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Venezuela: posibles escenarios tras el levantamiento militar


2019-05-01

Felipe Sahagun | El Mundo

La "fase final" del pulso entre la oposición y el régimen de Venezuela anunciada ayer en un vídeo difundido en Twitter por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, puede ser el principio del fin del sistema chavista o un nuevo brindis al sol, como tantos otros en el pasado.

Las primeras reacciones del Ejército venezolano apuntan, más que a un golpe militar bien planificado, sólo a un aumento de la presión de Guaidó en respuesta a las detenciones de algunos de sus lugartenientes y al acoso al que está sometiendo Sebin, los servicios secretos, a muchos de ellos.

Lo que pase a partir de hoy depende de lo que hagan los mandos y oficiales, hasta ahora leales por miedo y/o por dinero al tándem Nicolás Maduro-Diosdado Cabello, de la reacción de la calle, de lo avanzados que estén los planes de intervención exterior y, sobre todo, de la voluntad de Washington, La Habana y Moscú.

Aunque, en sus primeras reacciones a los enfrentamientos de ayer en las calles de Caracas el vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Mike Pompeo y el jefe de Seguridad Nacional, John Bolton, se solidarizaron con la llamada "Operación Libertad", en el Pentágono no hubo señal de preparativos para una acción militar directa inmediata.

El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, declaró que "el nuevo intento de golpe de estado ha sido de magnitud mediocre" y que "el 80% de todos los efectivos" que acompañaron a Guaidó en su video "lo hicieron engañados".

"Hasta ahora no ha habido una respuesta militar contundente en Venezuela porque a los militares, haciendo sus cálculos de lo que pueden ganar o perder si dan un paso al frente, no les ha compensado", explicaba Carlos Malamud, especialista en Iberoamérica del Real Instituto Elcano, en el canal 24Horas deTVE.

"El tiempo juega a favor de Maduro si no aumenta la presión social y más militares responden a su llamada", afirmaba el profesor de relaciones internacionales Gustavo Palomares.

Si Guaidó ha echado el nuevo órdago fruto sólo de su desesperación o frustración por los pobres resultados conseguidos cuatro meses después de su elección -se sabrá a medida que pasen las horas-, habrá sido otro sacrificio inútil.

Después de retirar su reconocimiento al régimen venezolano en enero, los EU han mantenido la amenaza de intervención, pero esa amenaza no se ha materializado ni ha recibido el respaldo oficial de ninguno de los más de 50 países que han reconocido al "presidente interino".

La fecha del nuevo desafío no es casual. Coincide con la entrada en vigor del embargo de petróleo estadounidense y de las nuevas medidas de presión contra Cuba, principal valedor de Maduro.

El 2 de mayo se abre la veda para exigir compensaciones en los tribunales estadounidenses de las empresas extranjeras instaladas en terrenos o propiedades confiscados por la revolución cubana.

Es sólo una de todo un arsenal de medidas de presión de EU para acabar con lo que Bolton ha bautizado como "troika de la tiranía": el socialismo en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Venezuela exportaba a los EU a finales de 2018 medio millón de barriles diarios y Venezuela recibía de EU el 75% de todos sus ingresos por petróleo. Se acabó.

Tan importante o más que el petróleo exportado era hasta hoy para los dirigentes venezolanos los 120,000 barriles diarios de crudo ligero que importaba de los EU para reducir la densidad del crudo nacional.

Sin esas entradas y sin el control de Citgo, la empresa tejana propiedad de PDVSA con refinerías, miles de gasolineras y terminales de petróleo en territorio estadounidense, el Gobierno venezolano no puede mantenerse por mucho tiempo, salvo que Rusia y China consideren su apoyo al régimen venezolano vital en su pulso estratégico global con los EU y estén dispuestos a pagar el precio que sea, difícil de creer.

Se ha llegado demasiado lejos para confiar en una salida negociada tras años de negociaciones inútiles, manifestaciones y protestas con centenares de muertos, miles de detenidos, tres millones de refugiados y el colapso total de la economía, con una inflación contabilizada en millones y la economía desplomándose, según el FMI, otro 25% en 2019.

La opción menos mala sería la retirada de Maduro y sus incondicionales, y un acuerdo de sus sucesores con el equipo de Guaidó- López para la convocatoria de elecciones organizadas por un organismo neutral. Muy difícil o imposible si Cuba, Rusia y China no echan una mano.



Jamileth


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