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Estados Unidos y Canadá: el jaloneo por el "nuevo" TLCAN


2018-09-06

Por Jaime Porras Ferreyra | Proceso

 “Mi gobierno sólo firmará un nuevo acuerdo que beneficie a los canadienses”, declaró Chrystia Freeland, ministra canadiense de Asuntos Exteriores, en referencia a la eventual incorporación de su país al nuevo marco comercial que remplazará al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Pero no hubo acuerdo en el plazo que habían fijado los estadunidenses, el viernes 31 de agosto, y la negociación se reanudará este próximo miércoles 5. Dos temas no habrían permitido el apretón de manos entre funcionarios de ambos gobiernos: la apertura del mercado canadiense a productos lácteos y el mecanismo de resolución de controversias.

Además, el ambiente se había tensado tras los comentarios “extraoficiales” que el presidente estadunidense hizo a periodistas de la agencia Bloomberg y que reprodujo el Toronto Star. Según este diario, Trump dijo que no está haciendo ningún tipo de compromiso en las conversaciones con Canadá, pero que no puede decirlo públicamente porque “va a ser tan insultante que ellos (los canadienses) no van a poder hacer un trato”.

Además, señaló que el posible acuerdo con Canadá sería “totalmente conforme a nuestras condiciones”. Sugirió que estaba asustando a los canadienses para que se sometieran amenazándoles repetidamente con imponer aranceles.

Y el fin de semana arreció los ataques: “No hay necesidad política de mantener a Canadá en el nuevo acuerdo del TLCAN. Si no logramos un trato justo para Estados Unidos después de décadas de abuso, Canadá estará fuera. El Congreso no debería interferir con estas negociaciones o simplemente terminaré el TLCAN por completo y estaremos mucho mejor”, escribió en su cuenta de Twitter.

Luego, en otro tuit, remachó: “Amo a Canadá, ¡pero se han aprovechado de nuestro país durante muchos años!”.

El pasado 27 de septiembre, fecha del anuncio del principio de acuerdo entre México y Estados Unidos, los miembros de la delegación mexicana expresaron sus deseos de que Canadá se incorpore, pero aclararon que el proyecto seguirá delante de cualquier forma. Trump también se mostró a favor, aunque sin cambiar el tono que ha empleado con su vecino del norte.

“Creo, con franqueza, que con Canadá lo más fácil es aplicar aranceles a los automóviles que importamos. Es una gran cantidad de dinero y es una negociación muy sencilla”, afirmó.

La amenaza de estos gravámenes tendría un impacto en un sector que emplea en Canadá a unas 150 mil personas.

Los estadunidenses querían concluir las negociaciones a más tardar este viernes 31. La razón era cumplir con los 90 días que requiere el Congreso de Estados Unidos para dar luz verde al acuerdo. A su vez, el 1 de diciembre tomará posesión Andrés Manuel López Obrador como presidente mexicano.

“Están los tiempos políticos, pero no se puede descartar una estrategia de Trump para acelerar el visto bueno de Canadá”, señaló a Apro Stéphane Paquin, profesor de comercio internacional en la Escuela Nacional de Administración Pública de Montreal.

Por lo pronto, Trump solicitó al Congreso la aprobación del acuerdo con México –y con Canadá, “si así lo desea”- en un máximo de 90 días. El Congreso recibirá el texto detallado del tratado en menos de 30 días.

Un día después del anuncio sobre el principio de acuerdo entre mexicanos y estadunidenses, el equipo de negociadores canadienses llegó a Washington. Freeland aclaró que primero era necesario conocer con detalle lo pactado por los otros dos países para posteriormente sentarse a negociar en forma.

Los puntos sensibles

A lo largo de los meses de negociaciones, los canadienses subrayaron una serie de temas que requerirían sumo cuidado al momento de ponerlos sobre la mesa. Cuatro de ellos se distinguían por su importancia: las reglas de operación en el sector automotriz, el capítulo 19 sobre solución de controversias, la duración del nuevo acuerdo y el sistema de gestión de la oferta que tiene dicho país para productos lácteos.

El principio de acuerdo entre México y Estados Unidos incluye modificaciones en la industria automotriz. Las unidades deberán tener un 75% de componentes norteamericanos para que puedan considerarse un producto local (actualmente es del 62% y Trump quería llevarlo al 85%). Asimismo, se estableció que entre el 40% y el 45% de estos contenidos serán fabricados en zonas donde el salario medio en la industria manufacturera sea de al menos 16 dólares por hora.

El martes 28, Freeland expresó que estos arreglos entre mexicanos y estadunidenses facilitaban el camino para su país. Hay que recordar que los sindicatos de Estados Unidos y Canadá habían pedido estas modificaciones. “Esto reducirá significativamente la transferencia de empleos hacia México”, dijo a Radio-Canadá Jerry Dias, presidente de Unifor, el mayor sindicato del sector privado en Canadá.

Otro asunto que inquietaba sobremanera a los canadienses –y también a los mexicanos- era el deseo de Trump de agregar una cláusula que pusiera fin al acuerdo automáticamente cada cinco años. El pacto entre estadunidenses y mexicanos tendrá vigencia de 16 años y una revisión cada seis, pero sin que sobrevuele la amenaza de la anulación en ese periodo de tiempo.

“A pesar de sus problemas puntuales, como cualquier acuerdo, el TLCAN redujo la incertidumbre comercial en Norteamérica. La preocupación era muy grande entre los empresarios de los tres países por la idea de que el acuerdo finalizara cada cinco años”, señala a este semanario Christian Deblock, profesor de ciencia política en la Universidad de Quebec en Montreal.

Desde las primeras pláticas en los años ochenta para dar forma al Tratado de Libre Comercio de Canadá y Estados Unidos –antecedente del TLCAN-, los representantes canadienses no dejaron de insistir para incluir un mecanismo de resolución de controversias. Estados Unidos cedió en el tema. A solicitud de Canadá, la medida fue incorporada en el TLCAN bajo el capítulo 19. El gobierno de Trump retomó la idea de eliminar este mecanismo, ya que lo considera una violación a la soberanía de los tribunales estadounidenses. El capítulo 19 garantiza el establecimiento de paneles binacionales independientes a los exportadores en caso de la imposición de aranceles o del uso de dumping. México accedió a eliminar este capítulo en la renegociación con Washington. Sin embargo, Canadá manifestó que no estaba dispuesto a hacer lo mismo. El diario The Globe and Mail, citando fuentes cercanas a la negociación, publicó el miércoles 29 que los canadienses estaban dispuestos a pedir el mantenimiento de este mecanismo a cambio de una cierta apertura en su mercado de lácteos.

Canadá cuenta con un sistema para regular la oferta de productos lácteos en su territorio. Los granjeros canadienses se guían por cuotas de producción establecidas para mantener los precios y, por su parte, las importaciones reciben altos aranceles. En algunos casos, los gravámenes pueden superar el 300%. Trump ha señalado que se trata de una práctica comercial desleal y ha exigido su desaparición. El gobierno de Trudeau ha precisado que los aranceles se aplican a partir de la importación de ciertos volúmenes y que los estadounidenses destinan altos subsidios a sus granjeros.

La Oficina de comercio de Estados Unidos informó el jueves 30 que Canadá no estaba haciendo concesión alguna en este tema. Por su parte, Trudeau recibió mensajes de preocupación de algunas autoridades provinciales, ya que temen un impacto considerable en miles de granjas. Canadá abrió el 10% de su mercado de lácteos en el acuerdo comercial con la Unión Europea.

“La gestión de la oferta en lácteos es importante, al igual que el mecanismo de resolución de controversias. Sin embargo, hay otros temas en los que no se sabe aún qué pasará.  Por ejemplo, la excepción cultural y los derechos de propiedad intelectual son temas de mucha importancia para Canadá. Se insistió mucho en decir que sería una actualización del TLCAN, pero es más un conjunto de cambios para satisfacer a Trump”, comenta Deblock.

La hostilidad de Trump

Canadá no estuvo presente en las semanas en que los representantes mexicanos y estadunidenses se reunieron hasta alcanzar un principio de acuerdo. La posición oficial canadiense fue que se trataba de discusiones “normales” entre dos países para tocar puntos específicos. Freeland dijo que estaba en frecuente contacto con los dos equipos de negociadores.

Diversos analistas en Canadá apuntan que, en realidad, Trump decidió excluir a los canadienses de estas reuniones. Así lo comentó el pasado 10 de agosto a través de Twitter: “Canadá debe esperar. Sus tarifas y aranceles son demasiado altos”.

Con el apretón de manos entre México y Estados Unidos, Canadá entró al escenario, aunque con compromisos ya negociados por las otras dos partes. “Las relaciones entre Canadá y Estados Unidos se deterioraron mucho. El gobierno canadiense dijo que era normal una reunión entre mexicanos y estadunidenses, pero cuando se conocieron los resultados, se constató que pactaron asuntos que también eran importantes para Canadá”, comenta Paquin.

Al inicio de su mandato, Trump dedicó largos momentos a criticar a México, expresando que su vecino del sur era el responsable de la pérdida de miles de empleos en su país por beneficiarse del “peor tratado firmado en la historia de Estados Unidos”. Trump recibió a Trudeau en la Casa Blanca en febrero de 2017. Ahí afirmó que las relaciones comerciales entre Ottawa y Washington necesitaban únicamente de algunos ajustes menores. Conforme las mesas de renegociación del TLCAN iban teniendo lugar, Trump redujo las diatribas hacia México y comenzó a expresar que los canadienses se aprovechaban de los vínculos comerciales con Estados Unidos.

El 2 de junio de este año, la administración estadunidense activó aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) procedentes de Canadá, México y la Unión Europea. El gobierno canadiense calificó la decisión como “inconcebible” y respondió anunciando aranceles contra productos estadunidenses por unos 12 mil 800 millones de dólares, cifra equivalente al impacto que tendrá en Canadá la medida de Trump.

Después Trump participó en la cumbre del G7 en Charlevoix (Quebec) el 8 y 9 de junio. Al final del evento, Trudeau manifestó de nueva cuenta que los aranceles al acero y al aluminio eran inconcebibles. Trump respondió minutos después: tildó a Trudeau de “deshonesto” y “débil” por Twitter y aseguró que las declaraciones del liberal le costarían mucho dinero a Canadá.

Paquin no minimiza la actitud hostil de Trump hacia Canadá. Sin embargo, subraya que durante varios meses, el gobierno canadiense hizo una mala lectura del estilo de negociación del mandatario estadounidense. “Me refiero a esa forma de negociar con agresividad, pidiendo cosas imposibles, desestabilizando. Por primera vez, Estados Unidos se presentaba como una víctima de la globalización”, añade.

También Deblock considera que el gobierno canadiense cometió algunos errores en los primeros meses: “Canadá se vio como el gran polo de interés para Estados Unidos, con una relación segura que correspondía a criterios de décadas atrás. Cuando se firmó el TLCAN, México era un actor menor. Ya no es el caso. Hubo un reacomodo”, opina.

El temor a una nueva escalada de las tensiones con Washington y el gran nivel de dependencia canadiense hacia su vecino (no es un detalle menor que 75% de las exportaciones tengan como destino Estados Unidos) hicieron pensar a distintos políticos y analistas que lo mejor era lograr una rápida incorporación al convenio. Puede que se logre finalmente en unos días o que Canadá opte por quedar fuera del marco comercial norteamericano.



Jamileth


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