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Trump y el tapón migratorio


2018-07-23

IVAN BRISCOE Y ARTURO MATUTE | Política Exterior

 


La inmigración desde el Triángulo Norte supone para México una crisis humanitaria, un problema social en su frontera Sur y un conflicto de primera magnitud con EU.

Decenas de miles de ciudadanos de los países del Triángulo Norte de Centroamérica –El Salvador, Guatemala y Honduras– continúan dejando sus hogares en busca de mejores condiciones de vida. Huir de la violencia es la principal causa mencionada por los inmigrantes hacia la que una vez fue considerada la tierra prometida, Estados Unidos. Pero la hostilidad hacia estos migrantes y refugiados es hoy más visible y extrema que nunca, desde las comunidades que los reciben en el sur de México hasta las altas esferas del poder político en EU. La “tolerancia cero” declarada por la administración de Donald Trump hacia estos migrantes en mayo de 2018, incluyendo la separación forzada de padres e hijos que cruzan la frontera estadounidense con México, es solo el último peldaño de una escalada de políticas cada vez más severas contra los centroamericanos, legales e indocumentados, en EU.

De un lado, la consecuencia más nefasta del endurecimiento de la política migratoria estadounidense es la situación de total desamparo de miles de centroamericanos que intentan escapar de condiciones abominables de violencia en sus hogares y barrios. Sin embargo, el problema migratorio no se reduce a la pugna entre el imperativo humanitario y el rechazo a los recién llegados por razones étnicas, económicas o de pura ganancia política por parte de la administración Trump.

Entre los tres países del Triángulo Norte y la frontera de EU se interpone México, con relaciones políticas muy atribuladas con su vecino del Norte desde la llegada al poder de Trump. Para el gobierno mexicano, la migración centroamericana es una crisis humanitaria que afecta a pueblos hermanos, pero también un problema social en sus Estados sureños y, quizá más importante, una oportunidad única y herramienta de presión contra EU.

Dinámicas migratorias desde el Triángulo Norte

La vecindad, la brecha en los niveles de renta y el asentamiento previo en territorios actualmente estadounidenses inciden en la fuerte presencia de población de origen mexicano en EU. El Pew Research Center estima que unos 35,3 millones de personas con origen mexicano –el 64% del total de hispanos en el país– residían en EU en 2014. Pero el flujo de mexicanos hacia este país ha disminuido radicalmente en los últimos años. Mientras tanto, los inmigrantes a EU procedentes del Triángulo Norte han aumentado, pasando de 60,000 personas en 2011 a 115,000 en 2014. En ese año, un incremento ­inusitado en la llegada de menores no acompañados a la frontera suroccidental de EU dio visibilidad al Triángulo Norte como región de origen dominante, situando la inmigración en el centro de la agenda política estadounidense.

El gobierno de Barack Obama reforzó los sistemas de control de fronteras, continuó con la expulsión de inmigrantes indocumentados y, sobre todo, presionó al gobierno mexicano para atajar el flujo migratorio en su territorio.

A pesar de estas medidas ya existentes, Trump comenzó a hostigar a México desde el comienzo de su campaña a la presidencia en 2015. Así, Trump llegó a declarar que el país “no es un amigo” de EU, hacia donde estaría “enviando personas con muchos problemas […] que traen drogas […] crimen […] que son violadores”. Cinco días después de asumir la presidencia, Trump emitió una orden ejecutiva sobre seguridad fronteriza que promulgaba la intención de construir un muro en la frontera con México y ordenaba el fortalecimiento del control migratorio.

Después de meses de vigencia de la orden ejecutiva, el departamento de Seguridad Interior (DHS, siglas en inglés) aseguró que, en la actualidad, la frontera terrestre suroccidental es más difícil de infringir que en cualquier otro momento de la historia. Asimismo, se ha constatado un aumento en la proporción de migrantes indocumentados que contratan los servicios de un “coyote”, y una subida de las cuotas que cobran los traficantes de personas. Llegar a la frontera estadounidense es cada vez más difícil, lo que disuade a los inmigrantes tradicionales animados por la búsqueda de mejores condiciones de empleo o la reunificación familiar.

No obstante, las condiciones de vida en los países del Triángulo Norte siguen intactas. Es una de las subregiones del mundo más violentas aunque esté oficialmente en paz. Pese a que los controles han logrado reducir el número de inmigrantes, la huida continúa y responde a la necesidad apremiante de escapar de condiciones de vida imposibles de soportar. El flujo migratorio tradicional se ha reducido en volumen, pero ha mutado cada vez más en un tránsito de refugiados, que reciben el trato de criminales…



Jamileth


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