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Totalitarismo populista y Ausencia de memoria histórica
Almte. Manuel Rodríguez Gordillo "Detrás de un redentor populista siempre En busca de poder entregar mi voto de manera razonada ante la proximidad de los comicios hacia la presidencia de la república, empecé a hurgar en libros de historia universal buscando situaciones semejantes a las inquietudes socio-económicas y políticas que actualmente se están dando en el agitado proceso electoral que vivimos, con el fin de conocer la evolución y los resultado que tuvieron en el pasado y en otras latitudes, que extrapolados a nuestro país nos permitan visualizar el posible futuro que nos podría esperar a todos los mexicanos. Dentro de las inquietudes del electorado y las acciones de las diversas fuerzas políticas para obtener el voto ciudadano, destaca el discurso mesiánico redentor que busca manipular las emociones y subordinar conciencias, diciéndole a la ciudadanía aquello que quiere oír, generalmente utopías y soluciones casi mágicas de los problemas dado que no presentan programa alguno para desarrollar, y menos aún planes y/o programas coherentes y sustentables para realizarlos. Desde tiempos inmemoriales esta ha sido la táctica que emplean los demagogos para cautivar ingenuos y manipular crédulos, quienes prefieren confiar en redentores para que piensen y decidan por ellos, en vez de analizar y pensar por sí mismos antes de tomar decisiones. En el lenguaje común de la política a esta táctica demagógica se le conoce como populismo, que recientemente algunos cínicos han bautizado como “Mercadotecnia política” para darle respetabilidad. Cuando analizamos las características de este populismo demagógico a través de la historia, encontraremos que sus formas básicas no han modificado su esencia, y que su aparente transformación solo ha sido de aplicación aprovechando los apoyos de la tecnología, así como los avances de la psicología profunda, que han hecho posible manipular conductas a través de mensajes subliminales, además de facilitar una mayor y más rápida difusión del discurso demagógico, así como una mayor penetración para alcanzar el inconsciente, procedimiento que los psicólogos llaman “Seducción subliminal”. Una de las características indispensable y atemporal de la personalidad de los políticos populistas y demagogos, que fácilmente los identifica cuando andan en busca del poder, es la de asumir el papel de redentores impolutos del pueblo, disfraz que les permite acercarse fácilmente a las masas de desheredados, además de otros ropajes camaleónicos que pueden englobarse (con muy pocas variantes), dentro de los siguientes rasgos de conducta: I.- Dirigen su reclamo de adhesión hacia los grupos más ignorantes de la población, por ser los más susceptibles de engañar debido a su poca información académica y cultural, limitaciones que aprovechan para embaucarlos con promesas de riqueza y bienestar a cambio de nada, siendo estos argumentos los de mayor impacto emocional. 2.- Nunca presentan planes a largo plazo sino ocurrencias inmediatistas de muy corto plazo, y cuando se le solicitan evaden la respuesta, o se niegan a discutir el tema diciendo que están siendo víctimas de un complot. Las soluciones de problemas que prometen realizar nunca las sustentan con planeamientos claros, sólidos y alcanzables. 3.- Siempre pretenden ser dueños de verdades absolutas y no aceptan discusión alguna al respecto y menos aún si se trata de dudas sobre la infalibilidad de sus afirmaciones, especialmente cuando son ocurrencias nacidas de su mercadotecnia política enfrentadas con realidades evidentes. 4.- Eluden la democracia del voto secreto por lo que siempre buscan afirmarse utilizando el voto a mano alzada durante las concentraciones públicas, así como la aclamación estridente que ahoga el reclamo de cualquier disidencia, tácticas que le permiten identificar a quienes no lo apoyan incondicionalmente. 5.- Califican y acusan sin presentar prueba alguna, ya sea de traidores a la patria, o de ladrones, y/o de corruptos a quienes son sus adversarios políticos. 6.- De antemano o en el ejercicio del poder, y en mítines públicos de acarreados piden a las masas delirantes de sus incondicionales, que se le autorice el poder total y sin contrapesos reguladores del poder, como lo es en una democracia, sin importarle que pide un ejercicio totalitario del poder. 7.- Exigen adhesión sumisa a su persona y creencia dogmática a sus postulados, así como a sus interpretaciones de la realidad. 8.- Psicológicamente son personalidades enfermizas con síndromes paranoides y un alto grado de soberbia narcisista, además de asumirse como víctimas para eludir responsabilidades y/o culpando a los demás de sus desaciertos. Estos rasgos de personalidad descritos corresponden a quienes buscan el poder para satisfacer un ego desmedido, que en ocasiones son capaces de sacrificar o incendiar a una nación con tal de sobresalir y hacer historia a su manera, como fue el caso del incendiario de la Grecia clásica quien ante su incapacidad de pasar a la historia aportando algo positivo al progreso de su pueblo, decidió incendiar el Partenón ateniense para que en el futuro se recordara su nombre.... sus contemporáneos más sabios y capaces que él, lo condenaron a que su nombre fuese ignorado, borrándolo de todos los anales de su tiempo. En la historia universal existen numerosos ejemplos de estos estafadores político-sociales que sufren de mesianismo populista, siendo Nerón, emperador de Roma, el ejemplo más notorio de la antigüedad y como demagogos mesiánicos en tiempos modernos podemos citar a “Su Alteza Serenísima”, Antonio López de Santa Ana en el Siglo XIX mexicano, y a principios del Siglo XX al “Duce” Benito Musolini en Italia, arquetipo que imitaron el “Fuehrer” Adolfo Hitler en Alemania durante el segundo tercio del Siglo XX, , José Stalin en la antigua URSS (actualmente Rusia), el “Caudillo por la gracia de Dios” Francisco Franco dictador de España durante más de 35 años, Hugo Chávez en Venezuela, Saddam Hussein en Irak, Muammar Gaddafi en Libia y otros muchos déspotas y tiranos, auto ungidos como salvadores de sus patrias y que al final solo llevaron desgracia, miseria y muerte a sus pueblos. Todo lo citado en párrafos anteriores es una llamada de alerta en este tiempo de comicios, advirtiendo de la necesidad de razonar libremente para elegir al mejor de los candidatos como próximo presidente de la república, y también para recordar que el voto depositado en las urnas es una autorización para que la persona elegida disponga de nuestro futuro, acto de entrega que debe ser consecuencia de un razonamiento lógico y equilibrado, y no un impulso nacido de las emociones o de consejos malintencionados de terceras personas, que de no ser así nos llevaría como pueblo y como forma de gobierno a la condición de súbditos en un estado totalitario. JMRS |
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