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Kim Jong-un juega la carta rusa para frenar a Trump


2019-04-24

JAVIER ESPINOSA | El Mundo

El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, llegó hoy en su tren privado a la ciudad rusa de Vladivostok donde se reunirá este jueves con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en lo que los expertos han entendido como un intento de Kim Jong-un de contrarrestar el marasmo diplomático que sufre su relación con EU confirmando su cercanía al binomio China-Rusia.

De momento, el Kremlin ya ha expresado su intención de apoyar el retorno de las llamadas negociaciones a 6, que se desarrollaron entre 2003 y 2009, con la presencia de la propia Rusia, China, Japón, Estados Unidos y las dos Coreas, como alternativa a la fallida estrategia del presidente Donald Trump de abordar el posible desarme nuclear de Pyongyang directamente con Kim Jong-un.

Para el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, estas discusiones -que en su momento propiciaron el desmantelamiento parcial de la central nuclear de Yongbyon, eje central del programa norcoreano- son "el único mecanismo internacional eficiente en este momento".

El desplazamiento de Kim Jong-un a Rusia -el primero desde que el que realizó su padre, Kim Jong-il, en 2011- semeja ser un retorno a la llamada "diplomacia del péndulo", que utilizó con maestría su abuelo, Kim Il-sung, para navegar entre la influencia de Pekín y Moscú durante la época de la Guerra Fría.

Aunque la entonces Unión Soviética fue determinante en los primeros años de consolidación de la saga Kim, las relaciones entre ambas naciones se deterioraron de forma drástica tras las críticas al culto estalista que apadrinó el entonces dirigente de aquella entidad, Nikita Khrushchev, a partir de 1956.

Kim Il-sung llegó a purgar a la mayoría de dirigentes norcoreanos de la denominada "facción soviética" -cercanos a Moscú- y Krushchev retiró toda la asistencia a ese estado.

El primer Kim volvió a girar hacia Moscú cuando la Revolución Cultural que lanzó Mao Zedong resquebrajó la alianza bilateral de Pyongyang y Pekín.

El comercio externo de Pyongyang depende actualmente en un 90% de China, un vínculo excesivamente arriesgado para un régimen que siempre ha intentado mantener un amplio margen de equidistancia, incluso hacia sus más estrechos aliados

La Administración del presidente norteamericano, Donald Trump, entendió la intención que atesora este guiño diplomático de Kim Jong-un y se apresuró hace días a enviar a Moscú al representante especial para asuntos de Corea del Norte, Stephen Biegun, para intentar anticiparse a cualquier maniobra del dirigente norcoreano.

"Tras Hanoi el proceso diplomático se ha estancado y los cálculos de Kim han cambiado. Hay pocos líderes extranjeros con los que podría tener reuniones que tengan cierta entidad. Washington, Seúl y Tokio quedan fuera de esta discusión, por ahora. Ya ha estado en China 4 veces y otra visita confirmaría la excesiva dependencia de Pyongyang hacia Pekín. Así que Rusia es una elección evidente. Puede esperar una recepción amistosa y probablemente tenga alguna posibilidad de obtener apoyo político y económico de Putin", opinó Artyom Lukin, de la Universidad Federal del Lejano Oriente de Vladivostok -que será el escenario de la cumbre entre los dos líderes- en declaraciones recogidas por la página especializada NK News.

"Le recuerda al mundo que con Hanoi o sin Hanoi, Corea del Norte no se enfrenta al aislamiento político", le secundó Fyodor Tertitskiy, un analista de la misma publicación.

Además de intentar conseguir un respaldo explícito de Moscú en su intento por relajar el entramado de sanciones internacionales -algo que ya ha pedido el gobierno de ese país en el pasado-, Kim Jong-un discutirá casi con toda seguridad sobre el futuro de los miles de trabajadores norcoreanos que están empleados en Rusia.

Si el comercio bilateral ya sólo representa una cifra de 34 millones de dólares anuales -guarismos casi anecdóticos para los que se contabilizaban en el pasado-, la comunidad norcoreana empleada en sectores como la minería, la tala de árboles o las factorías textiles -muchos de ellos en el área de Vladivostok-, reporta todavía un caudal de divisas básico para Pyongyang.

Moscú reconoció que tenía todavía 11.490 en el 2018, una cifra que sólo supondría un tercio del número que solía acoger en sus territorio.

La resolución 2397 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobada en diciembre de 2017 exige la prohibición de aceptar este tipo de trabajadores en un plazo máximo de dos años.

Fedot Tumusov, un integrante de una delegación de parlamentarios rusos que visitó recientemente Pyongyang, aclaró que en sus entrevistas en la capital norcoreana los dirigentes locales les habían expresado "naturalmente sus deseos para que la gente pueda trabajar (en Rusia)".

"Es una de las fuentes para resolver los problemas económicos y sociales" de Corea del Norte, precisó.



Jamileth


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