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El currículo de un niño revela la feroz competencia educativa en China


2018-11-03

Por Javier C. Hernández, The New York Times

PEKÍN – El joven es descrito como seguro de sí mismo y valiente. Su currículo, de quince páginas, es deslumbrante; incluso hay reseñas sobre su desempeño (“lleno de energía”), un mapa de sus viajes (a Tokio y Bali) y una lista de los libros que leyó este año (408 en total).

Pero no se trata de alguien con experiencia en busca de empleo. Se trata de un niño de cinco años de una región en el sur de China que solicita ingresar al primer año en una escuela privada de Shanghái.

“Espero poder superar a mis padres”, reza una cita del niño que se encuentra entre retratos suyos en los que toca el piano, nada o conduce un automóvil de juguete.

El currículo, que se filtró y fue muy compartido esta semana en la red, ha suscitado una mezcla de fascinación, indignación y debate sobre si a los niños que estudian en el sistema educativo de China, tan obsesionado con los exámenes, se les está criando como seres sin alma que solo piensan en destacar.

Algunas personas pidieron que se arrestara a los padres del niño. Otros se preguntaron si los jóvenes de hoy conocerían la verdadera felicidad, dada la intensa presión por tener un buen desempeño y encontrar buenos empleos.

“¿Apenas tiene cinco años?”, un usuario escribió en Weibo, un sitio parecido a Twitter. “Qué miedo”. Aun así, algunos defendieron a los padres y dijeron que solo buscaban lo mejor para sus hijos dentro de un sistema fallido.

Para la tarde del 1 de noviembre, decenas de miles de personas habían opinado y una etiqueta sobre el niño se había visto más de 38 millones de veces.

Yong Zhao, profesor de Educación en la Universidad de Kansas, comentó que el debate reflejaba la ansiedad que sienten los padres chinos por asegurar que sus hijos entren a las mejores escuelas. Según el sistema chino, dominado por pruebas, los resultados de estas determinan a cuáles universidades van los estudiantes y qué profesiones pueden ejercer.

“No importa cuántas buenas escuelas haya, la gente siempre quiere la mejor”, sostuvo. “La escuela de sus hijos representa un logro para ellos, para los padres. Pero muchos no saben lo que es una buena formación”.

No está claro quién preparó el currículo, el cual estaba dirigido a la Escuela Bilingüe Shanghai Starriver, y los logros citados no pudieron comprobarse de manera independiente. Así como en los distritos escolares urbanos de Estados Unidos y otras partes, en las ciudades chinas es común que los padres contraten a un instructor para que ayude a sus hijos a entrar en escuelas muy selectas.

Una persona que trabaja en Shanghai Starriver no quiso hacer comentarios, solo dijo que la escuela no acepta currículos hechos por los padres como parte de su proceso de admisión. Tampoco el padre del niño quiso comentar para no atraer más atención hacia su hijo.

Es sabido que la competencia por entrar a las mejores escuelas de China es despiadada. En algunas ciudades, las personas acaudaladas y con buenos contactos pagan grandes cantidades de dinero, que a veces llaman “donaciones”, para conseguir un cupo en los mejores programas educativos.

Xiong Bingqi, subdirector del Instituto de Investigación en Educación del Siglo XXI en Pekín, explicó que China debía distribuir de una manera más equitativa los recursos educativos y comenzar a evaluar a los estudiantes en aspectos que van más allá de los resultados de las pruebas.

“Hay una competencia para ponerle una calificación a cada estudiante”, explicó. “Bajo estas circunstancias, claro que los padres van a querer que sus hijos salgan bien. Así se empeora esta clase de contienda llena de ansiedad”.

El currículo del niño parece una presentación de PowerPoint, con todo y tablas de crecimiento y dibujos prediseñados sencillos. Incluye comentarios sobre su cociente para tolerar adversidades y sus talentos artísticos. También se dan detalles sobre sus horarios —la hora de la nemotecnia, de clase de escritura en inglés, de deportes y de piano—, así como muestras de sus obras artísticas, por ejemplo, dibujos de perros y peces.

“Nunca lloro cuando me inyectan”, dice el currículo. “Desde que tenía un año y medio, me levantaba solo cuando me caía. Todos me alababan por ser valiente”.

El texto concluye con una lista de libros en inglés que el niño ya leyó, como The Hungry Squirrel y Bubbles in the Sky, entre otros. Hay una foto de él con la cabeza reposando sobre una de sus manos; tiene una mirada pensativa.

El pie de foto en una fotografía que muestra la fachada de terracota de la escuela dice: “¿Cuándo me abrirá sus puertas Shanghai Starriver?”.



JMRS


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