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El Brexit llega a la recta final con las negociaciones estancadas para lograr un acuerdo
Por RAFA DE MIGUEL, El País Londres 11 MAR 2019 - 13:02 CST El 29 de marzo se cumple la fecha oficial de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. A poco más de dos semanas del desenlace, la única certeza es que no hay un acuerdo ratificado por el Parlamento que permita un Brexit suave y gradual, capaz de atemperar la inestabilidad económica y administrativa que supone abandonar una estructura como la UE. Excepto el grupo de los radicales euroescépticos, apenas una sexta parte de la Cámara de los Comunes, el resto de diputados comparte el temor a una salida a las bravas y están convencidos de que no sucederá. La historia está repleta de momentos como este: todos son responsables y por tanto nadie lo es. Estrategias partidistas, intereses ocultos, dobles intenciones, agendas fanáticas y rencillas personales se han mezclado para evitar que un país que fue modelo por su pragmatismo y espíritu de compromiso acabe dando un salto al abismo, si no surge un remedio de última hora. Las votaciones previstas Theresa May se comprometió la semana pasada a llevar de nuevo, el martes día 12, su plan del Brexit al Parlamento. En la primera votación, a mediados de enero, fue rechazado estrepitosamente por 432 votos en contra frente a 202 a favor. Nada indica que en esta ocasión la primera ministra vaya a sacar adelante el acuerdo. Sus esperanzas en arañar nuevas concesiones a la UE en torno al backstop, la llamada salvaguarda irlandesa, se han visto defraudadas ante la firmeza mostrada por Bruselas. El mecanismo implica la permanencia del Reino Unido en la unión aduanera durante el periodo de transición de dos años que contempla el acuerdo firmado con las instituciones comunitarias, como modo de evitar la imposición de una "dura" entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte que pusiera en peligro la paz y estabilidad alcanzadas hace 20 años en el Acuerdo de Viernes Santo. Algunos medios británicos sugieren que la primera ministra estaría dispuesta, por enésima vez, a retrasar la votación del martes. Sería una vía para ganar tiempo hasta el próximo Consejo Europeo, previsto para el 21 de marzo. Con un doble propósito: presionar a los negociadores comunitarios y situar al borde del abismo a los parlamentarios británicos. No deja de ser, sin embargo, una especulación más. El compromiso efectivo de May es que haya una nueva votación. Si su plan es rechazado, el Gobierno llevará al día siguiente a Westminster una moción en la que preguntará a la Cámara si está dispuesta a respaldar un Brexit sin acuerdo. Finalmente, si también esta moción es rechazada, los diputados votarán al día siguiente la posibilidad de ordenar al Gobierno que solicite una prórroga de la fecha de salida a Bruselas. Las negociaciones En los últimos días, Cox, acompañado del ministro para la salida del Reino Unido, Stephen Barclay, ha negociado intensamente con Bruselas para dar con un mecanismo que ofreciera a los euroescépticos la certeza de que el Reino Unido podría salir en algún momento de la unión aduanera. Ha puesto sobre la mesa la posibilidad de una intermediación que pudiera ser activada por una de las partes en el caso de que las negociaciones sobre la futura relación de ambos bloques se prolongaran sine die, pero sus interlocutores comunitarios se han negado desde un principio a extraer el asunto de la jurisdicción de los tribunales europeos. A última hora, el comisario Michel Barnier ha ofrecido, sin dar muchas explicaciones, un mecanismo de salida. Consistiría en permitir al Reino Unido abandonar la unión aduanera a cambio de que Irlanda del Norte permaneciera en ella. Los británicos le han recordado que eso fue el punto de partida de las discusiones y que no supone ningún avance. La idea de establecer condiciones diferentes para el territorio británico de la isla vecina es tabú para los socios parlamentarios de May, los norirlandeses del DUP, y para la mayoría de conservadores, que lo contemplan como una ruptura del principio de integridad territorial del país. Los euroescépticos Los laboristas regina |
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