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El príncipe heredero saudí intenta enterrar la sombra de Khashoggi en Asia


2019-02-22

Por JAVIER ESPINOS, El Mundo

El controvertido príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, llegó ayer a China tras viajar a Pakistán e India en su intento por buscar nuevas alianzas en Asia ante las críticas generadas en occidente por el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

El hombre fuerte de la autocracia wahabí, apodado MBS, tenía previsto entrevistarse hoy con el presidente chino Xi Jinping y el viceprimer ministro Han Zheng. Su comitiva incluía a varios altos cargos de la compañía de petróleo estatal Saudi Aramco, la mayor del mundo, que firmó un contrato con el conglomerado de defensa chino Norinco para establecer una refinería y un complejo petroquímico en la ciudad china de Panjin, con una inversión prevista de 10,000 millones de dólares.

Riad no ha dudado en aludir a sus petrodólares para intentar restañar la imagen del país, que sufrió un significativo menoscabo ante las revelaciones de cómo se llevó a cabo el homicidio de Khashoggi. 

El propio ministro saudí de Energía y de Industria, Khaled al-Faleh, dijo que su país "dispone de un gran capital y tenemos que encontrar lugares rentables para utilizarlo. China es un lugar ideal para invertir, con un enorme mercado", según refirió una agencia de información china.

MBS "está buscando construir una mayor confianza con el liderazgo chino, demostrando que tiene opciones más allá de Occidente, y que sigue siendo el elemento clave del liderazgo (de su país) y el próximo rey de Arabia Saudí", opinó Ayham Kamel, un experto del Grupo Eurasia, citado por la emisora Al Jazeera. Para James M Dorsey, del Colegio de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur, MBS "quiere demostrar que no es un paria internacional".

Tras ser objeto de la crítica popular durante su último desplazamiento a Túnez y no poder entrevistarse ni con el rey de Marruecos ni con el presidente de Argelia, MBS tiene asegurada una recepción más cordial en China -como también ha ocurrido en Pakistán e India-, donde las violaciones de los derechos humanos que se registran en el reino wahabí nunca han tenido relevancia política alguna.

A cambio, Riad -que siempre ha pretendido ser un referente para los seguidores del Islam- ha mantenido un explícito silencio en torno a la cuestión Uigur, la minoría musulmana del oeste de China, donde cientos de miles de residentes han sido confinados en campos de adoctrinamiento desde hace meses.

Durante su escala en Pakistán, una nación con la que Riad mantiene estrechos lazos tanto políticos como ideológicos -el ideario radical wahabi siempre ha tenido una notable influencia en muchos sectores y grupos islamistas de dicho estado-, MBS acordó una inversión de 20,000 millones de dólares destinada a rescatar la precaria economía paquistaní. La mitad de ese dinero se destinará al puerto de Gwadar, que también constituye un elemento referencial del llamado proyecto Nueva Ruta de la Seda china.

Sin embargo, la pretensión de MBS se enfrenta a la tradicional política de China respecto a Oriente Próximo donde siempre ha mantenido una proximidad más acentuada con naciones rivales de Arabia Saudí como Irán.

De hecho, el presidente del parlamento iraní, Ali Lariyani, se anticipó a la visita de MBS y se reunió con Xi Jinping el miércoles. Tras el encuentro, el máximo dirigente local insistió en los "profundos vínculos estratégicos" de ambas naciones y dejó claro que esos lazos "no cambiarán independientemente de cómo se desarrolle la situación internacional y regional".

China, por ejemplo, forma parte del grupo de países -junto a Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania- que siguen respaldando el acuerdo nuclear con Irán de 2015, que EU abandonó el año pasado.



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