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El arsenal del Estado Islámico es algo "nunca antes visto"


2017-12-14

John Ismay, Thomas Gibbons-Neff y C. J. Chivers, The New York Times

WASHINGTON — Hacia el final de la primavera pasada, las fuerzas iraquíes que combatían al Estado Islámico en Mosul descubrieron tres lanzagranadas con una característica inusual: dentro de las ojivas se escuchaba el movimiento de un líquido espeso. Las pruebas que se realizaron posteriormente mostraron que las ojivas contenían una sustancia vesicante parecida al gas mostaza, un arma química prohibida que quema la piel y el tracto respiratorio de las víctimas.

Los cohetes químicos improvisados son una de las armas que desarrolló el Estado Islámico (EI) durante un proceso masivo de fabricación de armamento que bien podría ser el mayor por parte de un grupo yihadista.

Debido a que tienen un acceso limitado a mercados mundiales de armamento, las milicias y fuerzas combatientes irregulares,  usualmente fabrican sus propias armas. Sin embargo, el EI llevó la práctica a otro nivel, con producciones “nunca antes vistas” por parte de una fuerza no Estatal, según explicó Solomon H. Black, un funcionario del Departamento de Estado estadounidense que rastrea y analiza armas.

El personal que se dedica al desminado humanitario, extécnicos del ejército encargados del desecho de artillería explosiva y analistas de armas que trabajan en zonas que fueron capturadas por el EI a partir de 2014 dieron decenas de informes a The New York Times, y una cantidad aún mayor de fotografías y dibujos en los que se detalla el arsenal que ha desarrollado la organización desde que estableció su autoproclamado califato en Siria e Irak.

Los documentos dan cuenta de todo el trabajo de un equipo yihadista: un sistema de producción de armamento en el que se combinaban la investigación y el desarrollo, la producción en masa y la distribución organizada para amplificar la resistencia y poderío de la agrupación miliciana.

Las armas que produjo y utilizó el EI en contra de sus enemigos armados en varios frentes y en contra de civiles que no apoyaban su control tienen una diversidad innovadora y, a momentos, familiar. A veces eran excepcionalmente crueles.

Un informe detalla que antes de que fueran expulsados de Ramadí, Irak, los combatientes del EI enterraron una enorme carga explosiva debajo de varias casas antes de conectar la carga al sistema eléctrico de uno de los edificios.

Se creía que las casas eran seguras. No obstante, cuando una familia regresó y conectó un generador, su hogar voló por los aires a causa de una inmensa explosión, de acuerdo con Snoor Tofiq, jefe de operaciones en Irak de Ayuda Popular Noruega, organización que está quitando armas improvisadas de zonas que abandonó el EI. Tofiw dijo que la familia entera murió.

Craig McInally, otro jefe de operaciones de la organización noruega de desminado, señaló que había una cantidad indiscriminada de dispositivos explosivos por todas partes, que incluyen lo que parecían ser cuatro calentadores y un generador que se encontraron cerca de Mosul.

Pero los calentadores y el generador —los cuales son útiles tanto para civiles desplazados como para combatientes— en realidad estaban llenos de explosivos escondidos. Según McInally, las bombas habían sido configuradas para explotar si una persona se les acercaba o intentaba moverlas.

Tomando en cuenta el alcance y la escala de la producción del Estado Islámico, quedan demostrados los peligros de una organización miliciana que puede cumplir sus ambiciones en un espacio grande y sin presencia del gobierno.

Algunos componentes de las armas, por ejemplo, eran en esencia estandarizados, incluidos los cebos para municiones de fabricación local, municiones para lanzamisiles de hombro y para mortero, partes de bombas modulares y minas terrestres hechas parcialmente con plástico que fueron sometidas a una cantidad considerable de mejoras. Muchas de las armas se produjeron en cantidades industriales.

Los hallazgos también incluían los que al parecer eran prototipos de armas que no fueron seleccionadas para la producción en masa o que fueron abandonadas en el desarrollo, entre ellas proyectiles llenos de soda cáustica, o lejía, y municiones para lanzamisiles de hombro que contenían una sustancia vesicante.

A pesar de que el EI ha sido expulsado de casi todos los territorios que ocupó en Irak y Siria, los funcionarios afirman que sus avances en materia armamentista presentan riesgos para otras zonas conforme los miembros del grupo se trasladan a otros países, sus integrantes extranjeros vuelven a sus países de origen y los veteranos de su red de producción de armas se reúnen en línea y comparten conocimiento y técnicas por la web.

“Están diseminando este conocimiento por todo el mundo”, aseguró Ernest Barajas Jr., un extécnico de infantería de la Marina estadounidense especializado en el desecho de artillería explosiva que ha trabajado con organizaciones que se encargan de retirar armamento en zonas que fueron ocupadas por el EI. “Se está yendo hacia las Filipinas, está en África. Es una situación que seguirá creciendo”, agregó.

El fruto de la insurgencia

Se conoce bien cuál es una de las razones por las que el EI tiene ese nivel de sofisticación: sus programas de armamentos surgieron de los grupos insurgentes que combatieron la ocupación estadounidense de Irak de 2003 a 2011.

Los grupos milicianos tanto sunitas como chiitas se volvieron expertos en la fabricación de bombas improvisadas a partir de municiones convencionales abandonadas por el ejército iraquí en 2003, después de que fueran derrotadas las fuerzas de Sadam Husein, y por medio de la experimentación con ingredientes que preparaban los fabricantes de bombas por sí solos. Los funcionarios estadounidenses afirman que ciertos grupos chiitas recibieron asistencia técnica y componentes de Irán.

Los fabricantes de bombas sunitas también utilizaron armas químicas; en algunas ocasiones combinaron dispositivos explosivos con cloro, sustancia tóxica que tiene usos legales, y, en otras, por medio de bombas hechas a partir de cohetes o proyectiles deteriorados que dejó el extinto programa de armamento químico de Irak.

El Estado Islámico, el cual evolucionó de Al Qaeda en Irak, se basó en la industria letal de sus predecesores. Cuando se hizo con partes del territorio sirio e iraquí en 2014, tomó el control de tiendas y fábricas con prensas hidráulicas, forjas, maquinaria dirigida vía computadoras y máquinas de moldeo por inyección, lo que facilitó su producción armamentista.

McInally, de Ayuda Popular Noruega, afirmó que la producción de armamento del Estado Islámico parecía estar centralizada y que se consideraba con sumo cuidado.

Señaló que entre las armas que ha encontrado el personal que se dedica al desminado hay artefactos improvisados que tienen un diseño modular, lo que permite que los combatientes del EI escojan de entre diversas partes uniformes para ensamblar los dispositivos lo más rápido posible. Las partes separadas se produjeron específicamente para ser combinadas antes de usarse.

“Es una colección de placas de presión, hay otra de cargas y una más de interruptores”, explicó McInally. “Componentes que se pueden conectar según sea necesario. Es ingenioso. Es impresionante”.

The New York Times está omitiendo en este artículo los detalles técnicos de las armas y las mezclas explosivas que fueron descritas con el fin de evitar que se disemine información útil para los imitadores.

Barajas señaló que las cargas explosivas se estandarizaban aún más: por medio de un “explosivo casero” que se hacía con una receta que el grupo afinaba y producía a escala industrial.

Barajas mencionó que la mezcla es una combinación de fertilizante de nitrato de amonio y aluminio para la que hay muchos antecedentes históricos de uso en varios conflictos, incluido el de Irak. Sin embargo, el EI mejoró el explosivo al agregar otro material que facilita su detonación.

El EI también tuvo una recolección organizada de, por ejemplo, bombas hechas en Estados Unidos –que fueron arrojadas desde los aviones de caza de la coalición antyihadista pero que no estallaron– para reutilizar su poder explosivo. Un conjunto de fotos que proporcionó el personal de desminado muestra cómo el grupo organizó un seudotaller al aire libre para abrir las bombas estadounidenses que se arrojaron desde aviones y no explotaron con el objetivo de sacar el explosivo que tenían dentro.

Estos explosivos suelen ser más poderosos y confiables que los caseros. Barajas afirmó que el EI utilizó lo que había recolectado para darle un uso prioritario: los ataques suicidas.

“Cada vez que hice una prueba de explosivos en la artillería que estaba enterrada, si encontraba que estaba conectada a los interruptores de presión, el resultado que obtenía era ‘explosivo casero’”, comentó Barajas. Sin embargo, explicó, los explosivos que tienen los chalecos y los cinturones explosivos hallados eran compuestos como el RDX y TNT, los cuales se habían extraído de artillería convencional.

No todo lo que ha desarrollado el EI ha sido eficaz. Cuando los diseños experimentales fallaban, los ingenieros del EI hacían cambios o dejaban de trabajar en ellos.

Por ejemplo, unos morteros rellenos con lejía que fueron encontrados abandonados por personas encargadas de desminado en Manbij, Siria, a finales de 2016.

“La soda cáustica es extremadamente dañina. Quema la piel”, dijo Barajas, que era parte del grupo que encontró los restos. “Si lo inhalas puede matarte”. El material también es muy corrosivo: tanto así que dañó el interior de los proyectiles.

Un uso despiadado

Muchas de las bombas del EI se han utilizado en contra de las fuerzas militares y policiacas que luchan contra el grupo. Aso Mohamed, una de las personas que trabaja con la Fundación Suiza para el Desminado, señaló que, según sus cálculos, los artefactos explosivos improvisados habían sido responsables de 60 por ciento de las bajas de los soldados kurdos peshmerga en el norte de Irak.

No obstante, otros usos son nueva muestra de la indiferencia del EI hacia el derecho internacional público y las consideraciones humanitarias, bien documentada con sus secuestros, ejecuciones públicas, producción de videos que enaltecen la violencia extrema y bombardeos en espacios públicos.

El ejército estadounidense desplegado en Bagdad mencionó en un comunicado que las fuerzas de la coalición han recuperado y destruido osos de peluche con bombas escondidas. El personal que se encarga del desminado y sus supervisores en Irak intercambian frecuentemente informes y detalles de otras trampas que pone el EI en muñecas, animales de peluche y camiones de plástico, así como tazas de té, extintores, linternas y copias del Corán.

Dos de los colaboradores locales de la Fundación Suiza para el Desminado, Steve Kosier y el kurdo Mohamed, señalaron que las armas que fabricaba localmente el EI fueron mejoradas de una forma funesta. Los artefactos improvisados que alguna vez estuvieron conectados a una sola placa que provocaba la explosión de la bomba fueron, con el paso de la campaña, conectados a varias placas: una adaptación que implicaba una detonación más fácil y pretendía alentar a los encargados del desminado cuando llegaran a despejar los edificios, los caminos y el terreno.

Kosier mencionó que había desarmado una bomba improvisada que “tenía cuatro placas de presión alrededor de un contenedor y había una batería de 9 voltios para cada placa”. Estas estaban conectadas por separado, con un circuito eléctrico, a un contenedor de potentes explosivos caseros. Y este, a su vez, tenía debajo un dispositivo con un sensor para estallar en caso de ser levantado. En esencia, era una trampa añadida a una trampa que de por sí ya era compleja.

El objetivo de esas trampas, según los encargados del desminado, es asesinar a las personas que intentan hacer que el territorio que fue del EI sea seguro.


 



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