Formato de impresión


Qué orilla a las mujeres sauditas a huir del reino


2019-01-15

Por BEN HUBBARD y RICHARD C. PADDOCK, The New York Times

BEIRUT, Líbano —La adolescente saudita dijo que soñaba con escaparse siempre que su padre la golpeaba o la amarraba de las muñecas y los tobillos para castigarla cuando, según él, lo desobedecía.

Sin embargo, a pesar de su desesperación por salir de ahí, había una pregunta que siempre la desanimaba: ¿cómo escaparía?

Temía que, si escapaba a cualquier lugar del país, la policía simplemente la regresaría a casa. La ley de Arabia Saudita dicta que una mujer de su edad no puede viajar al extranjero sin el permiso de su padre.


Sin embargo, durante unas vacaciones familiares en Turquía cuando tenía 17 años, Shahad al Muhaimeed vio una oportunidad y la aprovechó. Mientras su familia dormía, tomó un taxi para atravesar la frontera y solicitó refugio en Georgia. Así dejó atrás Arabia Saudita para comenzar una nueva vida.

“Ahora vivo como quiero”, dijo por teléfono Muhaimeed, de 19 años, desde su nueva casa en Suecia. “Vivo en un buen lugar donde las mujeres tienen derechos”.

Todo el mundo puso atención al estatus de las mujeres sauditas después de que Rahaf Alqunun, otra adolescente, fue detenida en Tailandia a principios de enero mientras trataba de llegar a Australia para buscar refugio ahí. Después de una campaña internacional en redes sociales, Naciones Unidas la declaró refugiada el 9 de enero. Salió de Tailandia el 11 de enero en un vuelo a Canadá, donde le otorgaron asilo.

El fenómeno de las mujeres que tratan de escapar de Arabia Saudita no es nuevo; este problema captó la atención del mundo entero en la década de los setenta, cuando atraparon a una princesa saudita tratando de escapar del reino con su amante. La pareja fue acusada de adulterio y los ejecutaron.

Sin embargo, el número de mujeres jóvenes que piensan en huir y toman el enorme riesgo de escapar de Arabia Saudita parece haber aumentado en años recientes, según los grupos de defensa de derechos humanos, pues las mujeres frustradas por las restricciones sociales y legales en casa recurren a las redes sociales como una ayuda para planear, y a veces documentar, su escape.

“Todas estas mujeres de las que no habríamos sabido nada hace quince años ahora pueden encontrar una manera de comunicar su suplicio”, dijo Adam Coogle, quien da seguimiento a Arabia Saudita en Human Rights Watch.

Algunas de las que se atreven a salir del país lo hacen silenciosamente; viajan a Estados Unidos o a otros países antes de solicitar asilo, pues nunca es seguro que lo obtengan. Desde que las detuvieron en Turquía en 2017, dos hermanas, Ashwaq y Areej Hamoud, de 31 y 29 años respectivamente, han estado luchando para evitar que las sometan a una orden de deportación en la corte, pues dicen temer por sus vidas si regresan a Arabia Saudita.

Las mujeres que logran escapar deben enfrentarse no solo a los esfuerzos de su familia para que regresen a casa, sino también a las iniciativas exhaustivas y bien financiadas del gobierno saudita, que a menudo implican que diplomáticos locales ejerzan presión a favor de su repatriación.

Las mujeres que son repatriadas pueden enfrentar cargos criminales por desobediencia parental o daños a la reputación del reino.

“Como mujeres sauditas, aún nos tratan como objetos que le pertenecen al Estado”, comentó Moudi Aljohani, quien se mudó a Estados Unidos cuando era estudiante y ha solicitado asilo. “No importa que la mujer tenga o no opiniones políticas; van a ir tras ella y la obligarán a regresar”.

Las maneras en que las mujeres eligen escapar pueden variar, pero hubo puntos en común entre cinco mujeres que lograron hacerlo y fueron entrevistadas. Muchas hablaron de sus planes en grupos de chat privados con otras mujeres que ya habían escapado o que también lo estaban considerando.

Algunos meses antes de que Alqunun dejara a su familia durante un viaje a Kuwait, por ejemplo, una amiga suya había escapado y llegado a Australia como refugiada y la estaba aconsejando para hacer lo mismo.

Muchas escaparon de Turquía, un lugar vacacional popular entre los ciudadanos sauditas; a Georgia, país al que pueden entrar sin visa. Muchas se propusieron llegar a Australia porque podían solicitar visas en internet, la única opción para las mujeres que no podían llegar a una embajada extranjera.

Algunas dijeron haber escapado debido al maltrato por parte de sus familiares varones y porque sintieron que el reino no les ofrecía ningún medio al cual recurrir para obtener protección o justicia.

Otras querían escapar de los estrictos códigos sociales islámicos del reino que limitan lo que las mujeres pueden usar, los empleos que pueden tener y con quién pueden socializar. Todas expresaron querer escapar de las leyes de guardianes varones del reino, las cuales les dan a los hombres mucho poder sobre las vidas de sus familiares mujeres.


“La tutela masculina hizo que escapáramos de Arabia Saudita”, dijo Muhaimeed, en Suecia. “Ese es el mayor motivo por el que las chicas escapan”.

En Arabia Saudita, es obligatorio que todas las mujeres tengan un guardián varón, quien debe darles autorización para casarse, viajar y someterse a algunos procedimientos médicos. El guardián a menudo es un padre o un esposo, pero puede ser también un hermano, incluso un hijo.

El príncipe heredero Mohamed bin Salmán, el gobernante del reino, ha prometido que mejorará las vidas de las mujeres sauditas. Le quitó autoridad a la policía religiosa, alguna vez temida, la cual acosaba a las mujeres que se consideraba que vestían de manera inapropiada, y el año pasado eliminó la prohibición de manejo a la que estaban sometidas las mujeres. Las ciudadanas sauditas ahora pueden asistir a conciertos mixtos y desempeñar profesiones en las que sus madres no tenían permitido trabajar.

Cuando le preguntaron sobre las leyes de tutela el año pasado, el príncipe dijo que Arabia Saudita tenía que “encontrar una manera de resolver esta situación sin dañar a las familias ni a su cultura”.

Estos cambios han aumentado su popularidad entre las mujeres sauditas, muchas de las cuales dicen que la tutela no es una carga porque sus familiares varones las cuidan bien. Otras escapan de las reglas buscando trabajos en países vecinos como los Emiratos Árabes Unidos, donde las reglas sociales son más laxas.

Sin embargo, los críticos del sistema dicen que las mujeres no tienen adonde recurrir cuando se enfrentan a guardianes controladores o abusivos.

Una vez en el extranjero, las mujeres a menudo enfrentan insultos y amenazas de muerte de sus familiares y de otros sauditas que consideran que avergonzaron al país.

Aunque los grupos de defensa de los derechos humanos entienden por qué las mujeres quieren escapar de las situaciones negativas, les preocupa que hacerlo pudiera ponerlas en grave peligro.

“En comparación con las pocas que tienen éxito, hay muchas otras que no lo logran, y enviarlas de regreso después de que escaparon las pone en una situación muy peligrosa”, dijo Coogle, de Human Rights Watch.

Hablando desde una habitación de hotel en Bangkok, donde estaba esperando bajo custodia a que le dijeran si otro país le otorgaría el asilo, Alqunun ya estaba pensando en su nueva vida. Quería ir a la universidad para mejorar su inglés y estudiar arquitectura, comentó.

No esperaba que su transición a la vida en un país que jamás había visitado fuera fácil, pero no se arrepiente.

“No hay otra opción más que escapar”, dijo. “No hay otra manera”.



regina


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com