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Dos visiones del mundo, frente a frente en las elecciones de Alabama


2017-12-12

PABLO PARDO | El Mundo

Por un lado, un candidato acusado de pederastia, suspendido del cargo de juez del Supremo del estado dos veces por violar la constitución y por negarse a aplicar la ley, que cree que los atentados del 11-S fueron un castigo de Dios porque EU había "abrazado la sodomía", que saca el revólver en los mítines, y que ocultó un millón de dólares que había cobrado de una organización sin ánimo de lucro.

Por otro, un candidato cuyo mayor éxito en la vida pública ha sido meter en la cárcel a dos asesinos de la organización racista blanca y protestante Ku Klux Klan por asesinar a cuatro niñas negras de entre 11 y 14 años al poner 15 cartuchos de dinamita en la iglesia a la que ellas asistían.

Ante semejante decisión, los buenos habitantes de Alabama, uno de los estados más idiosincráticamente sureños y representantes del 'cinturón de la Biblia' de Estados Unidos, se preguntaban ayer: ¿por quién votar?

Si la respuesta a esta pregunta resulta clara, es que usted no es de Alabama. El primer candidato, el republicano Roy Moore, partía con una ligera ventaja en los comicios en las elecciones al escaño del Senado que dejó libre Jeff Sessions cuando en enero se fue a dirigir el Departamento de Justicia de EU, desde el que ha impuesto las medidas contra la inmigración de personas de países musulmanes, y el endurecimiento de la lucha contra la inmigración ilegal. Y en el que se ha tenido que recusar de la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016 después de que se desvelara que había ocultado tres encuentros con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, cuando estaba colaborando en la campaña presidencial de Donald Trump.

Claro que, para Moore, no hubo interferencia rusa. O, si la hubo, fue parte de los planes del Altísimo. "Todo el mundo dice que fueron los rusos. Yo creo que fue la providencial mano de Dios", dijo Moore el 5 de noviembre, antes de añadir: "Tal vez Putin tenga razón. Tal vez él y yo seamos más parecidos de lo que pensamos". Esas similitudes son, hasta la fecha, objeto de especulación. Al menos, por el momento, Moore no ha sugerido asesinar a su rival, el demócrata Doug Jones, inyectándole polonio, como hizo el Kremlin con el ex espía Alexander Litvinenko en 2006.

Vetado en centros comerciales

El caso de Jones es el contrario que el de Moore. Su historial es impecable. Pero, en Alabama, ser demócrata da las mismas posibilidades de éxito en política que ser ateo en Arabia Saudí. El ex fiscal ha llevado a cabo una campaña extremadamente discreta, dejando que Moore se enfangara en los escándalos acerca de su actividad depredadora cuando tenía 30 y pocos años y salía con chicas de entre 14 y 17. Dos de ellas le han acusado de agredirlas sexualmente y de tocarlas en contra de su voluntad cuando tenían 16 años.

La afición de Moore por las adolescentes llegó al extremo de que los guardias jurados de varios centros comerciales de Alabama llegaron a recibir órdenes de sus superiores de que no dejaran entrar en los establecimientos al ahora candidato al Senado. Eso se debe a que en las zonas rurales y en la periferia de las ciudades estadounidenses, los centros comerciales son el lugar predilecto de los adolescentes para salir antes de alcanzar la edad de 21 años, en la que pueden beber alcohol en público.

La revelación de las relaciones de Moore le ha golpeado en el peor sitio: en los valores. Porque ahí es donde se basa su programa político, que gira en torno a una separación entre la religión y el Estado más bien inexistente. Por el contrario, Jones ha defendido la aplicación de la ley, no de los Mandamientos, lo que en Alabama es un lastre electoral: en el estado votan los protestantes evangélicos, que siguen apoyando a Moore. La población más educada y los negros, que son los que respaldan a Jones, tienen unos índices de abstención enormes.

Así que la cuestión no era solo quién iba a ganar, sino la división que los dos candidatos representan. Durante toda la campaña, Moore ha contado con el apoyo de Donald Trump -a pesar de que en las Primarias republicanas el presidente apoyó a su rival, Luther Strange-, pero no sobre la base del derecho del varón a acosar a las mujeres (algo de lo que el presidente ha presumido en directo en la famosa grabación en la que dice por dónde hay que agarrarlas) sino por realismo político. Moore defiende bajar los impuestos -fundamentalmente, a las empresas y a los contribuyentes que más ganan- y ésa es la clave de la presidencia de Trump en este momento. El presidente ha grabado mensajes de apoyo al candidato que se repiten en llamadas telefónicas a los votantes. Barack Obama, por su parte, ha hecho lo mismo con Jones. En total, la campaña ha costado en torno a 50 millones de dólares (43 millones de euros).


 



regina


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