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Preguntas a los candidatos rumbo al segundo debate


2018-05-19

Alexandra Délano Alonso, El País

Esta elección es la primera en la que los mexicanos en el exterior tuvieron la oportunidad de tramitar su credencial para votar desde embajadas y consulados mexicanos. Los ciudadanos mexicanos que viven fuera del país han podido votar desde 2006, pero hasta ahora su participación había estado limitada por el hecho de que muchos no contaban con credencial de elector ni la posibilidad de viajar a México para obtenerla. Más de medio millón de credenciales fueron expedidas desde 2016 y 181,000 personas se registraron para votar el 1 de julio. El número sigue siendo bajo en relación a los ocho millones de mexicanos que son elegibles para votar desde el exterior. Sin embargo, es un aumento de más del triple respecto a la elección de 2012.

Los mexicanos en el exterior tienen un peso político y económico innegable para México y su relación con Estados Unidos. Hay 36 millones de mexicanos fuera del país, once millones nacidos en México. El 98% está en Estados Unidos. El poder político de sus organizaciones y líderes es cada vez más importante y seguirá creciendo. Su influencia en la economía mexicana es clara. En 2017 las familias mexicanas recibieron más de 28,000 millones de dólares en remesas.

¿Bajo qué escenario podría México cabildear por una regularización frente al gobierno de Trump, incluso si el partido republicano llegara a perder la elección intermedia?

En el año 2000 el presidente Vicente Fox anunció que gobernaría para 120 millones de mexicanos, incluyendo a los “héroes migrantes” que vivían fuera del territorio. Desde entonces el Gobierno ha dado prioridad al tema migratorio y a los mexicanos en el exterior. En 2003 se creó el Instituto de los Mexicanos en el Exterior y se destinaron mayores recursos para ampliar los servicios de los consulados. Muchos temas de fondo siguen desatendidos. Nuestra política migratoria se queda corta en cuanto a la atención a las causas de la emigración y la protección de los derechos de los migrantes en tránsito y de los migrantes deportados y retornados. A ello se suman nuevos retos como el desplazamiento interno, la migración forzada por la violencia y el aumento de las peticiones de asilo de centroamericanos que se están quedando en México.

Los candidatos a la presidencia no han ofrecido un diagnóstico ni una propuesta integral para responder a los temas prioritarios para nuestro país, especialmente en el contexto de las políticas anti-inmigrantes de la última década y, sobre todo, ante el discurso xenófobo y anti-mexicano del presidente Donald Trump. El segundo debate presidencial de este domingo será una oportunidad para que planteen proyectos concretos en temas clave para la relación México-Estados Unidos y para la diáspora mexicana: comercio exterior, seguridad fronteriza y los derechos de los migrantes.

Las plataformas de los tres candidatos punteros señalan como prioridad la defensa de los derechos de los mexicanos en el exterior, pero sus propuestas son vagas, limitadas y, en algunos casos, desatinadas. Una de las respuestas del Gobierno de Enrique Peña Nieto frente a las deportaciones masivas y los ataques de Trump fue aumentar los recursos para la protección de los mexicanos en el exterior, sobre todo para la asistencia legal. Cuando se enarbolan en la bandera nacionalista con la promesa de que van a dar prioridad a la defensa de esta población, ¿los candidatos sugieren dedicar aún más recursos para la protección consular? ¿o lo harán para temas como acceso a la salud y educación? ¿Cuál es su diagnóstico sobre lo que ha logrado o no el actual Gobierno? El discurso sobre la protección a los mexicanos en el exterior evade un análisis profundo sobre lo que ya existe, lo que funciona o no y lo que es necesario desarrollar. Esto incluye la participación de los migrantes en la definición de objetivos y estrategias.

¿Los candidatos presienciales  sugieren dedicar aún más recursos para la protección consular?

También hay propuestas poco viables. José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México, y Ricardo Anaya, de Por México al Frente, prometen cabildear por una regularización de los migrantes indocumentados en Estados Unidos. Esta propuesta recurrente desde “la enchilada completa” de 2001 no parece reconocer los fracasos anteriores ni la realidad que se vive en Estados Unidos.¿Bajo qué escenario podría México cabildear por una regularización frente al gobierno de Trump, incluso si el partido republicano llegara a perder la elección intermedia? Anaya acota el tema a “apoyar la regularización de los llamados dreamers”. Ignora una demanda fundamental de los propios dreamers: una regularización debe incluir a sus padres y a otros indocumentados.

Otro tema que los candidatos dejan de lado es la representación política de los mexicanos en el exterior. La representación directa en el poder legislativo federal es un tema pendiente. El Gobierno del PRI ha ido en la tendencia contraria, quitando peso a los pocos espacios alternativos que se habían abierto como el Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior. ¿Los candidatos estarían dispuestos a considerar la posibilidad de que mexicanos que no viven en México puedan competir por una senaduría o una diputación? ¿Proponen alguna opción para incluir directamente a los mexicanos en el exterior en el diseño y la implementación de políticas que les conciernen? ¿Considerarían la posibilidad de crear una Secretaría del Migrante, como lo han pedido algunos representantes de la comunidad mexicana en el exterior?

Una cuestión fundamental que los candidatos deben responder es cómo atender las causas estructurales de la migración y promover un retorno digno para las personas que regresan a México de manera forzada o voluntaria. La plataforma de Andrés Manuel López Obrador es la única que reconoce la relación causal entre la precariedad material con el incremento de la inseguridad, la violencia y la migración forzada. Más allá de esta declaración, no hay una propuesta directa sobre las políticas que puedan garantizar el derecho a no migrar, para que las personas que decidan salir del país puedan hacerlo de manera voluntaria y en condiciones dignas, y para atender las necesidades inmediatas de quienes regresan a México y se encuentran con condiciones similares o peores a las que dejaron. Estos ciudadanos mexicanos se han sumado al padrón electoral y no se conformarán con el mismo discurso hueco de siempre.

Voten o no este 1º de julio, los migrantes mexicanos van a seguir transformando la política, la economía, la sociedad y la cultura aquí y allá. Los candidatos a la presidencia deben reconocer estos retos y oportunidades con propuestas concretas que respondan a las nuevas realidades de la migración y de la relación México-Estados Unidos.



JMRS


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