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TLCAN: silencio total


2017-09-05

Carlos Fernández-Vega, La Jornada


Hoy debe concluir la "segunda ronda de negociación y modernización" del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y el equipo nacional se mantiene con la boca sellada, amparado en una "cláusula de confidencialidad" que ella misma impuso, de tal suerte que los mexicanos que dice representar siguen sin saber ¿qué pasó, qué trataron, qué acordaron, qué avanzaron y qué costó habrá que pagar?

Hasta ahora, y con toda la alharaca que ha cubierto tal negociación, lo único que los mexicanos han ganado con la primera y segunda rondas de negociación ha sido un espeso mutis del gobierno peñanietista que dice velar por sus intereses.

Al término de la "primera ronda de negociaciones", ¿qué informó el secretario Ildefonso Guajardo? Que México "tiene un plan B". ¿Y en qué consiste? Esa historia ya no la contó, de tal forma que si alguien quiere saber cómo va el numerito, pues que se aguante. Y lo mejor del caso es que tal disposición estará vigente de aquí a 2021. ¿Así o más transparentes?

La primera ronda se llevó a cabo en Washington (16-20 de agosto); la segunda en México (primero-5 de septiembre) y la tercera será en Canadá (23-27 de este mismo mes), y lo único que desde el inicio y oficialmente se ha informado es que trilateralmente se trabaja en "25 mesas para tratar temas como acceso a mercado de bienes, inversión, reglas de origen, facilitación comercial, medio ambiente, comercio digital, pequeñas y medianas empresas, anticorrupción" y aunque usted no lo crea "transparencia".

El discurso oficial –incluido el correspondiente al informe de gobierno de EPN– habla de "plan B" y de "nada en contra del interés nacional", pero no convence a nadie, pero sí denota desesperación en la parte gubernamental, porque es previsible que el salvaje de la Casa Blanca reviente la posibilidad de acuerdo alguno a golpe de lo único que sabe hacer: imposición, violencia y chantaje. No está en los planes del gringo mantener el TLCAN y sí, en cambio, aterrizar dos acuerdos comerciales bilaterales (con Canadá rosas y flores; con México duro y a la cabeza).

Pero incluso si la negociación llegara a resultar positiva para Peña Nieto y sus empresarios, sólo sería útil para apretar aún más la concentración de la actividad exportadora nacional, en la que sobresalen los consorcios trasnacionales que son presumidos como las "principales exportadoras mexicanas", que no son otras que, por ejemplo, General Motors, Daimler Chrysler, Ford Motor Company, Volkswagen, Nissan, Sony, Hewlett Packard.

En este sentido, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha documentado que "más de 73.3 por ciento de exportaciones mexicanas son realizadas por 340 empresas que representan sólo uno por ciento de todo el mercado exportador. En México el número de empresas exportadoras disminuyó de 1.1 por ciento respecto al total de negocios en el país en 2012 a 0.7 por ciento. No obstante, el monto promedio exportado por empresa se duplicó, pasando de 5.5 millones a 10.7 millones de dólares".

La Cepal detalla que el número de empresas exportadoras y las exportaciones están altamente concentradas, y la tendencia es que se concentre aún más. En 2005, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía, 37 mil 344 empresas participaban en el mercado exportador (en proporciones brutalmente desiguales, desde luego); para 2016 el número se había reducido a cerca de 34 mil, pero el ingreso asociado creció y creció, mientras el país y sus habitantes se mantienen en la lona. En el primero de los años citados las compañías realmente beneficiarias del comercio exterior sumaban 601 (no necesariamente mexicanas) y apenas representaban 0.02 por ciento del universo empresarial del país. En el segundo, sumaron 340 y significaron 0.8 por ciento de dicho universo, mismas que acaparan 73.3 por ciento de las exportaciones y del ingreso que tal actividad genera.

Como ayuda de memoria vale mencionar que los censos económicos 2014 –levantados por el Inegi– registraron que ese año existían en el país 4 millones 230 mil unidades económicas legalmente inscritas y con personal ocupado (sectores privado y público; comerciales, la mitad de ellas), 40 por ciento más que en 2003, cuando sumaron poco más de 3 millones. Y con base en ese dato se sabe que es mínima la participación de las empresas mexicanas en la actividad exportadora.

El organismo especializado de la ONU señala que entre 2002 y 2008 las firmas exportadoras de América Latina crecieron en general a una tasa más elevada que el número total de empresas y que los aumentos de la población, lo que abrió algunas esperanzas de que disminuyeran las brechas con los países desarrollados. Sin embargo, al considerar la dinámica de años recientes, esas brechas están aumentando, ya que en casi todos los países de la región ha disminuido la proporción de empresas que exportan. La zona tiene el mismo número de compañías exportadoras que España o Corea, o bien la tercera parte de las que existen en Estados Unidos y Alemania. Además, en los países desarrollados las compañías exportadoras representan entre 3 y 9 por ciento respecto de su total de empresas, pero en los países latinoamericanos la única excepción es Costa Rica, que registró 3 por ciento. En el resto de los países analizados, las exportadoras no llegan ni a un punto porcentual de todo el sector privado.

Además, 85 por ciento de dicha actividad es con Estados Unidos, amén de que México, gracias al TLCAN, se ha convertido en una República maquiladora, en donde la competitividad se basa en salarios entre 10 y 15 tantos menores a los que se pagan en Estados Unidos y Canadá, algo que ni lejanamente el gobierno peñanietista pretende alterar. De igual forma, México debe importar una cantidad creciente de productos para poder terminar los que aquí se elaboran y así exportarlos. Entonces, no parece el cuento de hadas que el gobierno insiste en vender.

Pero tranquilos, que ya viene la "tercera ronda", en Canadá, y el salvaje de Donald Trump volverá a los tuitazos.

Las rebanadas del pastel

A toda máquina: ¿será que Ricardo Cervantes, actual procurador general de la República y delfín de Peña Nieto para encabezar la supuesta "fiscalía anticorrupción", pretende combatir velozmente la ilegalidad con un Ferrari registrado con información falsa? Igual decide que Emilio Lozoya sea su copiloto. Sería un gran comienzo.



yoselin


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