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Realidad y retos de la administración


2019-01-16

Por Ernesto Rubio del Cueto | Revista Siempre

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha reiterado su compromiso de impulsar el fortalecimiento de Pemex. Temas tales como invertir en refinerías o combatir con efectividad el robo de combustible, entre otros, han sido abordados por él en su primer mes de gestión. Estamos conscientes de que su atención tomará tiempo, recursos y estrategias de solución que incluyan los sectores público, privado y social organizados en torno a esta gran industria pivote del desarrollo nacional.

En este arranque de gobierno, es oportuno plantear que la presente administración profundice en la situación que impera en dicha Institución para transformala integralmente: incidir en su administración al mejorar su gobernanza, incrementar la competitividad internacional, garantizar que su viabilidad económica y financiera prevalezca y constituya una aportación vital para las finanzas públicas. Con base en la opinión de expertos en la materia, académicos y empresarios interesados, los temas más relevantes a examinar serían los siguientes:

1.- Después de años de ponderarlo, en 2014 se dieron las condiciones para plantear al Congreso de la Unión una reforma energética que a juicio de los expertos consiste, en primer término, en abrir la industria a la participación del sector privado, lo que a la fecha ha arrojado resultados razonables, y en segundo lugar, dotar a Pemex y CFE de un régimen legal, administrativo y sustantivo que las ha convertido en empresas productivas del Estado para propiciar mejores condiciones de competitividad en el mercado.

Este régimen especial pretende robustecer la implicación de empresas subsidiarias y filiales, racionalizar las remuneraciones de directivos y empleados, las adquisiciones de bienes y servicios, la construcción de obras, el arrendamiento. Se debe transparentar las responsabilidades, los dividendos del Estado, los presupuestos y la deuda, a efecto de que la empresa incremente su productividad y calidad como elementos indispensables para incidir con eficiencia y eficacia en el mercado mundial; respaldando para tal propósito ampliamente la participación de Consejeros Independientes para asegurarse de tener las “mejores prácticas corporativas.”

Es evidente que en Pemex se ha avanzado en este sentido. Sin embargo, los esfuerzos desplegados no han sido suficientes. No es posible transformar de la noche a la mañana una organización que desde su origen ha estado vinculada a cuestiones ideológicas y políticas que han afectado su producción y obsaculizado su productividad.

El proceso de transformación que a Pemex se le demanda estos días ofrece un panorama complicado: reservas a la baja, patrimonio negativo, una enorme deuda, pérdidas acumuladas, producción en declive y, lo más grave, con una marcada reticencia al cambio.

La lógica de una empresa productiva impone desarrollar una cultura distinta a la que Pemex no está acostumbrada por la sobreprotección que recibe del Estado y la exigencia de someterse a reglas y metas hacendarias que le distraen de su cometido y le impiden generar recursos propios destinados a su mejora constante. Por lo que se refiere al perfil de los funcionarios de mandos superiores, este no corresponde a una formación empresarial. Además persiste el exceso de personal y en su mayoría tienen como principal preocupación la jubilación. Ello provoca que Pemex sea víctima de los vaivenes políticos que acontecen en cada sexenio.

Ahora bien, debe quedar claro que la reforma energética en Pemex no brindará sus mejores frutos mientras algunas de las decisiones continúen tomándose con el afán de instrumentar políticas públicas y presupuestales, o en función de cumplir con instrucciones de autoridades y funcionarios gubernamentales ajenos a su dinámica, y no con el fin de lograr la rentabilidad y productividad como lo hacen sus competidores.

2.- Alianzas. La enorme deuda que carga, la cuantiosa necesidad de inversión y la falta de recursos imponen la conveniencia de realizar alianzas y asociaciones. Aun cuando la reforma energética las permite, a la fecha solo se han concretado en Pemex Exploración y Producción (“PEP”).

El gobierno actual debe tomar conciencia de que las alianzas, además de generar ingresos, dan acceso a nuevas tecnologías, permiten compartir riesgos, optimizar costos y sumar capacidades, por lo que no solo deben verse como otra alternativa de inversión, sino como una oportunidad de fortalecer y diversificar la operación de la empresa.

Pemex Exploración y Producción (“PEP”) es una empresa que cuenta con recursos humanos con gran experiencia y conocimiento en su especialidad, por lo tanto, resulta apropiado aprovechar y potenciar ese talento a través del establecimiento de un plan de incentivos que evite su salida, sobre todo, en vista de la competencia. La demanda de este tipo de personal se ha incrementado, lo cual hace necesario mitigar ese riesgo.

El agotamiento de los campos convencionales obliga a la búsqueda de nuevas alternativas de explotación y restitución de reservas. Es necesario, entonces, colocar mayor inversión en la recuperación secundaria de campos no convencionales, continuar la exploración y explotación en aguas profundas y acelerar la migración de asignaciones a contratos con o sin socios.

La necesidad de recursos económicos es imperiosa ante el constante decrecimiento de la producción y la disminución de las reservas. De no tomar medidas inmediatas, se rompe el ciclo de exploración, perforación y explotación, que repercute negativamente en el objetivo de la empresa, toda vez que debieran restituirse las reservas al cien por ciento, como mínimo.

3.- Transformación industrial. El Sistema Nacional de Refinación, al verse fuertemente afectado por la falta de recursos, no ha cumplido el programa de mantenimiento programado, como consecuencia de ello se multiplican los paros no programados con las consecuencias de seguridad y productividad. Además del mantenimiento, y todo ello para recuperar la eficiencia operativa y lograr el abasto necesario.

Es indudable, la empresa necesita capitalizarse, se requiere de una tasa fiscal competitiva, contar con un control interno eficiente, operar con un sistema de costos confiables, abatir el rezago en el mantenimiento de las instalaciones, reducir los tiempos para concretar alianzas y asociaciones. Diseñar un gobierno corporativo de corte empresarial que cumpla con el buen código de gobierno y las mejores prácticas corporativas, enfrentar el reto de un cambio de cultura, retener al personal capacitado y captar funcionarios que cumplan con el perfil necesario y sobre todo dar a sus actividades una orientación de negocio.

Por todo ello debe haber claridad en los problemas reales de deuda, patrimonio, recursos humanos y control interno. Precisa llegar a un gran acuerdo, sobre la base de los artículos 25, 26 y 27 de la Constitución, e iniciar un amplio diálogo con la academia, los exdirectores o consejeros independientes de Pemex y el sector productivo interesado, para que con propuestas fundadas se formule el Plan de Gobierno que se incluya en el Plan Nacional de Desarrollo y el Sectorial de Energía.

La transformación de Pemex brinda la oportunidad para demostrar que el progreso del país tiene que sustentarse en la productividad y, con ello, justicia social, y esperemos que se haga realidad el dicho que impera en esta administración: “Me canso, ganso.”



regina


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