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Basura electrónica aumenta sin control
2018-09-03
(ANSA) - CIUDAD DE MEXICO, 3 SET - La basura electrónica aumenta sin control en México, al incrementarse 2,7 veces en dos años, de acuerdo con los expertos, pero sólo el 10% es sometida a reciclaje.
La cifra es alarmante, pues este tipo de residuos representan una fuente potencial de contaminación sobre todo del suelo y de los fuentes de agua subterráneas.
En el continente americano, México es el tercer mayor generador de la llamada "chatarra electrónica" después de Estados Unidos y Brasil, según especialistas.
Heberto Ferreira, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que los dispositivos digitales como las tabletas, los celulares y las lap-tops suelen descomponerse al contacto con el agua, la luz o la humedad.
"Se oxidan y forma líquidos lixiviados que penetran el suelo hasta llegar a los mantos acuíferos, donde se acumulan y contaminan el agua", señaló en una entrevista para la revista "Verde".
"La preocupación de un tiradero (vertedero) de equipos electrónicos es precisamente esa. Si no se tiene una forma adecuada de controlarlos, finalmente van y contaminan", afirmó.
Además, al quemarse los compuestos de algunos aparatos, generan "vapores perjudiciales para el sistema respiratorio".
En tanto, los metales pesados representan también un elemento peligroso, porque entre ellos figura el arsénico de placas o tarjetas, el platino de algunas carcasas y el mercurio de las baterías.
Entre los problemas que pueden traer consigo para el organismo humano las sustancias derivadas de la basura electrónica figuran "fiebre, vómito, diarrea, daños neurológicos, afecciones cardiovasculares, daños hepáticos y renales", señalan los expertos.
A largo plazo también provocan problemas como osteoporosis, problemas reproductivos y cáncer, dijo Ferreira.
Según las estadísticas recopiladas por el informe periodístico, los residuos de dispositivos digitales en desuso pasaron de 358,000 toneladas en 2014 a 998,000 toneladas en 2016, según el instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.
Los desechos electrónicos per cápita aumentaron 156% entre 2014 y 2016, según las fuentes, pues en promedio cada mexicano consume más de 10 kilos de dispositivos electrónicos y eléctricos al año.
"Como sociedad nos hemos tecnologizado: cada vez hacemos más cosas con más tecnología. Consumimos más, pero también desechamos más", dice Enrique Ortíz, director de Educación Ambiental del ministerio del Medio Ambiente.
La economía digital ha traído consigo una nueva era de conocimiento, habilidades y ventajas para hacer la vida más fácil, pero también tiene su "lado oscuro".
Las empresas involucradas compiten ferozmente para vender sus productos más rápido y ante ello suelen ofrecerlos más baratos y con modelos más atractivos, así como con aplicaciones mejor diseñadas y ventajosas.
Al mismo tiempo, estos artefactos suelen fabricarse con la idea de que su vida sea corta para que sigan siendo consumidos.
Guillermo Román, consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera necesario reformas legales para que la basura electrónica sea catalogada como "peligrosa" y o sólo como "de manejo especial", como actualmente ocurre en la normatividad.
Es necesario incorporar a la regulación nacional la llamada "Responsabilidad Extendida del Productor" (REP), una figura que no existe en México pero que ya se ha incluido en el marco legal de muchos países europeos pero también en naciones latinoamericanas como Costa Rica, Ecuador y Colombia, afirma.
Actualmente, sin la REP, las autoridades "no pueden pedirle a los importadores y fabricantes" que se ocupen de sus derechos electrónicos, por no considerar esta basura peligrosa, señala.
Además, los especialistas plantean el reciclaje como fórmula para reducir al máximo el problema de los desechos electrónicos.
"En México no hay una gran cultura del reciclaje electrónico" pues la gente sigue desechando hacia la calle sus artefactos digitales en desuso, pensando que al sacarlos de sus viviendas acaba con sus problemas, pero esto tiene un gran costo social y ambiental, afirman.
regina
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