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Mercadotecnia abusiva
Almte.Manuel Rodríguez Gordillo "Aquel que acostumbra agachar la cerviz.... ¿ A quien está protegiendo la PROFECO ? Tal parece que en estos tiempos neoliberales en que el valor supremo es la acumulación irracional de dinero, la “Mercadotecnia”, como arte de inducir la compra de abalorios inútiles e innecesarios, atribuyéndoles dudosas virtudes o creando modas y supuestos prestigios, se ha convertido en una práctica abusiva que no respeta los derechos elementales de las personas, a quienes deshumaniza con el anonimato refiriéndose a ellas simplemente como “consumidores”, “cartera de clientes”, o a un número más en la estadística contable. Dentro de este panorama deshumanizado destaca el pésimo trato despectivo hacia su clientela que practica el monopolio telefónico de TELMEX, llevando su mercadotecnia al extremo de violar el respeto que le deben merecer los usuarios de sus servicios, ya sean de telefonía móvil o fija, de Internet y/o de servicios televisivos. Actualmente la dirigencia y empleados de este oligopolio consuetudinariamente abusan y le faltan el respeto de manera sistemática y sus usuarios, quienes para poder comunicarse telefónicamente con dicha empresa se ven obligados a soportar durante más de 10 minutos, grabaciones de una máquina con anuncios comerciales ofertando productos y servicios de dicha empresa, para que posteriormente otra grabación le indique marcar un número en el teléfono para poder ser atendido (o quedar en una larga espera soportando más anuncios comerciales), hasta que buenamente alguien responda. En este periplo de anuncios, nunca autorizados por el usuario que desea comunicarse, le hacen perder un promedio de veinte minutos, en los cuales solo escucha grabaciones antes de ser atendidos por empleados de carne y hueso, quienes de mala gana atienden con un mediocre y tardío servicio. Lo anterior es una muestra evidente del desprecio que tiene este monopolio telefónico hacia quienes contratan sus servicios y con sus pagos hacen posible su existencia como empresa altamente lucrativa, que por su condición de monopolio los convierte en víctimas cautivas de sus abusos “mercadotécnicos”, como es la violación de la privacidad de los números telefónicos de sus usuarios, que sus empleados convierten en mercancía cuando venden dichos datos privados a empresas publicitarias, a bufetes de cobros, a partidos políticos, y hasta a grupos criminales que los utilizan para extorsionar telefónicamente. Dentro de este marco de abusos perpetrados a la sombra y usos de la mercadotecnia neoliberal, que únicamente busca el mayor lucro posible, el usuario de TELMEX en México se encuentra en la más absoluta indefensión, dada la nula intervención (o complicidad), de la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), a pesar de que esta institución gubernamental fue creada para defender los derechos del consumidor, cuyas funciones legales a cumplir y razón de ser, son las de proteger, promover y garantizar las relaciones comerciales equitativas del mercado, que fortalezcan la cultura de un consumo responsable, así como el acceso en mejores condiciones a productos y servicios, asegurando certeza y legalidad. Tal parece que la ideología deshumanizada del neoliberalismo ya perneó la razón de ser de la PROFECO, dado que ante el abuso de los monopolios como el telefónico, pueden estafar al consumidor con impunidad y/o actuar con absoluto desprecio de nuestras leyes sin que las autoridades responsables tomen cartas en el asunto, generalizándose así el abuso y la estafa como práctica cotidiana, que al parecer ya forma parte de las artes del engaño que cínicamente han bautizado como “Mercadotecnia”. Actualmente en esta realidad neoliberal que estamos viviendo, las sospechas que se tenían de que el afán desmedido del lucro era el valor supremo que regía la conducta política y social, se ha convertido en una certeza y en conducta generalizada, donde la el bienestar del hombre como sujeto social, armónicamente integrado en y con la naturaleza, ha dejado de ser el motivo de todo esfuerzo, y se ha marginado hasta desvalorizarlo como persona para convertirlo en una pieza abstracta al servicio de un consumismo estúpido, imponiendo una visión cultural donde el valor supremo y paradigma para medir el éxito y el respeto social, solo cuenta la acumulación de abalorios inútiles y la aceptación de modas estrafalarias y consumistas que solo empobrecen la vida. JMRS |
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