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Bolsonaro cumple 100 días en el poder entre el desgaste y la parálisis
Por JOAN ROYO GUAL, El Mundo "A veces me pregunto: Dios mío, ¿qué he hecho para merecer esto? Todo son problemas", decía Bolsonaro la semana pasada. Poco antes, pedía disculpas por las dificultades que implica el cargo: "Perdón por las patadas, no nací para ser presidente, nací para ser militar", confesaba, a pesar de su experiencia tras 27 años de diputado en el Congreso. Cuando se cumplen 100 días de su llegada al poder, Jair Messias Bolsonaro tiene poco que celebrar. Rodeado de polémicas creadas por él mismo o por su entorno, el presidente brasileño está viendo como su popularidad se deshace a ritmo acelerado. Bolsonaro es el presidente peor evaluado en los tres primeros meses de Gobierno desde 1990, según una encuesta del instituto de opinión Datafolha divulgada el 7 de abril. El 32 por ciento de brasileños considera su gestión "óptima o buena", pero son casi los mismos (el 30 por ciento) los que la consideran mala o pésima. Cuando empezaron a gobernar, en 2003 y 2011, los izquierdistas Lula da Silva y Dilma Rousseff, diana habitual de los ataques del actual presidente, eran rechazados apenas por el diez y el siete por ciento de la población, respectivamente. Bolsonaro está teniendo un inicio de mandato convulso y lo sabe. La economía sigue sin levantar el vuelo con firmeza a pesar de los buenos presagios iniciales y de que el mercado financiero dio un voto de confianza al líder de la ultraderecha, como un mal menor para evitar el regreso del Partido de los Trabajadores al poder. El FMI revisó a la baja la previsión de crecimiento de Brasil, del 2,5 por ciento de enero al 2,1 por ciento actual. Según datos oficiales, el desempleo subió respecto al trimestre anterior y afecta a 13,1 millones de brasileños (el 12,4 por ciento de la población). La respuesta de Bolsonaro fue criticar el método de cálculo. La reforma del sistema de pensiones, prioridad absoluta de Bolsonaro y su superministro de Economía, el 'Chicago boy' Paulo Guedes, está encallada por falta de diálogo con el Congreso Nacional. Hace unos días, el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, abroncó a Bolsonaro por no sentarse a hablar con los líderes de los partidos (son 30 en total) y dijo que estaba "jugando a ser presidente". Bolsonaro argumenta que no quiere hacer "vieja política", pero los analistas coinciden en que su falta de cintura con el poder legislativo está poniendo en riesgo la gobernabilidad. Mientras tanto, en la Bolsa ya no reina la euforia, el dólar bate récords y los inversores empiezan a ponerse nerviosos. The Economist alertaba hace poco de los riesgos del "presidente aprendiz". LOS 'SUPERMINISTROS' VENIDOS A MENOS El implacable juez que llevó a prisión a Lula y que se convirtió en símbolo nacional de la integridad moral ha tenido que convivir con varios escándalos domésticos: uno de los hijos del presidente, el senador Flávio Bolsonaro, está siendo investigado por movimientos financieros sospechosos de su chófer. El ministro de Presidencia, Gustavo Bebianno, cayó por su presunta implicación en la financiación irregular del PSL, el partido de Bolsonaro, después de que uno de los hijos del presidente, el concejal Carlos Bolsonaro, pidiera su cabeza. También cayó el ministro de Educación, Vélez Rodríguez, incapaz de formar su equipo por un tira y afloja entre fundamentalistas evangélicos, militares y seguidores del gurú de ultraderecha Olavo de Carvalho. En apenas tres meses hubo 17 dimisiones de altos cargos dentro del ministerio. Una de las pocas cosas que el ministro tuvo tiempo de hacer fue proponer grabar a los niños de las escuelas públicas cantando el himno nacional, aunque dio marcha atrás poco después tras el aluvión de críticas. LAS "PROMETEDORAS" RELACIONES CON EL EXTERIOR En Israel, otro país prioritario, Bolsonaro visitó el Muro de las Lamentaciones de la mano de Netanyahu rompiendo la tradición diplomática de neutralidad en el conflicto de Oriente Próximo y tras visitar el Museo del Holocausto tuvo tiempo de proclamar que el nazismo es un movimiento de izquierdas. Incumplió su promesa de trasladar la embajada a Jerusalén por miedo al boicot de los países islámicos a las exportaciones de carne brasileña, y a cambio anunció la apertura de una oficina comercial en la ciudad santa. Consiguió decepcionar a los dos lados. Este mismo miércoles Bolsonaro se reúne con 51 embajadores de países islámicos para intentar calmar los ánimos. En Chile fue recibido con protestas en las calles de Santiago, mientras en Brasil su jefe de gabinete elogiaba a Pinochet diciendo que "tuvo que dar un baño de sangre" para asentar las reformas macroeconómicas que perduran hasta hoy. Hablando de dictadores, Bolsonaro no dejó escapar la ocasión de generar una nueva polémica al ordenar que los cuarteles militares celebrasen el aniversario del golpe de 1964, que dio inicio a una dictadura de 21 años que dejó cientos de muertos y desaparecidos. regina |
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