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El examen de tu vida


2018-11-09

Por: Rogelio Suarez LC


¿Es difícil?

Todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida, un examen. Este se lleva a cabo normalmente en dos partes; en la primera se estudia lo que vendará y en la segunda se contesta. Como católicos, tenemos un examen por realizar. Éste es el examen de nuestra vida, el cual también tiene dos partes: la primera es el aprender; pero la segunda es un poco peculiar, se trata de hacer vida lo que hemos aprendido.

En este evangelio, vemos que el escriba ya tenía bien dominada la primera parte, pero no había comenzado todavía la segunda. Como bautizados, ya conocemos muchas cosas, cuáles y cuántos son los mandamientos, las obras de misericordia, las oraciones, etc., y muchas veces nos quedamos en el mero conocimiento, nos conformamos con saber y no con hacerlo vida en nuestra vida. Creemos que por el simple hecho de conocer ya es suficiente. Y es por eso que Cristo dice al escriba: «No estás lejos del Reino de los cielos».

No nos podemos quedar allí, tenemos que dar el paso y vivir.

La pregunta es: ¿es difícil vivirlo? La respuesta es “sí” para los que piensan en que se hace solo, que todo depende de uno mismo. Pero quienes confían en que Cristo les ayudará y que colaborarán con Él, es el examen más fácil que puedan presentar. Recordemos las palabras de Dios a San Pablo: «Mi gracia te basta, pues mi fuerza se realiza en la debilidad» (2 Co 12,9).

Contestemos junto con Dios el examen de nuestra vida.

Aunque no lo queramos escuchar lo único que no podemos hacer en este examen es copiar, pues cada uno tiene diferentes preguntas. No podemos intentar vivir como lo hacen otros porque nunca lo lograremos. Cada uno tiene su proprio camino de vida. El examen es único, es personal y se debe contestar de una sola forma. Los santos son ejemplos que nos ayudan a anhelar el hecho de aprobar el examen. No basta querer ser como ellos, pues Dios tiene pensado para nosotros algo mucho mejor, algo que ha pensado para cada uno de nosotros.

La mejor forma de contestar es Amando.

Hacer todo con amor y por amor, y esto nos lo enseña muy bien San Rafael Arnáiz, que decía: «Que mi vida no sea más que un acto de amar». Él decidió amar en cada momento de su vida, inclusive con la dura prueba de su examen que fue su enfermedad.

En palabras de Benedicto XVI

«El hermano Rafael, aún cercano a nosotros, nos sigue ofreciendo con su ejemplo y sus obras un recorrido atractivo, especialmente para los jóvenes que no se conforman con poco, sino que aspiran a la plena verdad, a la más indecible alegría, que se alcanzan por el amor de Dios. “Vida de amor… He aquí la única razón de vivir”, dice el nuevo santo. E insiste: “Del amor de Dios sale todo”. Que el Señor escuche benigno una de las últimas plegarias de san Rafael Arnáiz, cuando le entregaba toda su vida, suplicando: “Tómame a mí y date tú al mundo”. Que se dé para reanimar la vida interior de los cristianos de hoy. Que se dé para que sus hermanos de la trapa y los centros monásticos sigan siendo ese faro que hace descubrir el íntimo anhelo de Dios que él ha puesto en cada corazón humano» (Homilía de Canonización 11/10/2009).

El verdadero católico no es mediocre, no se queda en el simple conocimiento.


 



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