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Netanyahu busca reinar más que Ben Gurion


2019-04-08

Por SAL EMERGUI, El Mundo

El historiador Benzion Netanyahu señaló en los años 90 que veía a su hijo Benjamin, dotado de una oratoria e inglés magistrales, más como ministro de Exteriores que como primer ministro. El mismo que, ironías del destino o la política, está cerca de batir el récord en la jefatura de Gobierno en Israel. Si tras las elecciones recibe el encargo de formar su cuarto Ejecutivo consecutivo desde 2009, que se sumaría al primero (96-99), Netanyahu superará a David Ben Gurion. El fundador socialista de Israel sería batido en julio por el referente de la derecha capitalista.

Reflejo del cambio demográfico, económico e ideológico de un país que en mayo celebra su 71º aniversario, pero también prueba de la astucia política de Netanyahu, que afronta mañana su examen más difícil: el poderoso bloque centrista liderado por tres ex jefes del ejército (Benny Gantz, Moshé Yaalon y Gabi Ashkenazi) y un carismático político y ex presentador (Yair Lapid).

A sus 69 años, el solista del Likud juega contra dos tridentes: el compuesto por tres generales en la reserva y el redactado con tres casos de corrupción en los que fue imputado previa audiencia a finales de febrero. Por primera vez un primer ministro se presenta a las urnas bajo la amenaza de juicio por soborno.

Con una agresiva campaña electoral, Netanyahu mantiene una lucha sin cuartel contra Gantz buscando crear una imagen de líder inseguro, inexperto, fracasado, débil y mentalmente desequilibrado. Nada que ver con los elogios que le regaló hace cuatro años en su último día como jefe de ejército. El hombre que eligió para encabezar las Fuerzas Armadas dirige ahora la batalla que le puede enviar a casa. "A Gantz todo esto le queda muy grande. Se derrumba cuando está bajo presión y eso le sucedió durante la guerra (2014). Afirma que este mes de campaña fue el más difícil de su vida. Cada día mío es más difícil que este mes. Para ser primer ministro del país que vive bajo más amenazas del mundo hay que tener experiencia", avisa Netanyahu, que es jefe de Gobierno, titular de Defensa, candidato del Likud y director de la campaña. Entre los soldados que apoyan a Netanyahu en la guerra en las redes sociales, destaca su hijo Yair (27 años), que insulta a políticos, ex jefes del Mosad y periodistas críticos con su padre.

Azul y Blanco, el bloque nacido de la alianza Gantz-Lapid, responsabiliza a Netanyahu "del peligroso deterioro del debate político en Israel con mentiras y ataques contra todo aquel que no le apoya. Hace y dice lo que sea para lograr su único objetivo, que es seguir siendo primer ministro".

"No odio a Netanyahu, que ha hecho cosas buenas en estos últimos 10 años, pero es momento de irse. Tanto tiempo no es bueno. Le deseo que salga inocente ante la Justicia pero lo mejor para el país es que se defienda como ciudadano y no como primer ministro", afirma Lapid que añade: "Israel necesita volver a la moderación y la unidad tras las políticas de Netanyahu basadas en el odio".

Gracias al pacto con Lapid fundado en una rotación como primer ministro, Gantz se hizo con el aparato organizador del ex ministro de Finanzas y logró transformarse en seria alternativa a Netanyahu, pese a que acaba de saltar a la arena política. Una alianza vital para ganar los comicios, pero quizá una losa para el día después, ya que los dos partidos ultraortodoxos aclaran que no estarán en su coalición y vetará a Lapid por ir "contra los valores religiosos".

Azul y Blanco llega con un liderazgo lleno de experiencia militar y el entusiasta deseo del centroizquierda y segmentos de la derecha moderada de acabar con el largo mandato de Netanyahu. Éste, por su parte, trae el fiel apoyo de las bases del Likud y lo que define como "la década más exitosa de Israel a nivel económico y de seguridad que ha convertido este país en una potencia".

Netanyahu presume de "la relación especial" con los dirigentes de las dos superpotencias: EU y Rusia. Sus reuniones en las últimas dos semanas con Donald Trump en Washington -incluyendo el regalo del reconocimiento de la soberanía israelí del Golán- y con Vladimir Putin en Moscú han quedado enmarcadas en sus clips electorales. Sin anunciarlo, el Kremlin y la Casa Blanca apuestan por él.

Gantz ganará las elecciones, según los sondeos. Asoman, sin embargo, dos significativos matices. Por un lado, el laborista Isaac Herzog también era el favorito en 2015 y, pese a obtener un gran resultado (24 escaños), fue derrotado por Netanyahu (30). Por otro, en la decisiva pugna de bloques, el campo de la derecha suma más votos, lo que reserva al líder del Likud la opción de formar Gobierno.

De esta forma se repetiría lo sucedido en 2009 cuando ganó el centrista Kadima. Mientras Tzipi Livni celebraba la victoria, Netanyahu cerraba el acuerdo con sus socios para volver a la residencia oficial en Jerusalén. 10 años después, Livni anima desde la tribuna (tras desarticularse la plataforma con el laborismo de 2015) para que Netanyahu haga las maletas.

Azul y Blanco y sus dos aliados en la izquierda -Partido Laborista y Meretz- advierten de que Netanyahu promoverá una ley que evite juzgar a un primer ministro en ejercicio. "No me ocupo de esto. En la audiencia lograré desmantelar las ridículas acusaciones", asegura Netanyahu, negando que dio beneficios a un empresario para que su web proporcionara una cobertura favorable.

En la recta final, Bibi repite la táctica de 2015: atacar al rival y pedir desesperadamente el voto de toda la derecha con guiños como anunciar, si gana, la posibilidad de anexionar una parte de Cisjordania. "¡El Gobierno de la derecha está en peligro! Mis sondeos muestran que en la izquierda están más motivados. Si no despertamos, la izquierda gobernará", advierte. Hace cuatro años la fórmula le funcionó.
 



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