debilidad personal para vencer la tentación del camino fácil. Adquirir “fortaleza” y “templanza”

Los dichos populares de: “a quien le dan pan que llore” y “a caballo dado no se le ve colmillo” habría que racionalizarlos y sustituirlos con otras máximas, algo así como: “esfuérzate en la subida, para que descanses en la bajada”, “invierte ahora, para disfrutar mañana”, “dime con quién andas y te diré quién eres”.

Los beneficios, además de dormir tranquilamente sin cargos de conciencia y miedos, serían: lograr la unión nacional, contribuir con el propio granito de arena para situar al país en el lugar internacional que le corresponde por sus materias primas y la moral renovada de su gente, disfrutar de una vida honesta, recibiendo la atención esmerada que deberían proporcionarnos con orgullo los servicios públicos a cargo del Estado, ser el buen ejemplo de las nuevas generaciones, ser feliz por la satisfacción de hacer bien lo que nos gusta.

Tercero. Cambiar de la noche a la mañana en forma generalizada es improbable y solo ocurriría si se presentara un gran evento. Sin embargo, si en un lapso determinado, se invirtiera tiempo efectivo de calidad, en convencer poco a poco a la ciudadanía de alcanzar un nivel superior de vida, a fin de disfrutar de un bienestar bien ganado, el cambio de actitud sería determinante e inapreciable.

Para ello se requiere de una “culturización”, orientando lo que existe, bueno o malo, de las diferentes áreas que integran la Nación, para llevar a cabo un proyecto único.

Esto significa identificar y conocer cada una de las áreas y saber quiénes son los que ejercen el poder en cada una de ellas, cuales son las prácticas comunes y principales que podrían ser obstáculos para el proyecto y diseñar una estrategia particular congruente para atenderlas y asegurar el éxito.

Las áreas podrían ser:

Los medios de comunicación.

Los políticos activos.

Los funcionarios de los diferentes gobiernos de la Federación.

Las diferentes Instituciones de servicio público.

La Banca.

Las Instituciones de gobierno descentralizadas, como son PEMEX, CONAGUA y CFE

Los empresarios en cada localidad.

Las Instituciones educativas.

Los diferentes cotos de poder, como son:

•    Los intermediarios,

•    Los promotores de eventos,

•    El transporte urbano y suburbano,

•    Los líderes de la limpieza,

•    Las autoridades judiciales, etc.

•    Las sociedades en los pueblos.

Cuarto. El líder formal debería ser el Sr. Presidente de la República, quien a su vez delegaría la administración del proyecto en otro líder (legítimo, ético, carismático, emprendedor, proactivo, transformador, comunicador), un funcionario público apolítico y leal al proyecto, encabezando tantas direcciones como Estados existen, cada una de ellas localizada en cada entidad federativa con su propio equipo de trabajo.

Cada dirección contaría con:

Un Plan particular de trabajo.

Un procedimiento de entrevista.

Un críptico que muestre el alcance del proyecto y sus ventajas.

Una base de datos por familia para integrar su propio Plan de Vida.

Un directorio con acceso directo a posibles ayudas sociales.

Un registro maestro de compromisos familiares.

Una pequeña biblioteca con temas relacionados.

Espacio para oficinas, áreas de trabajo y comedor popular.

Un grupo de trabajadores sociales, localizados en las diferentes entidades del Estado, ocupando pequeñas oficinas.

Centros sociales de reunión en las pequeñas congregaciones.

De dos a seis investigadores.  

Dos analistas.

Dos Psicólogos.

Un equipo de seguridad especializado en rechazar agresiones.

Un pequeño grupo administrativo.

Vehículos blindados.

Un edificio de trabajo con rutas discretas de evacuación.

Finalmente: ¿Que probabilidades de éxito tendría este proyecto?

Bueno, si contamos con que:

•    Existen recursos económicos suficientes para ser usados honestamente en las necesidades del proyecto.

•    Se crearía una fuente de trabajo que racionalizaría la ayuda social y los recursos del Estado para hacerlos más efectivos y productivos.

•    Los Administradores y empleados del proyecto serían seleccionados cuidadosamente, capacitados, remunerados, protegidos, asegurados y supervisados.

•    Estén claros los objetivos del proyecto para que todos los ciudadanos los asimilen y entiendan, se involucren, se sientan comprometidos, se mantengan orientados e incentivados.

•    El máximo líder del proyecto tenga clara su misión, es valiente, persuasivo, excelente comunicador y su posición en el concierto interno del gobierno y el externo ante la sociedad, es incuestionable. Es efectivo para lograr acuerdos, además de contar con el respaldo completo y efectivo (no político) de los Gobernadores de los Estados.

El acuerdo político de trabajar por México sería a pesar de los “Políticos”.

Entonces, tendremos: ¡ÉXITO! en un 100%

Por mientras, estamos esperando.

Seguimos pendientes.



JMRS


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