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Jobs, Bezos, Musk � líderes visionarios, jefes déspotas 


2018-08-08

Tony Schwartz, The New York Times


Mientras leía el libro de Ashlee Vance “Elon Musk: Tesla, Space X y la búsqueda de un futuro fantástico”, mi ánimo se paseaba entre la admiración y el desconcierto, lo mismo que sentí después de leer “Steve Jobs”, de Walter Isaacson, y “La tienda de los sueños: Jeff Bezos y la era de Amazon”, de Brad Stone.

Podría decirse que estos líderes son los visionarios de negocios más extraordinarios de nuestros tiempos. Cada uno ha introducido productos únicos que cambiaron — o en el caso de Musk y sus autos eléctricos, que tienen un enorme potencial de cambiar — la forma en que vivimos.

Quedé sorprendido por el carácter innovador, persistente, creativo y valiente con el que éstos construyeron sus negocios. Además, me encantan sus productos. Tengo una Mac Pro y un iPhone, y he sido leal a Apple por 20 años. Compro muchos libros y productos en Amazon, atraído por la combinación de precios bajos, facilidad de compra y una entrega rápida y confiable. El Tesla Model S es sin duda el mejor automóvil que he conducido en mi vida; es completamente eléctrico y puede recargarse en el garaje.

Claramente he sido seducido por lo que estos tipos están vendiendo.

Lo que me desconcierta es la poca importancia y aprecio que ellos le dan (o en el caso de Jobs, daba) a sus empleados leales, y lo innecesariamente crueles y denigrantes que llegaron a ser con la gente que los ayudó a realizar sus sueños.

Para ser justos, todos los líderes tienen defensores fieles. En Apple, por ejemplo, los sucesores de Steve Jobs — incluyendo a Tim Cook, director ejecutivo, y Jonathan Ive, jefe de diseño — han afirmado que Jobs maduró significativamente como líder en sus últimos años. Musk y Bezos también tienen altos dirigentes que han trabajado con ellos por muchos años. Pero incluso un admirador como Ive quedaba perplejo con el modo en el que Jobs trataba a la gente.

“Es un tipo muy sensible,” le dijo Ive a Isaacson poco antes de que Jobs falleciera en 2011. “Esa es una de las razones por las que su comportamiento antisocial y su descortesía son tan desconcertantes. Puedo entender si la gente insensible es descortés, pero no alguien sensible”.

Dado el extraordinario éxito de estos hombres, la pregunta obvia es si ser implacable con las personas, e incluso cruel, puede hacer que estas se desempeñen mejor.

Creo que la respuesta es no. Nuestra investigación en el Energy Project ha demostrado que los empleados suelen tener mejor desempeño cuando sienten que sus necesidades están siendo satisfechas en el trabajo, sobre todo en temas de respeto y aprecio.

Como escribió Isaacson acerca de Jobs: “No es necesario ser grosero. Esto, más que una ayuda, fue un obstáculo en su camino”.

Similarmente, una persona que trabajó con Musk le contó a Vance: “Puede ser muy amable y leal, y luego ser durísimo con las personas cuando no es necesario”.

En Amazon, las explosiones de ira de Bezos llegaron a ser conocidas como “locuras”. “Era capaz de caer en hipérbole y ser cruel en esos momentos”, escribe Stone.

¿Qué lleva a estos hombres, por lo demás brillantes, a comportarse de un modo tan destructivo?

La primera respuesta es porque pueden. El genio cubre muchos pecados. Un gran producto es un gran producto, y el éxito llega aun cuando no todo se ha hecho correctamente.

Los empleados, a su vez, están dispuestos a hacer grandes sacrificios por la oportunidad de trabajar para un visionario. Tal como Jobs lo fue, Musk y Bezos también son líderes apasionados, inspiradores y carismáticos.

“Numerosas personas entrevistadas para este libro denunciaron las horas de trabajo, el carácter obtuso de Musk y sus expectativas a veces ridículas”, escribe Vance. “A pesar de ello, casi todas las personas — incluso aquellas que han sido despedidas — todavía adoraban a Musk y lo describían en términos por lo general reservados para superhéroes o deidades.”

Finalmente, cierto nivel de éxito financiero y el poder que resulta de éste excusan a aquellos que lo consiguen de seguir las reglas ordinarias de civismo e incluso de humanidad.

Jobs conducía sin licencia y estacionaba con regularidad en espacios reservados para minusválidos. Como dice Ive sobre su actitud: “Creo que se siente autorizado y con libertad para hacer eso. Él siente que las reglas normales de interacción social no le aplican”.

Los empleados de Amazon recopilaban ejemplos de las más brutales ridiculizaciones de Bezos, incluyendo, “¿Eres perezoso o solo incompetente?”, “¿Por qué estás desperdiciando mi vida?” y “Lo siento, ¿tomé mis píldoras para la estupidez hoy?”

Cuando la asistente ejecutiva de 12 años de Musk le pidió un aumento significativo, él le dijo que se tomara unas vacaciones de dos semanas mientras él tomaba una decisión. Cuando volvió, Musk le dijo que la relación no iba a seguir funcionando. De acuerdo con Vance, no han hablado desde entonces.

La pregunta que plantea este estilo de gerencia no es precisamente si ser duro, severo e implacable hace que la gente trabaje mejor. Por supuesto que no, y mucho menos de un manera sostenible. ¿Puede alguien poner en duda que la gente es más productiva en ambientes laborales que los ayudan a ser más saludables y felices?

La pregunta más apropiada es cuánto podrían estos hombres haber mejorado la vida de las personas — y quizás lograr que ellos mismos fueran más exitosos — si se hubieran dedicado más a tratar bien a las personas que a concebir productos geniales.

“No trates de convertirte en un hombre de éxito sino en un hombre de valores”, dijo alguna vez Albert Einstein.



regina


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