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Trump da un discurso sobre migración y México se encoge de hombros


2019-01-09

Por Elisabeth Malkin y Paulina Villegas | The New York Times

TIJUANA– Con el megáfono de la televisión nacional y el prestigio de la Casa Blanca a su alrededor, el presidente Donald Trump dio un mensaje sombrío —aunque familiar— al pueblo estadounidense: el país necesita un muro fronterizo para contener el flujo de drogas y criminales y no tiene más espacio para inmigrantes.

En México, donde se supone que se originan estas amenazas, ciudadanos y líderes políticos reaccionaron con un fatigado encogimiento de hombros.

En la ciudad fronteriza de Tijuana —donde miles de migrantes han quedado en un limbo en su búsqueda por entrar a Estados Unidos— la mayoría de los televisores de un restaurante del centro transmitían partidos de fútbol y juegos de baloncesto. La voz del presidente Trump casi ahogada por música emergía débil desde el fondo. A casi nadie parecía importarle o escuchar lo que tenía que decir.

Luis Arce, un abogado de 32 años, fue uno de los pocos clientes que se tomó un momento para reflexionar sobre el discurso de Trump, pero dijo que no le sorprendía que el presidente insistiera en construir un muro ni ninguna otra de su declaraciones.

“Es un berrinche, ya todos sabemos que es temperamental y que nunca se va echar para atrás en este capricho suyo, sobre todo porque lo prometió desde su campaña y parece que no puede desdecirse”, comentó Arce.

“Un muro claramente no va a resolver ni la adicción a las drogas ni el narcotráfico, ni el contrabando de armas ni la inmigración ilegal, esos son los problemas que tienen que tratarse y resolverse a través de la formulación de políticas”, agregó.

La situación en la frontera norte de México parecería exigir la formulación urgente de políticas, pues los migrantes que se acumulan en ciudades fronterizas como Tijuana se han convertido en una incipiente crisis humanitaria y política para México. Los pedidos para tratar de acoger a migrantes y mejorar las condiciones de hacinamiento han abrumado a los funcionarios locales y tensado la relación con Estados Unidos: la semana pasada, México pidió investigar el uso repetido de gas lacrimógeno por parte de agentes estadounidenses a través de la frontera.

Sin embargo, la reacción al discurso de Trump la noche del martes fue discreta.

Aunque apenas han pasado algunas semanas desde el comienzo de su gestión, Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, ha hecho todo lo que está a su alcance para no enfrentarse a su homólogo estadounidense. Después del discurso de Trump pareció sopesar cuidadosamente sus palabras.

En una larga entrevista con un noticiero mexicano, López Obrador dijo que México siempre buscará “una relación de cooperación, de amistad”; su gobierno, dijo, se enfrentará a la inmigración “con desarrollo, con empleo”.

Incluso Vicente Fox, el expresidente mexicano que ha reprendido a Trump en Twitter lo desestimó como a un niño: “L’enfant terrible. ¡El enemigo de todos! Hasta de sí mismo”.

“No sea tan terco”, instó Fox a Tump, y agregó que México jamás pagaría por el muro y, “hasta donde yo tengo entendido el pueblo estadounidense tampoco lo hará”.

Desde el día en que anunció su candidatura al cargo en 2015,  Donald Trump ha hecho que el tema central de su campaña y su presidencia sea la reducción de la migración y la construcción del muro, a veces con la promesa de que México lo pagaría. Desde entonces ha dicho que un nuevo tratado comercial con México y Canadá pagaría el muro, una idea que el martes rechazó Kenneth Smith Ramos, el negociador principal del acuerdo por parte de México.

“Ese es un capítulo que NO encontrarán en el nuevo Acuerdo simplemente porque NO existe”, escribió en Twitter.

En una serie de tuits de verificación de datos, Arturo Sarukhan, el anterior embajador de México ante Estados Unidos, impugnó muchas de las afirmaciones de Trump. “Decir que hay una crisis de seguridad nacional en la frontera hace un gran daño al modo en que Estados Unidos y México han trabajado juntos desde el 11 de septiembre para asegurarnos de que nuestra frontera no sea usada por terroristas que socaven nuestra seguridad común”, escribió.

El lunes, Olga Sánchez Cordero, la secretaria de gobernación mexicana, expresó una postura que contrastaba implícitamente con la del presidente Trump.

“Los migrantes no son criminales y mucho menos constituyen una amenaza para la seguridad de México o Estados Unidos”, comentó la funcionaria. “Son seres humanos que buscan escapar de la realidad de la inseguridad y la pobreza en sus países de origen, que buscan lo más elemental: la posibilidad de seguir vivos y encontrar un empleo que les permita progresar con dignidad”, dijo Sánchez.

Pero aunque dijo que México está abierto y dispuesto a trabajar con Estados Unidos, ambos países aún están lejos en lo que respecta a la naturaleza del problema en sí.

Algunos mexicanos en Tijuana también lo señalaron el martes cuando Trump habló.

Daniel Gómez, el gerente del bar donde se transmitía el discurso, consideró que eran “malas noticias” que desanimarían el turismo y dañarían la economía mexicana.

“Es tan frustrante escucharlo decir las mismas cosas, que no son más que excusas para justificar los inmensos problemas que existen en Estados Unidos, y culpar de todo al extranjero, al mexicano, al otro”, dijo.

“Enfurece porque no podemos hacer absolutamente nada”, dijo. “Todo lo que podemos hacer es lo que estamos haciendo ahora, que es sentarnos a mirarlo desde lejos”.



Jamileth


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