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Asad es el peor enemigo de los sirios y un obstáculo para la paz 

2018-02-21

MOHAMMED BADRA / EFE

Primero fue, en agosto de 2013, un masivo ataque químico con gases que dejó cientos de muertos. Luego, un terrible cerco de cuatro años que bloqueaba la ayuda humanitaria enviada por la ONU. Finalmente varias semanas de bombardeos, el mayor de los cuales se cobró la vida ayer de unas 100 personas (20 de ellas niños) y dejó más de 400 heridos en un solo día. 

Las tropas de Bashar Asad no han dejado de hostigar a la población de Guta Oriental, considerado el principal bastión opositor al dictador sirio.

Apoyado militarmente por Irán, Rusia y Turquía (cada uno con sus particulares intereses en la zona), Asad se ha convertido en el más letal enemigo de su pueblo, contra el que ha utilizado en varias ocasiones el gas sarín y otras armas químicas, y el principal obstáculo para la paz en la región. 

Es cierto que la situación es endiablada, después de siete años de guerra, más de 400,000 muertos, millones de desplazados y decenas de actores dispuestos a perpetuar la guerra antes de ceder en sus posiciones, pero Asad no puede nunca estar presente en una futura solución estable para la zona. Su actitud genocida lo deslegitima para representar a los sirios.