Formato de impresión


Sri Lanka: un nido de radicales islamistas


2019-04-22

Por JAVIER ESPINOSA, El País

 La masacre de Kattakundy ha quedado eclipsada en la memoria colectiva de Sri Lankabajo el peso de las incontables brutalidadesa las que tuvo que asistir el país durante la guerra civil que libraron los Tigres Tamiles (LTTE) y el gobierno de Colombo.

Aunque la temible insurgencia tamil siempre negó haber cometido el ataque contra la mezquita de esa población el 3 de agosto de 1990 -que dejó cerca de 150 víctimas mortales-, la comunidad musulmana local siempre señaló a los rebeldes.

Según el relato que recogieron los periodistas que se desplazaron al lugar, el grupo de alzados entró en el templo cuando casi 200 personas se encontraban rezando la última plegaria de la jornada.

Al igual que ocurrió este domingo en las tres iglesias del país atacadas por suicidas, los militantes se cebaron en los feligreses indefensos. Los asesinaron a mansalva, acribillándolos con sus ametralladoras y lanzando granadas de mano.

La historia de las naciones es siempre una acumulación de eventos encadenados y la sangría de Kattakundy fue determinante para que la minoría musulmana de la región de Kattakundy se alistara en los grupos paramilitares usados por el gobierno, a los que a su vez se les achacó toda suerte de graves violaciones de los derechos humanos.

El feroz conflicto civil concluyó en 2009, pero el área de Kattakundy ha continuado siendo un reducto de la minoría musulmana, que representa poco menos del 10% de la población de Sri Lanka.

Desde hace ya más de una década, los medios de comunicación locales habían venido publicando artículos sobre la aparición de grupúsculos radicales islamistas precisamente en el área de Kattakundy, inspirados por el ideario wahabí de Arabia Saudí, que comenzó a propagarse en la isla a partir de la segunda mitad de la década de los 70.

Según un informe de Robert O. Blake, embajador de EU en Colombo de 2007, filtrado por Wikileaks, el diplomático se reunió en octubre de ese año con significados líderes de la comunidad musulmana que le expresaron su preocupación por el avance del wahabismo en esa localización, sita al este del país.

"Los participantes señalaron que el Islam en Sri Lanka ha sido tradicionalmente moderado y pacífico pero han observado una creciente presencia wahabi, basada principalmente en la ciudad de Kattakundy. Afortunadamente, dijeron, aún no hay ningún grupo "yihadista" presente en Sri Lanka", se leía en el cable diplomático.

Durante todos estos años Wahabies y seguidores del islam sufí -una creencia moderada- ha protagonizado diversos encontronazos en Kattakundy.

En un nuevo guiño a la historia, esa misma localidad sita al este del país es precisamente uno de los bastiones del movimiento National Tawheed Jamaath (NTJ), al que un portavoz del gobierno de Sri Lanka, Rajitha Senaratne, ha atribuido las explosiones del domingo.

Cómo explica por teléfono el profesor MIM Jazeel, del departamento de Estudios Islámicos de la Universidad del Sudeste de Sri Lanka, Tawheed Jammath es una denominación usada por diversas facciones.

Tanto la sección de Monoteísmo (así se traduce Tawheed) en el estado de Tamil Nadu, -una región de la vecina India que siempre ha tenido una notable influencia en Sri Lanka-, como la oficina central del grupo en Colombo han condenado los sucesos del domingo describiéndolos como algo "odioso".

"El NTJ es un grupo nuevo, pero todos los militantes de Tawheed están inspirados por las ideas de Arabia Saudí. Son wahabíes. Algunos estudiaron allí", explica Jazeel.

Sri Lanka nunca se significó por su notable aportación a las filas del ISIS pero en 2016 el ministro de justicia reconoció que al menos 32 musulmanes "de familias de la élite y bien educadas" se habían unido a esa formación radical en Siria.

Sin embargo, Sri Lanka no es Oriente Próximo y la magnitud de lo ocurrido plantea todo un decálogo de cuestiones sin respuesta por el momento, incluso cuando Senaratne aseguró que todos los hombres bomba eran locales.

La sofisticación y la logística requerida en los ataques e incidentes que se han registrado en el país desde el domingo no se recordaba en Sri Lanka desde la era del LTTE.

Tampoco en el resto del sudeste de Asia, donde hay que remontarse a la lúgubre era del grupo Jemaah Islamiyah, para encontrar un ejemplo similar. Aquella facción fundada en 1993 fue responsable de numerosos atentados contra iglesias, embajadas, hoteles de lujos y zonas turísticas como la isla de Bali, donde llegaron a asesinar a más de 200 personas en 2002.

El propio Senaratne, que también es ministro de Salud, reconoció que su gobierno y las fuerzas de seguridad no alcanzan a comprender "cómo una organización pequeña como este ha podido hacer esto. Estamos investigando el (hipotético) apoyo internacional del grupo y otros lazos".

Unas dudas que comparten la mayoría de los expertos. "Si el NTJ está detrás de los ataques, dudo que tengan capacidad de organizar este ataque por sí mismos. La sofisticación y el diseño de los ataques apuntan a cierto nivel de participación extranjera", opinó Mario Gómez, director ejecutivo del Centro Internacional de Estudios Étnicos en Colombo, citado por Bloomberg.

Los principales líderes de la comunidad musulmana De Sri Lanka han criticado al unísono los atentados del domingo pidiendo "el máximo castigo" para los culpables, pero los señalamientos contra los miembros de esta fe se han multiplicado en las redes sociales.

Los musulmanes han sufrido en tiempos recientes el acoso de los grupos radicales budistas, cuya oratoria y odio hacia esa religión emula a la que exhiben el sector de sus correligionarios de fé que sigue al tristemente célebre monje birmano Ashin Wirathu, orgulloso de apodarse el Bin Laden budista.

Las razzias anti musulmanas de 2014 y de 2018 desembocaron en graves altercados con varios muertos y casi 10,000 desplazados en ambas comunidades en el primer caso.

En un país acostumbrado a que sus dirigentes utilicen los miedos y las filiaciones étnicas y religiosas como bandera de enganche de su política, el acoso contra la minoría musulmana amenaza con alimentar la espiral de odio de la que se nutren los extremismos.

La única enseñanza incontestable que nos deja la historia de esta isla nación es que el fanatismo no es exclusivo de ninguna religión o grupo étnico.



regina


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com