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México entra en una nueva dimensión
Por Efrén flores | Revista Siempre Me llama la atención cuando escucho y leo tantos análisis de por qué con el nuevo gobierno estamos regresando a la etapa del priismo totalitario; aquel presidencialismo monolítico que surgió en esencia con el aparato político creado por Plutarco Elías Calles. Todos los que afirman el triunfalismo del modelo lopezobradorista, que para estas fechas debo reconocer que desconozco, o que advierten sobre el retorno al viejo PRI, me dan la impresión de ser los típicos niños con ojos vendados pegándole a una incierta piñata, que allá vuela tendida de un débil hilo, jalada y desviada por un pequeñísimo grupo de cuates, que constituyen la nueva mafia en el poder, y poco les importa lo que nos interesa, con tal de lograr su cometido. Por otro lado están todos los interesados de Morena. Los que brincaron de sus casas maternas para buscar el poder, el dinero, las influencias en el nuevo movimiento que abrió sus puertas a toda una gama de nobles y plebeyos, con tal de juntar adeptos. Ahí están todos los chapulines, que ayer eran priistas de hueso colorado, o los petistas embelesados con su director de la CFE y otros más, los que fueron perredistas, enamorados de Cuauhtémoc Cárdenas y que ahora de él ni siquiera se acuerdan. Qué decir de los verdes no muy ecológicos, políticos en el exilio por ladrones, ahora reivindicados como víctimas de la antigua mafia y héroes de la nueva mafia. Imposible olvidar también a los panistas chapulines. Todos ellos tienen puestos en el Congreso, o gracias a su compadrazgo con el “gran jefe” o con alguien, pero todos cogen hueso. Resultan frecuentes los rasgos por ineptitud profesional. Pero no se buscan cualidades profesionales, sino entrega ciega al líder. Por su parte el líder aprovecha para crear su cuarta transformación, esa que no está plasmada en documento alguno, pero, como improvisadas resultan las mañaneras, así su cuarta transformación. Hay rasgos que surgen más definidos y contundentes de esta cuarta transformación: El poder es el del nuevo tlatoani sol, Andrés Manuel López Obrador. Él es presidente, canciller, presidente y secretario general del soviet supremo de los soviets del pueblo sabio. Él debe elegir gobernadores. En esta transición a los delegados supremos estatales representantes del pueblo sabio, en última instancia los delegados plenipotenciarios, rinden cuentas directamente al presidente y secretario general López Obrador. Los secretarios de cartera son eso, secretarios, operan y arman, con la planeación a que dé cabida el gran presidente secretario general, si no hay tiempo aunque sea con las patas, pero sale porque sale: “me canso ganso”. El nuevo presidente hace sus pruebas y correcciones, para ver hasta dónde puede llegar. Los casos ya vividos son: el aeropuerto de Texcoco, la reforma educativa, la reforma energética, la Guardia Nacional, la revocación de mandato, sus proyectos surrealistas de gran desarrollo como la nueva refinería Dos Bocas, el tren Maya, y el corredor transístmico. ¿Se aglutinan en, por ejemplo, zonas económicas especiales? ¡Qué va! Son las ideas de nuestro presidente secretario general y tienen que salir muy bien. Como parte de las actividades “productivas” de este nuevo gobierno está el incremento en la eficiencia a través de regalar dinero a diestra y siniestra a todo tipo de personas. La productividad no tiene ahora definición económica ni empresarial sino política. El asunto es juntar entre 20 y 25 millones de mexicanos beneficiados por esos subsidios y prestaciones, de los cuales grosso modo el 75 por ciento votarán a favor del movimiento de su orden en las elecciones intermedias y, por lo menos, 85 por ciento de ellos repetirán presidente morenista en las elecciones de 2024. Agregue, como parte de esta estratagema, el retrógrado pero populista restablecimiento, en el mismo sentido electorero morenista, de los precios de garantía, para “mejorar la vida” de los pequeños campesinos. La verdad es que los precios de garantía aseguran el empobrecimiento conformista de esos grupos que, por lo pronto, no van a querer mejor futuro para sus próximas generaciones sino la prolongación del mantenimiento de una tierra sinsentido. Me gusta el término secretario general del nuevo soviet mexica, porque el residente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos se encuentra 18 horas al día en campaña. Campaña para la próxima; sea la próxima gubernatura, reforzar alcaldías, controlar en términos relativos y absolutos el Congreso para 2021 o asegurar para 2024 la plaza. ¿Para quién? Bueno, técnicamente para su sucesor morenista. En el cerebro intrincado del líder, nadie sabe a ciencia cierta lo que tiene planeado. Pero de verdad será una gran sorpresa. Por eso le urge que los cambios los tome su muy reducido grupo de control, porque requiere contar con la fuerza absoluta para el control total; para ya no enmendar, sino cambiar por completo la Constitución de este país. Ellos entonces serán la ley, la justicia y la definición de nación que se les pegue la regalada gana. La nueva concepción, siempre en la mente complicada del presidente secretario o tlatoani —llámele como quiera— del universo de creaciones, destrucciones y rencores que trae en su cabeza; quiere poner en acción pero teme la pérdida de popularidad, la gran palanca que lo diferencia del resto de su propia camada. Aquí no vale Morena ni los morenistas; vale el iluminado. Él es el partido, el principio y el fin. Él amalgama a la nueva mafia del poder y aprovecha los recursos que le otorgan todos los babosos que babean hambre de dinero y poder. La nueva trilogía En todo este galimatías conceptual, el señor es ya una trilogía, interesante porque es un hombre de profunda fe cristiana: En su primera persona, Andrés Manuel López Obrador es el nuevo mesías: conmigo vivirás, sin mi terminarás convirtiéndote en chachalaca. En su segunda persona: él es la sabiduría suprema. De ahí que, con su experiencia como magnífico comunicador, define en las mañaneras lo que se hará en su gobierno, prevé lo que viene, sin consultar a los otros Poderes de la Unión; denuncia, acusa, juzga, sentencia y tiene la vehemencia para varios días después desmentir, no dar importancia, descartar o perdonar cualquier tema y a sus involucrados. En esta parodia histérica pudo haber denostado o ensuciado la honorabilidad de las partes, pero eso es lo de menos. Él logró su cometido. Estamos en la etapa del: los que me sigan vivirán; los que no, agachen la cabeza, se van a meter en todo tipo de problemas. Sumisión al mesías o muerte eterna. He ahí el principio de la tercera persona: yo soy el poder, yo soy la ley, yo soy la libertad. Por eso le molestan los medios de comunicación, incluyendo ahora las fake news mexicanas, las organizaciones de la sociedad civil (OSC), los organismos autónomos y descentralizados. Olvide usted la corrupción, que él dice que estas entidades fomentan; es que es muy difícil ejercer poder absoluto, en la medida en que México adquiera más y más estructuras democráticas con alta representatividad moral y legítima en los foros nacionales e internacionales o con funciones efectivas que él no puede controlar. Andrés López quiere ser el espíritu que debe reinar en toda la sociedad. Él es la ideología y filosofía que tienen que aprender las nuevas generaciones. ¿No se puede en la UNAM? Van a ver si no puede a través de las cien nuevas universidades populares. Pero, ¿de dónde surgirán los recursos? ¿Cómo se pagarán? ¿Cuáles serán los costos para la sociedad, para sus libertades? Las preguntas sobre el origen y aplicación de todos esos recursos le importan un rábano. Son los resultados, no para el país ni mucho menos para Morena, sino para él y sus objetivos irrealizables; pero que va a intentar imponer por 80 años como el PRI, o más. ¿Lo va a lograr? Difícilmente. Pero ante un país que calla, alaba o se agacha él está dispuesto a “quemar Roma con su grandeza”. Se le negó el poder ene veces. Ahora es su turno. El objetivo económico morenista Por lo pronto dotar de mala fama el modelo neoliberal-neoconservador, como él lo llama, ese relacionado con la mafia en el poder, que tuvo como objetivo durante treinta años acabar con el país, su pueblo, su riqueza. Le endosa al secretario de Hacienda y a su equipo hacerse bolas con la parte neoliberal, para mantenerla porque no le queda otra, y lidiar con ella. Así se entiende que, por lo pronto, no se comprometa con ningún modelo económico específico. El futuro del país así, con este juego de poder, está condenado a un periodo de crisis económica, política y social sin precedentes. En su inmensa mayoría, los resultados habrán sido consecuencia de la administración federal en turno. La docena trágica Echeverría-López Portillo nada tiene que ver con lo que vamos a vivir si esto avanza por la senda que llevamos. El populismo demagógico con vetas nacionalistas viene como nunca de acrecentado. Queda que el señor y su grupo compacto se enfrenten a resistencias importantes o que se adueñen del control total del país. El punto sobre la i Interesante: el martes pasado el asesor senior y yerno del presidente Trump, Jared Kushner, estuvo de visita relámpago por Ciudad de México. Vino a reunirse con López Obrador para platicar los avances de una garantía del gobierno estadounidense por 10 mmdd, para el desarrollo de inversiones del Plan Norteamérica-Centroamérica que el presidente López tiene en el tintero. Todo indica que también se platicó del panorama en Washington del Tratado entre México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC, o USMCA, por sus siglas en inglés). ¿Dónde cree usted que se llevó a cabo la cena? En casa de Bernardo Gómez, de Televisa. Hablando del USMCA o T-MEC, es un tema que debe preocuparle mucho al presidente López Obrador. Estamos en medio del ojo del huracán preelectoral de Estados Unidos. Los demócratas lo quieren posponer hasta después de agosto. Trump amenaza con que si no se autoriza el T-MEC para que entre en funciones, cancelará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA, por sus siglas en inglés), que le significa el principal mercado de exportaciones a 33 de los 50 estados de la unión americana. Si bien el T-MEC es un gran logro para nuestro país, el nuevo gobierno lopezobradorista tiene que cuidar sus exabruptos nacionalistas, ya que este nos compromete y beneficia si jugamos las reglas internacionales, con temas que costó 25 años conquistar: comercio digital, telecomunicaciones, pequeñas y medianas empresas (pyme), anticorrupción, rendición de cuentas, medio ambiente, derechos laborales, incluida la mejora salarial. Pero con tratados pendientes, seremos víctimas del tercer golpe del presidente Trump al comercio mundial: aranceles a aceros y aluminos, primero; ahora está en capilla la imposición de aranceles al sector automotriz, que ya no le quiero contar el impacto negativo que puede tener para nuestra economía. Cenas como la del martes pasado entre Kushner y López se dan en momentos cruciales, y sin difundir lo que en ellas, en efecto, se habla. Traigo de nuevo el tema a colación en momentos claros en que hay un intento de parte importante del nuevo gobierno federal para implantar en el país el llamado socialismo del siglo XXI y su absurdo modelo económico de las economías de equivalencias. El concepto del socialismo del siglo XXI fue formulado en 1996 por un sociólogo y politólogo alemán, que ya tiene años de radicar en México, Heinz Dietrich Steffan, por cierto catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Fue asesor importante de Chávez, anduvo por Ecuador, Argentina y ahora, claro, está probando suerte en nuestro país. Este modelo de Estado socialista es revolucionario y bebe directamente de la filosofía y economía marxistas. Se sustenta en cuatro ejes: desarrollismo democrático regional, economía de las equivalencias, democracia participativa y protagónica, y las organizaciones de base.
regina |
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