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Calidad literaria de Rulfo es universal


2007-02-17

México, DF.,  (LA JORNADA) Juan Rulfo es sin duda el narrador mexicano más importante del siglo XX, quien con sólo dos obras "El llano en llamas" (cuentos) y su novela "Pedro Páramo"-, es considerado un autentico clásico universal, comparable de acuerdo con ciertos especialistas, con autores igual de universales como Homero, Virgilio, Dante o Sófocles.

Muchos son los escritores del continente americano, europeo y asiático, que reconocen su deuda literaria para con la obra del escritor mexicano, así como su enorme valía que ésta tiene para el universo de las letras. Incontables son también los textos de investigación, reflexión y crítica que ha provocado su original estética literaria.

En fechas recientes ha sido reconocido de igual manera como fotógrafo y apasionado de la poesía. Facetas que han estudiadas en el volumen Tríptico para Juan Rulfo, puesto en circulación en semanas pasadas.

No obstante, sin restar importancia a los innumerables artículos, entrevistas, libros, ensayos, reseñas y tesis que año con año crecen en torno a la vida y obra de Juan Rulfo, cuyo afán ha sido desentrañar su estética literaria; al parecer son pocos aún los que han atendido de manera especializada y no sólo tangencialmente, la enorme dimensión del escritor mexicano, como un autentico clásico universal.

Asimismo parecen ser pocos los volúmenes dedicados de manera especifica a resaltar debidamente las traducciones a otros idiomas, con excepción de algunas publicaciones, como La recepción inicial de "Pedro Páramo", de Jorge Zepeda, por mencionar una de las más recientes investigaciones, en la que entre otras cosas, se enlista de manera cronológica, por lengua, traductor, editorial y ciudad, algunos de los idiomas a los que ha sido traducida la celebre novela, enlistado que con la autorización del autor se reproduce en estas páginas.

En nuestro país aún cuando se reconoce a Rulfo como uno de los escritores mexicanos más relevantes del siglo XX; "lamentablemente no se ha comprendido a cabalidad su dimensión universal, por encima de cualquier otro autor nacional", consideró Víctor Jiménez, presidente de la Fundación Juan Rulfo.

Eso es debido, según Jiménez, "a que en México, aún cuando se escribe mucho sobre Rulfo y su obra, mucho de lo que se escribe son refritos, lugares comunes, inexactitudes de personas que no investigan, que no tiene acceso a los materiales originales". Pero también, según Jiménez, "a las antipatías que generó la obra y el éxito de Rulfo, las que han intentado silenciar o distorsionar la enorme importancia de esa obra".

Sin embargo, existen otros creadores que sí reconocen su importancia. Por ello, como una manera de ilustrar la relevancia universal de Rulfo, se ofrece aquí un panorama de los diversos testimonios y reconocimientos que han hecho algunos destacados escritores y especialistas de diversas latitudes del mundo.

Entre ellos se encuentra, por ejemplo, lo expresado por el escritor chino Gao Xingjian, Premio Nobel de Literatura. Cabe señalar que "Pedro Páramo" fué traducido al chino en 1980.

En esa ocasión, un día después de anunciarle a Xingijan que había sido distinguido con dicho premio, en charla con la periodista Mónica Delgado, en París se le preguntó qué obras o autores lo habían influido.

Jiménez cita la respuesta del escritor chino:

-Hay tantos. Pero le puedo decir que entre los que más me gustan y más admiro están los latinoamericanos y en particular un mexicano que me gusta muchísimo. Lo leí en China, porque allá los autores latinoamericanos son muy traducidos. Hay uno que es maravilloso, pero espere (Xingjian frunce el ceño y junta las manos), no recuerdo exactamente su nombre.

La periodista le menciona: ¿Octavio Paz, Carlos Fuentes?.

-Paz, claro que lo conozco. También he leído a Fuentes, claro. Pero no son ellos.

-¿Será Juan Rulfo?, se le volvió a preguntar.

-¡Rulfo! ¡Eso! ¡Magnífico! Me gusta mucho, inclusive cuando se publicó en China uno de sus libros escribí una crítica e hice un gran elogio de su arte. Es también alguien que yo considero universal. No lo siento lejano, diría Gao Xingjian.

Jorge Luis Borges es otro de los autores que reconoce a Rulfo

En el prólogo de la edición de "Pedro Páramo", colección Biblioteca personal de Borges, el propio autor argentino explica, compara y sintetiza la enorme dimensión del escritor mexicano. Escribió Borges:

"Emily Dickinson creía que publicar no es parte esencial del destino de un escritor. Juan Rulfo parece compartir ese parecer. Devoto de la lectura, de la soledad y de la escritura de manuscritos, que revisaba, corregía y destruía. No publicó su primer libro ("El llano en llamas", 1953) hasta casi cumplidos los cuarenta años. Un terco amigo, Efrén Hernández, le arrancó los originales y los llevó a la imprenta. Esta serie de diecisiete cuentos prefigura de algún modo la novela que lo ha hecho famoso en muchos países y en muchas lenguas.

"Desde el momento en que el narrador que busca a "Pedro Páramo", su padre, se cruza con un desconocido que le declara que son hermanos y que toda la gente del pueblo se llama Páramo, el lector ya sabe que ha entrado en un texto fantástico, cuyas indefinidas ramificaciones no le es dado prever, pero cuya gravitación lo atrapa.

"Muy diversos son los análisis que ha ensayado la crítica", apuntó el autor de El Aleph, "acaso el más legible y completo sea el de Emir Rodríguez Monegal. La historia, la geografía, la política, la técnica de Faulkner y de ciertos escritores rusos y escandinavos, la sociología y el simbolismo, han interrogado con afán, pero nadie ha logrado, hasta ahora, destejer el arco iris, para usar la extraña metáfora de John Keats. "Pedro Páramo", es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aún de la literatura".

Lo dicho por Borges, quizá para algunos no sea suficiente. Otra muestra de su relevancia mundial ocurrió en 1999, cuando ciertos medios de comunicación se dieron a la tarea de realizar diversos balances de lo que había sido el siglo XX. En este caso, el prestigioso semanario alemán Die Zeit decidió convocar a 52 destacados autores, tanto de lengua alemana como de otras, para escribir un artículo bajo el título en común de "Mi libro del siglo".

El número 35 de esas colaboraciones, aparecida el 26 de agosto de ese año, el escritor suizo Urs Widmer, eligió "Pedro Páramo" como su libro del siglo XX. "Fue la única obra escrita en español que figuró en toda la serie".

Por su parte, el suplemento cultural español Babelia, en el contexto de sus propios balances de fin de siglo, publicó en diciembre de ese mismo año, los resultados de una encuesta realizada a 17 críticos literarios, para elegir los diez mejores libros escritos en español �en narrativa, poesía y ensayo- publicados en el transcurso del siglo XX.

"El autor más mencionado fué Jorge Luis Borges (13 veces, por cuatro títulos), y la obra más importante en lengua española, según los críticos consultados, fué "Pedro Páramo", con 12 menciones", recuerda Jiménez.

Los que así opinaron citando diez títulos cada uno sin orden jerárquico fueron: Francisco Calvo Serraller, Ignacio Echevarría, Joaquín Estefanía, Miguel García Posada, José María Guelbenzu, Santos Juliá, Mercedes Monmany, Justo Navarro, María José Obiol, Manuel Rodriguez Rivero, Angel Rupérez y Enrique Vila Matas.

Susan Sontag, Kenzaburo Oé y Gabriel García Márquez son otros tres de los notables escritores que por su parte ha resaltado la obra de Rulfo.

El 10 de septiembre de 2006, la revista Proceso publicó un texto firmado por Juan Villoro, en el que se conoce la opinión de Kenzaburo Oé: "Fui a México porque ahí vivía Juan Rulfo. Para mí, se trataba del escritor más importante del mundo. Quería desentrañar ese misterio: ¿por qué, entre todos los sitios posibles, el mejor de nosotros escribía en México?"

Sontag por su parte, en el prologo de una de las traducciones inglesas de "Pedro Páramo" escribiría:

"Es un libro legendario de un escritor que ya se había convertido en una leyenda aún en vida. Silencioso (o taciturno), atento, susceptible, conocedor y sobre todo sin grandes pretensiones, Rulfo se volvió una especie de hombre invisible que se ganaba la vida de maneras completamente alejadas de la literatura (durante años fué vendedor de neumáticos), que se casó y tuvo hijos, y que se pasaba las noches leyendo ("viajo en mis libros") y escuchando música. También era enormemente famoso y sus colegas escritores lo reverenciaban. Es muy raro que un escritor publique sus libros acercándose a los cuarenta años, más todavía que sean reconocidos inmediatamente como obras maestras. Y más extraño aún que ese escritor no vuelva a publicar ningún otro libro.

"La novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura mundial del siglo XX, sino una de las más influyentes de ese siglo. "Pedro Páramo" es un clásico en el sentido más estricto del término. Es un libro que ha influido profundamente en la manera de hacer literatura y que no deja de resonar en otros libros".

Llama la atención todavía más, lo que apuntó el autor de Cien años de soledad, en su conocido texto Breves nostalgias sobre Juan Rulfo, a quien reconoce como un autor esencial para su literatura y compara con Sófocles. Evoca García Márquez:

"El descubrimiento de Juan Rulfo �como el de Franz Kafka- será sin duda un capítulo esencial de mis memorias. Yo había llegado a México el mismo día en que Ernest Hemingway se dio el tiro de muerte �2 de julio de 1961-, y no sólo no había leído los libros de Juan Rulfo, sino que ni siquiera había oído hablar de él. Era muy raro. En primer término, porque en aquella época yo me mantenía muy al corriente de la actualidad literaria, y en especial de la novela de las Américas. En segundo término, porque los primeros con quienes hice contacto en México fueron los escritores que trabajaban con Manuel Barbachano Ponce en su castillo de Drácula, en las calles de Córdoba, y con los redactores del suplemento literario de Novedades, que dirigía Fernando Benítez. Todos ellos conocían muy bien a Juan Rulfo, por supuesto. Sin embargo, pasaron por lo menos seis meses sin que alguien me hablara de él. Tal vez porque Juan Rulfo, al contrario de lo que ocurre con los clásicos grandes, es un escritor que se lee mucho pero del cual se habla poco.

"Yo tenía 32 años, había hecho en Colombia una carrera periodística efímera, acababa de pasar tres años muy útiles y duros en París, y ocho meses en Nueva York, y quería hacer guiones de cine en México. (...) Seis años antes había publicado mi primera novela, La hojarasca, y tenía tres libros inéditos: El coronel no tiene quien le escriba, que apareció por esa época en Colombia; La mala hora, que fué publicada por la editorial Era poco tiempos después a instancias de Vicente Rojo, y la colección de cuentos Los funerales de la Mamá Grande.

"De modo que era ya un escritor con cinco libros clandestinos. Pero mi problema no era ése, pues ni entonces ni nunca había escrito para ser famoso sino para que mis amigos me quisieran más, y eso creía haberlo conseguido. Mi problema grande de novelista era que después de aquellos libros me sentía metido en un callejón sin salida, y estaba buscando por todos lados una brecha para escapar. Conocí bien a los autores buenos y malos que hubieran podido enseñarme el camino, y sin embargo me sentía girando en círculos concéntricos. No me consideraba agotado. Al contrario: sentía que aún me quedaban muchos libros pendientes, pero no concebía un modo convincente y poético de escribirlos. En esas estaba, cuando Alvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa:

-¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda!

Era "Pedro Páramo"

Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí la Metamorfosis de Kafka en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá �casi diez años atrás- había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí "El llano en llamas", y el asombro permaneció intacto. Mucho después, en la antesala de un consultorio, encontré una revista médica con otra obra maestra desbalagada: La herencia de Matilde Arcángel. El resto del año no pude leer a ningún otro autor, porque todos me parecían menores.

No había acabado de escapar al deslumbramiento cuando alguien le dijo a Carlos Velo que yo era capaz de recitar de memoria párrafos completos de "Pedro Páramo". La verdad iba más lejos: podía recitar el libro completo, al derecho y al revés, sin una falla apreciable, y podía decir en qué página de mi edición se encontraba cada episodio, y no había un solo rasgo del carácter de un personaje que no conociera a fondo"

"He querido decir todo esto �apuntó García Márquez- para terminar diciendo que el escrutinio a fondo de la obra de Juan Rulfo me dio por fin el camino que buscaba para continuar mis libros, y que por eso me era imposible escribir sobre él sin que todo esto pareciera sobre mí mismo. Ahora quiero decir también que he vuelto a leerlo completo para escribir estas breves nostalgias, y que he vuelto a ser víctima inocente del mismo asombro de la primera vez. No son más de 300 páginas, pero son casi tantas, y creo que tan perdurables, como las que conocemos de Sófocles".

Junto al personal testimonio del escritor colombiano, Nobel de Literatura, años después el Instituto Nobel de Suecia y el Club Noruego del Libro, dio a conocer las respuestas de cien autores de prestigio internacional, representativos de la mayoría de la culturas e idiomas del mundo, quienes fueron consultados para elegir "las cien mejores obras de todos los tiempos y lenguas".

Cada autor podía mencionar diez títulos. Las cien obras que recibieran el mayor número de menciones serían designadas para integrar, lo que a juicio de esas instancias sería "la biblioteca indispensable del lector del siglo XXI".

Entre las seleccionadas se encontraron cinco de autores de lengua española: Cervantes, García Lorca, Borges, Rulfo y García Márquez. La obra mexicana que figura con el número 15, en la lista de esas cien, fué "Pedro Páramo".

Como dato complementario, en 2004 el diario noruego Dagsaviesen distribuyó entre sus suscriptores las obras, "bellamente editadas", como parte de la Verdensbiblioteket (Biblioteca del Mundo) del siglo XXI.

Dichas distinciones no terminan ahí, señala el presidente de la fundación que lleva el nombre del escritor mexicano, quien proporciona también el dato de que el escritor marroquí Tahar Ben Jelloum, exiliado desde 1971 en París, por razones políticas, ganador del Premio Goncourt en 1987 por La noche sagrada, es otro de los escritores que ha sido influenciado por la obra de Rulfo, testimonio publicado en el diario Le Monde, el 23 de julio de 2004.

Carlos Fuentes, por su parte al hablar de Rulfo escribió: "En "Pedro Páramo", el marco geográfico desaparece detrás de un fresco macabro y lírico que moviliza los grandes mitos del mundo rural mexicano: el pecado, la culpa, la condenación eterna. "Pedro Páramo" es el tiempo detenido, el advenimiento del silencio, la presencia fantasmal y la revancha de la muerte. Comala, el pueblo de referencia del libro, se asemeja al ‘infierno'de Dante".

Para Sergio López Mena, miembro del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, autor de una biografía sobre Rulfo y del Diccionario de la obra de Juan Rulfo, el escritor mexicano tiene la misma dimensión clásica que Borges, Homero o Virgilio. "Rulfo y Virgilio, por ejemplo, se parecen mucho. Ambos hablan de una manera novedosa de la tierra y el hombre. Virgilio hereda muchas cosas de la tradición poética grecolatina y las renueva y habla del hombre desde su interior, explora la más profunda condición humana, y Rulfo hace los mismos, a quien podríamos considerar igual un gran poeta que escribe en prosa.

"En Virgilio, el hombre acata los designios de la divinidad, en Rulfo, el hombre también está relacionado con la divinidad, pero es una divinidad ausente".

Conocer en conjunto y no dispersos, de manera tangencial o circunstancial, algunos de los más importantes reconocimientos a la obra de Rulfo, resulta más que ilustrativo del alcance e influencia que tiene ésta en los escritores del mundo.

Empero, existe otro aspecto igual de relevante sin el cual muchos de esos escritores de otras latitudes, no podrían haber apreciado la dimensión literaria de Juan Rulfo, se trata de la visión y labor del traductor a otros idiomas, singular tarea tratándose de la original estética literaria rulfiana, la cual como se ha estudiado se distingue por un lenguaje multisimbólico.

De acuerdo a los datos compilados por Jorge Zepeda, la primera traducción publicada a otro idioma la realizó al alemán Mariana Frenk, en 1958, Aunque, explica el investigador, "hay una primera traducción al ingles, de 1954-1955, de Irene Nicolson, la cual quedo inédita. Ella -habría que aclarar-, no trabajó con el texto que hoy todos conocemos, sino con el manuscrito que Rulfo había depositado en el archivo del Centro Mexicano de escritores".

La primera traducción al francés de la que se tiene noticia, se realizó en 1959, por Roger Lescot. Un dato curioso "es que cuando en México apareció la segunda edición en español, en Francia ya iban en la cuarta edición".

La cantidad de traducciones a otros idiomas es difícil fijar con precisión, explica el especialista, ya que a veces en un mismo idioma, es distinto el responsable de realizar la traducción, amen de las que han aparecido en los recientes años.

Entre los idiomas que se tienen registrados de manera cronológica de 1958 al 2004, de la traducción de "Pedro Páramo" se encuentran: alemán, francés, ingles, sueco, italiano, noruego, danés, holandés, serbocroata, húngaro, polaco, portugués, eslovaco, esloveno, hebreo, rumano, ruso, turco, otra traducción al ingles, búlgaro, otra al italiano y portugués, japonés, chino, portugués de nuevo, checo, persa, ucraniano, islandés, malayan (lengua hindú), árabe, finés, otra al ingles, griego, otra del danés, euskera, coreano, tailandés. Luego de más de 30 años aparecieron dos nuevas traducciones del hebreo y noruego, le siguieron dos más del portugués y una más al italiano. Recientemente se conoce de una al lituano y otra al francés.

En el caso de Rulfo, el quehacer del traductor es verdaderamente una tarea compleja y extenuante. Por ejemplo, veinte años fueron los que le llevaron a Akira Sugiyama, profesor del Departamento de Literatura Española, de la Universidad Seinsen, traducir al japonés "Pedro Páramo".

Su trabajo lo inició en 1971, y luego de varias versiones lo concluyó en 1992. Sugiyama, en una serie de charlas que mantuvo con Víctor Jiménez y Guillermo Eguiarte encargado éste último de los Asuntos Culturales de la embajada de México en ese país, en 1998; registradas en el número uno de Los murmullos, publicación semestral de la Fundación Juan Rulfo, explicó:

"Cuando uno lee a Rulfo en Japón recuerda un mundo perdido, y es muy interesante para nosotros. Nos hace recordar el mundo que existía también aquí en otro tiempo, o que todavía sobrevive en algunos lugares. Yo siento como si encontrara la otredad de mi mundo, una parte de él que ya perdí.

"Lo bueno es que su obra se puede interpretar de diversas maneras. Cada quien lo puede hacer a su modo. Los japoneses también, claro. Creo que la mentalidad japonesa siente su obra muy cercana. Por ejemplo, está esa historia de la vida y la muerte entrelazadas, sin una barrera entre una y otra. Esa mentalidad tiene raíces en el mundo campesino mexicano, pero también existe en el Japón y puede relacionarse con el budismo e igualmente con el teatro noh, donde las vidas pasadas están siempre presentes, actuando en la vida de hoy.

"Esto ejerce aquí una gran fascinación, porque es la realidad misma: el pasado vive en el presente. "Pedro Páramo", por ejemplo, cuando muere su hijo, dice que está empezando a pagar sus deudas. Es una mentalidad bastante cercana al pensamiento budista, porque los sufrimientos no son algo que un dios nos mande a uno por puro gusto, sino porque nuestras mismas obras acarrean ciertas consecuencias".

Eso en cuanto al contenido, continúa Sugiyama: "Pero por otra parte la estructura de la novela en sí misma no puede ser más fascinante. Esa estructura fragmentada, pero montada al mismo tiempo de una manera asombrosa. Allí está otra vez la influencia de la realidad. Muy cuidadoso debió ser Rulfo para estructurar su novela. La debe de haber hecho pieza por pieza. En diversos lugares se encuentran indicios de lo que va a ocurrir después y todas las piezas están ubicadas en el lugar preciso.

"Esos vaivenes del presente al pasado, del mundo de los muertos al de los vivos, de la realidad a la irrealidad. El lector japonés tiene elementos para comprender esa estructura y por supuesto se da cuenta de la originalidad que contiene. Los primeros lectores tal vez no lo advirtieron ni entendieron su perfección, y por eso creían advertir la influencia de Faulkner o de esa literatura norteamericana o inglesa de cierto momento. Esa es una maestría muy difícil de alcanzar. Se puede comprender, pero es difícil de alcanzar.

"Lo que aquí sorprende es esa diferencia entre la manera de narrar y lo narrado. Rulfo narra una cosa muy cruda de una forma que parece ingenua.

"Las traducciones -prosiguió Sugiyama en su charla con Jiménez y Eguiarte- requieren un esfuerzo más para tratar de llegar a la versión original. Tal vez en mi trabajo hay cosas que no he podido transcribir: de todos modos el mundo donde se desarrolla la obra de Rulfo es México, es una región determinada, con un ambiente determinado, con la mentalidad, la ropa, la comida del campesino, todo es diferente en Japón, pero quizá muchas de esas cosas sí he podido traducirlas. Tal vez lo esencial sí ha pasado a la traducción, aunque hay algunas cosas, a las que yo no le doy tanta importancia, que difieren del original.

"Veinte años para llevar "Pedro Páramo" al japonés me hacen pensar que los siguientes veinte años los podrá recorrer con pasos muy sólidos. García Márquez se tradujo hacia 1970, y no fué sino diez o doce años después cuando realmente llegó al público de Japón. Yo creo, concluyó Sugiyama, que en el caso de Rulfo el momento está próximo".

Tarja Roinila, es otra de las traductoras de Juan Rulfo, nada menos que al finlandés. Ha traducido también al poeta Rafael Alberti y al escritor Augusto Monterroso. En enero de 1996, colaboró en el suplemento La jornada Semanal, de La Jornada con el texto titulado "Dos lugares de confusión: Babel y Comala".

Dos años después, en una conversación con el hijo del escritor mexicano, Juan Francisco Rulfo y mismo V. Jiménez, dada a conocer por la revista Opción, de ITAM, en su número 114, mayo de 2002, Tarja Roinila explicaba a sus interlocutores que su trabajo como traductora lo inició precisamente con "Pedro Páramo" en 1991, y que desde entonces ha traducido casi veinte libros de literatura hispánica.

Al referir los problemas que la traducción de una obra como la de Rulfo plantea para ciertos idiomas y culturas, los cuales tienen que ver con las enormes diferencias entre el clima, el medio físico y la historia, por no hablar de las cuestiones lingüísticas, la autora finlandesa reflexionó:

-Evidentemente siempre se traduce una obra de una cultura a otra, y no sólo de un idioma a otro. Es cierto que la cultura mexicana y la cultura finlandesa geográficamente es grande, y la distancia entre los dos idiomas es más grande todavía, porque el finlandés no es un idioma indoeuropeo; entonces no tiene nada en común con el español ni con los otros idiomas de Europa.

-Yo muchas veces me pregunto si sería más fácil traducir a Rulfo por ejemplo al francés, que es un idioma más cercano, y no lo sé, porque no tengo esa experiencia, pero en el fondo creo que la tarea del traductor tiene que pasar siempre por su propia interpretación de la obra. Me cuesta imaginar que sea esencialmente distinto, aunque el idioma fuese más cercano. En cuanto al clima, evidentemente las plantas, los animales y todas esas referencias a la naturaleza mexicana plantean una dificultad, pero no es de las mayores: es más grande la dificultad de encontrar el estilo propio, la estructura propia de narración en otro idioma.

Respecto de cómo conservar lo específicamente literario de la obra y no sólo traducir el sentido, sino una manera de evocar un mundo ambiguo o expresiones deliberadamente ambiguas; para Roinila es una de las cuestiones que más le hicieron reflexionar durante su traducción, de hecho expresó la también ensayista, "acabo de terminar (de traducir) "El llano en llamas" por lo que tengo muy frescos esos planteamientos".

Tomando por ejemplo cuando Juan Preciado le pregunta al arriero, al principio de la novela "Pedro Páramo": "¿qué pasó por aquí?", él piensa en lo que ha ocurrido, pero su acompañante cree que habla de algún ser que ha pasado por allí, y le responde que fué un correcaminos.

Roinila explica:

-La ambigüedad no la podía poner en el mismo verbo, en el verbo "pasar", pero sí en otro elemento de la frase, y de eso se trata muchas veces: de transponer algo importante en otro elemento lingüístico, porque muchas veces lo que no se puede es encontrar un verbo que coincida con los dos significados. Creo que tanto "Pedro Páramo" como "El llano en llamas" se mueven entre una nitidez y una difuminación de las cosas. Ese juego continuo de la ambigüedad, me parece una de las claves de la obra de Rulfo, y cuando digo que la traducción se basa en la interpretación estoy precisamente pensando en eso, que la primera tarea del traductor es leer bien la obra y darse cuenta de las claves de ese tipo, y después ver en qué elementos lingüísticos están esas pautas de ambigüedad o de engaño deliberado por parte del escritor o del narrador.

Para Tarja Roinila el hecho de que Rulfo utilice la lengua hablada o una "recreación artificial" de la lengua hablada, cuya enorme virtud es precisamente parecer realmente lo que un campesino mexicano o la gente dice hablando, aunque no es así, "tiene consecuencias muy grandes en cuanto al trabajo de traducción". Asunto que la traductora finlandesa detalla a sus interlocutores y que ilustra esa compleja tarea.

-En finlandés el lenguaje hablado, en primer lugar, está mucho más alejado del lenguaje escrito que el español. En español, por ejemplo, una frase en la lengua hablada puede parecerse gramaticalmente. En finlandés, por ejemplo, todos los pronombres personales y las formas verbales cambian en el lenguaje hablado con respecto al escrito. No es que cambien totalmente, son, los de la lengua hablada �sin que esto sea ninguna valoración- como deformaciones o abreviaciones o sintetizaciones de las palabras de la lengua escrita. Por ejemplo, el pronombre "yo" es min� en finlandés, pero nadie, nunca, dice miná cuando habla. Nadie, nunca, independientemente del nivel (social) al que nos estemos refiriendo; o sea, no estoy hablando de un lenguaje vulgar, ni muchísimo menos: todo el mundo dice, o m� en la capital y el sur del país, o mie en otras partes, o m�� en otras regiones, depende del dialecto que esté usando uno.

-Otra dificultad especifica que uno encuentra al escribir un dialogo hablado en finlandés es el pronombre de la tercera persona en singular, el que correspondería a "él o ella" en español, que en finlandés es h�n. Para nosotros es sólo una palabra, un solo pronombre, porque el finlandés no tiene género gramatical, pero otra vez es una palabra que nunca nadie usa al hablar, nadie dice h�n, o si no, es un lenguaje ya muy elevado. Todo mundo usa el pronombre se, que normalmente se refiere a cosas inanimadas o animales, pero escrito este pronombre es un poco chocante. En mi caso, hice una mezcla de los dos, pero con otros criterios, en ciertas partes utilizaba hán y en otras se. En ese sentido, por ejemplo, sí me causo bastantes quebraderos de cabeza (la traducción).

Roinila, quien es también traductora de poesía, responde así respecto al vínculo que tiene la obra de Rulfo con ese arte.

-En cuanto a la obra de Rulfo para mí la experiencia está muy cercana a la experiencia de traducir poesía, no veo casi ninguna diferencia. La imagen mental que tengo yo de la poesía y de su traducción es que las palabras están como talladas en piedra, y ésta es una imagen que va muy bien con Rulfo. Para concluir la autora finlandesa expresa:

-(En Finlandia) creo que se vive al mismo tiempo cierta encrucijada, entre la modernidad y lo natural, como también lo está quizá la obra de Rulfo, que en ese sentido es una obra que pertenece a la modernidad, en la que nunca se llega a saber con certeza si realmente hay alguien allí, donde se supone que haya alguien, entonces también estamos ante el silencio, ese angustioso o angustiante silencio, de que a lo mejor no hay nadie, o no hay un dios, o no hay un significado, y eso me parece uno de los mayores méritos de Rulfo, una de las cosas que más hablan a una persona de la modernidad, ese misterio de si hay alguien o no, ese silencio que responde sin responder.

Recopilar aquí algunas de sus traducciones y reconocimientos a la obra literaria más celebre de Juan Rulfo, resulta más que ilustrativo. Y recordando que aún faltaría por mencionar aquellas "traducciones" o adaptaciones que se han realizado en cine, teatro, radio, música y ópera; la de Rulfo es sin duda una posteridad que apenas comienza a mostrar sus posibilidades. Como clásico universal, siempre que exista un lector sensible, los textos de Rulfo tendrán cosas nuevas que decirnos.



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