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Opiniones, rastrerismo, descalificaciones y suposiciones


2018-01-08

Grumete Exigente

En los medios de comunicación estos cuatro modos de expresión se confunden cada vez más cuando los eruditos, expertos o seudos conocedores en la materia, exponen sus puntos de vista sobre el asunto del momento.

Por ejemplo: el caso Trump.

Hay genios que están convencidos de que las acciones que Trump ha emprendido en contra de México es lo mejor que pudo haber ocurrido a nuestro país, en virtud de que casi habíamos aceptados ser el hijo menor del coloso del Norte. Por ser vecinos, nos creíamos protegidos, ya que históricamente, a pesar de habernos escamoteado más de la mitad del territorio, era quien apoyaba al dirigente del momento o al líder rebelde en cuya causa simpatizaba, naturalmente buscando que quedara comprometido, endeudado y sometido.

Estos compromisos, además de la deuda, iban desde el libre paso por parte del territorio hasta decidir quién debería gobernar. A cambio, el susodicho político se beneficiaba quedándose con parte de las ayudas (programas para diversas causas) o pagos exiguos por la compra de parte del territorio, como lo llegó a hacer en su momento su Alteza Serenísima; también el vecino se hacía de la vista gorda con todos los indocumentados que entraban a su país, buscando trabajar en lo que fuera, porque en nuestro país, para este estrato social marginado, no había empleos y los que había eran de cargadores mal pagados, en cambio en el país vecino hasta los cargadores ganaban tan bien, como aquí cualquier ingeniero patito.

En consecuencia, emigrado de un país que lo tenía abandonado, en donde cualquiera inepto podría llegar a ser funcionario público o líder de algún sindicato o comerciante (proveedor) amafiado  con el poder; por el contrario en ese país, cumpliendo con las obligaciones que exigía, había factores de admirar, como eran: el orden, la limpieza, la organización, el respeto obligado por la autoridad, las oportunidades de desarrollo, los salarios y la educación cívica de la gente, por lo que muchos deseaban quedarse, obviamente extrañando a la familia y a los amigos, pero de ninguna manera a la vida miserable que por años habían tenido.

Desde que el país fue convencido por nuestro vecino para formar un bloque comercial, junto con ellos y Canadá, ayudado por las firmas extranjeras que aportaban además de su dinero, sus directivos y su propia tecnología, se olvido casi completamente del campo, de la marcha al mar, de la educación de calidad, de la investigación y del orden ético institucional. Por supuesto, dañó la posibilidad de generar empleos bien remunerados.

Entonces, con la actitud franca de Trump de desconocer El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), usando como pretexto que su balanza comercial con México es deficitaria, además de no querer conservar las relaciones de buenos vecinos con un país, en donde la mayoría de sus dirigentes políticos no les ha interesado el bienestar del pueblo, sino dedicarse a practicar la cleptocracia, el desorden y la corrupción, no había razón para tenerlos como socios.

Refuerza su posición en el déficit de casi 40,000 millones de dólares que tiene su balanza comercial con México, cuando su déficit con China es cinco veces mayor. Incongruente, ¿verdad?, Quizás no es tanto, porque China es la segunda potencia Mundial, tiene ocho veces más población, cuenta con recursos materiales y económicos más que suficientes, con bastantes reservas en Dólares americanos y por si fuera poco, maneja la fusión del átomo sin ninguna sanción mundial.

La intensión absurda de Trump es dar por terminado el Tratado de Libre Comercio si la balanza comercial con México no le favorece. Tal parece que quiere regular la preferencia de consumo del pueblo norteamericano, sin que le importe gran cosa los canales comerciales establecidos en ambos sentidos. Esto es tan desleal, como para que con un poquito de dignidad no volver a hacer tratos con ellos.

En consecuencia, México tendrá que ver por su propio desarrollo y estabilidad, atacando los problemas que le han agobiado y que de cierta manera también le afectan a Trump para su propósito de recuperar la grandeza de su país. Como si no estuviera reconocido como el país más poderoso sobre la tierra.

Desde su campaña para ser presidente de ese país, no ha dejado de insistir en levantar un “muro” entre los dos países con el objeto de evitar la entrada de indocumentados, pero con la pretensión de que México lo pague de alguna forma, haciendo felices a sus seguidores Kukusclaneros, incitando a propios y extraños al declarar abiertamente que dicho “muro” lo haría muy feliz. Lo que demuestra que además de racista es Nazi.

Otros comentaristas más científicos, analizan el argumento que utiliza, sobre la tasa alta (4.1%) de desempleo que dice tener su país, obligando o amenazando a ciertas empresas estadounidenses a regresar su inversión o no invertir en México (el extranjero), para que generen empleos en su país, cuando esa gente desempleada está compuesta por blanquitos indolentes que no quieren ensuciarse las manos, como lo pueden hacer los africanos y los latinos por unos cuantos dolares. Por eso también critica los altos sueldos que reciben los atletas (jugadores) de ascendencia africana, según él no se lo merecen. Lo cierto es que el señor es Ario Nazista, los mayores racistas que han existido en esta tierra.

En este sentido los latinos no tienen con que compararse con lo anglosajones, estos son pragmáticos, organizados, ecuánimes, pero sobre todo blancos, guapos y altos. La diferencia salta a la vista.

Por otro lado, otro tipo de comentarista, se fija más en la forma mal educada, caprichosa y amedrentadora con que el mandatario trata los asuntos diplomáticos, no nada más con México, sino con todo el Mundo, ofendiendo a núcleos importantes: la separación de la ONU, el tratado de parís para controlar el cambio climático, el desprecio por la mujer y los juicios antisemitas, pero sus seguidores lo excusan porque dicen que es su forma de negociar y presionar, para dar buenos resultados. Dice que los acuerdos no han funcionados, sumando antipatía y rechazo a los estadounidenses por orgullosos, prepotentes y poco confiables, haciéndolos intratables, incrementando la imagen de enemigo a vencer, alejándolos de lo que ya habían conseguido.

Finalmente, con tantos prejuicios nos preguntamos: ¿Quién apoyará a Trump, en el caso de una confrontación de grandes proporciones?: ¿Los negros que votaron por él?, ¡No! pues ya conocen de su racismo, ¿Los judíos que también votaron por él?, ¡No! puesto que han sido vilipendiados, ¿Los latinos?, ahora más que nunca serán usados como carne de cañón. Solo quedan los blanquitos y recientemente la clase media con la rebaja de impuestos que obtuvieron de las Cámaras y que sarcásticamente no son frente de guerra.

Ahora bien, si llegara a concretarse alguna conflagración en su contra,  surgiría la amenaza implícita de que México llegara a ser otra estrellita lejana, como lo ha sido Puerto Rico, con tal de alejar el conflicto de su nuevo territorio.

Lo que sí es seguro es que sus poses, sus chistes a costa de los demás y su expresión de cantina, seguirán conquistando la aversión del pueblo, la cual se balanceara con las adulaciones de los que pagarán menos impuestos, beneficiando sus intereses. Por algo es el presidente del país más poderoso del Mundo.



JMRS


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