Formato de impresión


En México tenemos más rabia que susto : Soledad Loeza


2018-04-16

Javier Lafuente, El País

Soledad Loaeza no sale de su asombro. El Tribunal Electoral de México acaba de validar la candidatura de Jaime Rodríguez, El Bronco, para las elecciones presidenciales pese al más de millón de firmas falsas que había detectado el Instituto Nacional Electoral (INE). “La decisión es un insulto a todos nosotros y a una de las instituciones que ha funcionado mejor en la democracia”, considera la investigadora y académica mexicana, profesora del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México.

Loaeza ve con preocupación lo que pueda ocurrir después del 1 de julio. “No podemos seguir viviendo en un país donde los gobernantes sean una panda de truhanes, donde esté en juego quién viole la ley mejor que el otro”, opina la profesora, que alerta del riesgo de que la división política se incremente. “Sin instituciones no hay gobierno que funcione, ni de izquierda ni de derecha. Estamos muy fragmentados y en esa fragmentación no hay posibilidad de entenderse.

Pregunta. ¿Qué balance hace en términos políticos de este sexenio?

Respuesta. Yo diría que es el acta de defunción del PRI. Lo pongo en términos dramáticos porque quiero ilustrar la catástrofe que ha supuesto para el PRI este último gobierno. No sé por qué en lugar de volver y tratar de recuperar parte del prestigio perdido hicieron todo lo contrario. En términos generales los partidos han salido mal de este sexenio. Estamos dentro de la ola mundial de la crisis de los partidos políticos, pero para nosotros es catastrófico.

P. ¿Qué diferencia a México del resto del mundo?

R. Lo que pasa es que la experiencia en México con un sistema de partidos funcional, más o menos flexible, es breve, no ha llegado a madurar. México nunca llegó a ser una democracia consolidada, la estábamos degustando. Creo que es una catástrofe esta historia de las coaliciones. Es como si se quitaran la camiseta y se pusieran una máscara.

P. ¿Cuál es el peligro que se corre?

R. Hay una pérdida de la ideología, no puede ser de otra manera. Cuando el PAN se alía con el PRD, tiene que renunciar a lo que le ha dado la vida: la identidad. Se vuelve un grupo de interés, deja de ser un partido político. En el caso del PRD pasa un poco lo mismo, pero su desideologización, como la de la izquierda en general, es un fenómeno más viejo. Los ciudadanos estamos un poco perdidos, ya no sabemos qué ofrecen para gobernar, quiénes son, qué piensan, por qué cambian de partido. Estamos ante un personal político que se ha consolidado como una hermandad, no importa que sean de izquierda o de derecha, son cómplices ante el ciudadano.

P. ¿Qué está en juego en esta elección?

R. Está en juego un México políticamente nuevo, cuyo rostro no conocemos y que apenas se va a develar el 1 de julio. Es un México que se ha estado formando en los últimos 12 o 18 años. Somos muy lentos, nos tomamos nuestro tiempo, somos temerosos, nada aventureros.

P. ¿Cómo ve el liderazgo de Anaya?

R. En lo personal, veo a Anaya y pienso: ¿Quién va a poner el país en manos de este joven? La derecha nunca ha tenido un líder, no ha tenido un Lázaro Cárdenas. Han tratado de hacer de Gómez Morín un héroe, pero era un profesionista, nada más, no era un pensador original. Quisieron hacerlo de Fox, pero se convirtió en el gato negro de la transición. Estoy viendo que Anaya no está respondiendo a las circunstancias.

P. ¿México necesita un líder?

R. No necesariamente, pero las fuerzas políticas sí. México necesita un buen presidente, que tenga la suficientemente humildad para decir que no sabe y que recurre a las personas que sí.

P. Da la impresión de que, de todos los candidatos, el que más liderazgo tiene es López Obrador.

R. No me lo parece. A diferencia de hace 12 años, tiene cierta gravitas, que ha adquirido con la edad, nada más. No es un pensador deslumbrante ni tiene una retórica avasalladora. Ahora, Lázaro Cárdenas no hablaba mucho: Alemán no hablaba mucho; López Portillo, que era buen orador, tuvo un liderazgo breve, pero lo tuvo. Carlos Salinas, aunque ahora nadie lo quiera admitir, tuvo una aceptación del 80%. Sedujo a los mexicanos, tenía una capacidad de persuasión muy impresionante. Y un presidente creo que necesita eso.

P. Esta es una elección donde el candidato del PRI no es militante del PRI; el del PAN pacta con el del PRD; una independiente se presenta como la más panista y el líder en las encuestas resulta casi el único priista.

R. Estoy de acuerdo. Lo es de corazón, de nacimiento. Representa un viejo PRI, idealizado, que desde luego es mejor que el de ahora. El de antes tenía un poco más la idea de país, no es esta cosa voraz y rapaz que estamos presenciando. Es un lenguaje que nos es muy familiar y en un momento de incertidumbre como este, es atractivo. A mí que Anaya me venga a hablar de tecnología, me aburre y luego pienso qué tipo de país tendrá en la cabeza o si solo ve un laboratorio de computadoras. Quiero proponerles a los periodistas que no les pregunten más qué han leído, porque cada vez hacen más el ridículo. Anaya dice que ha leído El Quijote y que El laberinto de la soledad influyó mucho en su formación. ¿En su formación de qué? Un libro que se publicó 1950, que es como la guía turística del alma del mexicano… Nada más hacen el ridículo.

P. ¿Siente que hay más hartazgo que miedo a lo que pueda llegar nuevo?

R. Tenemos mucha más rabia que susto.

P. ¿Qué papel deber jugar la sociedad mexicana en este proceso?

R. Creo que lo que nos toca es rebelarnos donde podamos y como podamos. Hay que ir a votar, porque si no van a votar por uno, pero es muy difícil. No votaría por Anaya ni por Meade y por López Obrador… El otro día me hicieron dos preguntas y las respuestas demuestran mi ambigüedad tan terrible frente al 1 de julio. Me decían: ¿Tú crees que López Obrador será bueno para México? Dije que puede ser. Pero después me preguntaron si creía que sería malo y dije que sí.

P. ¿Por qué?

R. Porque es muy irresponsable. No creo que sea Chávez, ni Maduro. Me parecen comparaciones ridículas. Eso de que llega el expropiador por excelencia es propaganda barata. Pero sí creo que sería capaz de gobernar por encima del Congreso. Yo siento que él se aburriría de gobernar.

P. ¿En qué sentido?

R. Porque no es un hombre de administración, de leer expedientes. De leer, punto. Para gobernar se tiene que estudiar, averiguar qué está pasando.

P. Como si quisiera ser presidente pero no gobernar.

R. Él quiere ser un líder, pero no quiere administrar, le da flojera. Lo que quiere es estar en campaña. Es como Fox, en eso son muy comparables. Fox decía que lo que quería es hablar con la gente. Bueno, maestro, para eso no tienes que ser presidente de la República. Te damos un programa de televisión, dos de radio… Creo que ese es el principal problema, que se aburra de gobernar y si no hay una jerarquía entre quienes gobernarían con él, pueda resultar conflictivo. Conozco a varias de las personas que gobernarían con él y me siento más a gusto que con las personas que gobernarían con los otros. Hasta ahora se ha rodeado de profesionistas, aunque uno pensaría que un líder como él querría una guardia pretoriana. Sobre todo creo que quiere calmar a los empresarios, porque pueden hacer muchas maldades. Si sale elegido se viene una devaluación del peso y eso va a hacer mucho. Quiere demostrar que está dispuesto a escuchar a gente que sabe. Algo ha aprendido.

P. Después del 1 de julio, México puede estar ante un escenario inédito en el que el PRI se queda sin la presidencia, pero además pierde poder local.

R. Lo que van a aparecer son 29 pris. Ese PRI del que todo el mundo habla tampoco vivió tanto tiempo. Se ha hecho una historia oficial en la que hay muchas lagunas y molinos de vientos. Lo que ha pasado desde Fox es que ha habido una fragmentación del PRI. No todos hablan el priñol.

P. ¿En qué consiste ese priñol?

R. Es una cosa muy antigua. Muy irritante, un lenguaje de arrogancia, de uno que fue poderoso y que ya no lo es. Los mexicanos seguimos teniendo una cultura priista, de doble lenguaje, de enigmas, aunque el otro los entiende. Los mexicanos estamos acostumbrados a mandarnos mensajes en un lenguaje que parece decir lo completamente diferente. Cuando floreció el pluralismo, esa cultura empezó a resquebrajarse.


 



regina


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com