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Si hace falta, hay que vender bienes de la Iglesia


2018-11-29

 

(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO.- "Los bienes culturales están destinados a las actividades caritativas de la comunidad eclesiástica" pero pese a la obligación de preservarlos "no tienen un valor absoluto, sino que en caso de necesidad deben servir al mayor bien del ser humano y especialmente al servicio de los pobres", advirtió hoy el Papa Francisco. Sobre las iglesias vacías dijo que "son un signo de los tiempos que nos invita a una reflexión".
 
  "La edificación de una Iglesia o su nuevo destino no son operaciones tratables solamente bajo el perfil técnico o económico", destacó el pontífice en su mensaje a los participantes del Congreso "Dios no vive más aquí? Cesión de lugares de culto y gestión integrada de los bienes culturales eclesiásticos".
   
 Este Congreso fue llevado adelante por el Pontificio Consejo de Cultura del Vaticano, en colaboración con la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y la Conferencia Episcopal Italiana. "El sentido común de los fieles percibe para los ambientes y objetos destinados al culto la permanencia de un tipo de huella que no termina incluso después de que hayan perdido este destino", señaló el Papa.
 
  "Los activos culturales eclesiásticos son testigos de la fe de la comunidad que los produjo a lo largo de los siglos y por esta razón son instrumentos de evangelización que están flanqueados por los instrumentos ordinarios de proclamación, predicación y catequesis", añadió.
 
  "Pero su original elocuencia puede ser conservada incluso cuando ya no se usan en la vida ordinaria del pueblo de Dios, especialmente a través de una exposición de museo correcta, que no los considere solo documentos de la historia del arte, sino que les devuelva una nueva vida, para que puedan seguir jugando una misión eclesiástica", explicó.

    "Así la constatación de que muchas iglesias, hasta hace unos años necesarias, ahora ya no lo son más, debido a la falta de fieles y de clero, o por una distinta distribución de la población en ciudades y áreas rurales, debe ser recogida en la Iglesia no con ansiedad, sino como un signo de los tiempos, que nos invita a la reflexión y nos obliga a adaptarnos", agregó.
 
  Por último, Francisco le recomendó a los obispos, a los cuales les corresponden "las decisiones concretas y últimas", que "cada decisión sea fruto de una reflexión coral conducida en el seno a la comunidad cristiana y en diálogo con la comunidad civil. El cierre no debe ser la única solución en la cual pensar, ni debe ser efectuada con escándalo de los fieles".



Jamileth


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