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Asfixiar el régimen de Kim Jong-un 


2017-09-04

Editorial, El Mundo

Corea del Norte dio ayer otro paso en su suicida escalada de confrontación con el resto del mundo al lanzar con éxito -según la propaganda oficial- una bomba de hidrógeno de una «potencia sin precedentes», según mediciones del Centro de Estudios Geológicos de Estados Unidos: provocó un terremoto de 6,3 puntos. El régimen coreano informó a su vez de que está en disposición de colocar el artefacto nuclear en un misil intercontinental. Es la enésima provocación de Kim Jong-un a la comunidad internacional a la que urge poner fin sin más dilaciones.

Aunque los expertos no contemplan el lanzamiento de una bomba nuclear por parte de Corea del Norte contra un objetivo concreto, porque supondría la inmediata desaparición del régimen, es imprescindible que el loco visionario presidente norcoreano reciba ya una respuesta tan contundente por parte de la comunidad internacional que le disuada de continuar con su desvarío. El presidente de EU, Donald Trump, condenó ayer el nuevo desafío, que calificó de «muy hostil y peligroso» para su país, advirtió a Corea del Sur de que «se dará cuenta de que el diálogo no funciona» y calificó de «vergüenza para China» el nuevo experimento nuclear norcoreano.

El gigante asiático, que es el principal aliado de Corea del Norte, también denunció con firmeza y condenó el nuevo desarrollo armamentístico. Pidió a Pyongyang que respete las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y le exigió que vuelva «de forma efectiva al camino del diálogo». Pero a la vista está que esta reacción, y la de las demás potencias occidentales, continúa cayendo en saco roto. Ayer, distintos presidentes pidieron la convocatoria urgente de nuevo del Consejo de Seguridad. Rusia, por ejemplo, amenazó a Kim Jong-un al advertirle de que continuar por el mismo camino «puede tener serias consecuencias para la propia Corea del Norte».

El régimen norcoreano dispone de bombas nucleares que puede acoplar a misiles de corto y medio alcance y los analistas dicen que en 2018 podría tener listos misiles intercontinentales con cabeza nuclear. Es imprescindible evitar que lo llegue a conseguir y para ello hace falta desarrollar una estrategia conjunta para disuadir a Kim Jong-un. De momento nadie piensa en una intervención militar, que podría provocar una escalada incontrolable con daños inasumibles, sobre todo en Corea del Sur, por eso el presidente Moon Jae-in es el más interesado en mantener abierta la puerta del diálogo. En estos momentos, el uso de la fuerza sólo estaría justificado como respuesta a un ataque de Corea del Norte.

Pero el incremento de la presión contra el régimen dictatorial norcoreano ya no es una cuestión opcional. En primer lugar, hay que forzar a China para que, de forma efectiva, rompa sus lazos políticos, económicos y comerciales con Corea. Después, incrementar el sistema de sanciones a compañías y dirigentes del país, que debería hacerse efectivo también a las empresas de cualquier país que colaboraran con el régimen, empezando por las chinas, como decimos. Además, hay que reformar los compromisos defensivos de la comunidad internacional en la zona. Las naciones y los organismos internacionales tienen aquí una ocasión de oro para demostrar que se puede erradicar esa amenaza sin recurrir a la guerra, como ha ocurrido tantas veces en el pasado. Fracasar ahora sería tremendamente peligroso.


 



regina


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