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Perdura misterio a 25 años de asesinato de Colosio


2019-03-22

 

(ANSA) – CIUDAD DE MEXICO.– A 25 años del asesinato del candidato a la presidencia del entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio, las causas del homicidio que conmocionó al país aún permanecen envueltas en un velo de misterio.
    
Hasta ahora, siguen sin aclararse plenamente dos preguntas clave: quién fue el autor intelectual del homicidio que desgarró a México aquel aciago 23 de marzo de 1994, lo cual provocó una cuantiosa fuga de capitales y una vasta crisis política, y por qué lo hizo.
    
Colosio murió de dos balazos, uno en la cabeza y otro en el abdomen, al término de un tumultuoso acto de campaña en el barrio marginal de Lomas Taurinas, en la ciudad de Tijuana, fronteriza con San Diego, Estados Unidos.
    
Aunque en la víspera de la efeméride, que se recuerda en estos días con gran abundancia de reseñas y memoriales en las páginas de los medios escritos y digitales, se han brindado nuevos datos sobre el asesinato, todavía permanecen sin respuesta aspectos de fondo del caso.
    
A un cuarto de siglo de la desaparición del hombre que se perfilaba como favorito para suceder al entonces presidente Carlos Salinas, y al cabo de prolongadas investigaciones a cargo de tres procuradores y tres fiscales especiales distintos, se siguen barajando varias hipótesis sobre los móviles del crimen.
    
Una de ellas es política y se refiere a una venganza de una camarilla en la élite del oficialismo, que habría ordenado su muerte en represalia por un discurso el 6 de marzo de 1994, pronunciado apenas dos semanas antes del atentado.
    
"Yo veo un México con hambre y sed de justicia", dijo en su memorable pieza oratoria el aspirante presidencial ante líderes del PRI y figuras prominentes de la "nomenclatura" en el país ante el Monumento a la Revolución de la capital mexicana.
    
"Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República", señaló en ese mensaje, en el cual sostuvo, además, "el origen de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración de poder". De acuerdo con algunos analistas, el discurso habría generado una gran molestia entre figuras prominentes del PRI, pues había sonado demasiado crítico contra el propio partido, que gobernaba el país desde 1929 con un modelo presidencialista y unipersonal, estimado por muchos cercano al autoritarismo.
    
Alguna vez, esa forma de mantenerse el poder fue juzgada por el escritor peruano Mario Vargas Llosa como "la dictadura perfecta".
    
Las sospechas en algunos sectores cayeron sobre Manuel Camacho Solís, entonces comisionado para el diálogo en el estado de Chiapas, azotado entonces por un levantamiento rebelde, quien fue su rival más poderoso por la candidatura presidencial del PRI. Sin embargo, otras versiones hablaron de una conjura encabezada por el propio presidente Carlos Salinas, a quien se acusó de orquestar el complot desde la residencia oficial de Los Pinos a través de su jefe de asesores, José Córdoba Montoya.
    
Otra de las conjeturas es que la orden de asesinarlo procedió de las organizaciones del narcotráfico que en ese entonces estaban en pleno ascenso.
    
"Hemos investigado ese caso durante años y creo que la reconstrucción de hechos" y las sucesivas investigaciones "no terminan de respondernos el porqué y el quiénes", afirmó el analista político Jorge Fernández.
    
Según Fernández, "por supuesto que hubo un 'clima político' que alimentó la posibilidad del crimen, en el que jugó un papel destacado el levantamiento" rebelde y "graves errores" en la seguridad del candidato", así como fuertes "diferencias políticas" entre Colosio, Salinas y Camacho.
    
"Sigo pensando, 25 años después" que el asesinato "fue perpetrado por órdenes "del narcotráfico", indicó. Fernández estimó que "no hay pruebas concluyentes, pero sí indicios muy sólidos de por qué el crimen organizado podría haber ordenado el asesinato de Colosio".
    
El autor material, un obrero llamado Mario Aburto, se encuentra purgando una condena de 45 años de prisión, pero muchos creen, sin evidencias, que se trata de un "chivo expiatorio" y con frecuencia se habla de que hubo "un segundo tirador".



Jamileth


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