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Electrodomésticos dañados: otra consecuencia del apagón en Venezuela


2019-05-02

Por Mayela Armas, Reuters

CARACAS, 2 mayo (Reuters) - La inestabilidad del servicio eléctrico de Venezuela, que ha seguido tras los masivos apagones de marzo, daña los electrodomésticos de los venezolanos cuando el país petrolero enfrenta una prolongada recesión económica con hiperinflación.

“Perdí el único televisor que tenía para mi hijo y para mí, con el segundo apagón. Estábamos viendo la televisión, se fue la luz y cuando llegó, no encendió”, dijo Laly Ascanio una empleada universitaria de 40 años que reside en Maracay, al centro de Venezuela, una zona donde la luz falla casi todos los días.

Ascanio gana un salario mínimo de 18,000 bolívares mensuales, unos 3,4 dólares al tipo de cambio oficial, por lo que no puede reparar el aparato, ni adquirir uno nuevo.

“Ya tener luz es un lujo, comprar un televisor se convierte en algo lejano”, agregó.

El mes pasado la nación OPEP sufrió extensos apagones que afectaron a gran parte del territorio. Esas interrupciones de energía el gobierno del presidente Nicolás Maduro las atribuyó a sabotajes, pero expertos eléctricos dicen que se deben a la falta de inversiones y mantenimiento en las instalaciones.

Para recuperar la infraestructura eléctrica, el mandatario ordenó un plan de cortes programados de tres horas diarias, que excluye a la capital, Caracas y a los estados Vargas y Delta Amacuro. Pero el interior de Venezuela pasa más horas sin luz de las previstas en el cronograma oficial.

Al restablecerse el servicio de energía se registran fluctuaciones que dañan los equipos como le sucedió a Reinaldo Sánchez de 51 años que vive en Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela, que está sin energía más de 10 horas al día.

“Se dañaron el televisor y la nevera con los apagones. Los protectores hasta se quemaron”, dijo este barbero que no puede adquirir nuevos equipos porque su sueldo no le alcanza.

Unos 18,000 electrodomésticos se han dañado en dos meses, desde los apagones de marzo, dijo Aixa López presidenta de un comité de usuarios de afectados por los cortes del servicio eléctrico y que maneja denuncias de los ciudadanos sobre el impacto de la crisis del sector.

En Venezuela la inflación supera un millón y medio por ciento, según cálculos de la Asamblea Nacional, bajo control de la oposición, y ese salto en los precios ha deteriorado el ingreso de los venezolanos por lo cual reponer un aparato eléctrico es complicado.

Una nevera puede costar mínimo unos 450 dólares y un televisor unos 270 dólares, de acuerdo con recorridos realizados en tiendas de Caracas.

“Atender los daños que genera la crisis eléctrica es difícil porque no hay suficiente disponibilidad de aparatos y repuestos en el país”, dijo Carlos Masiá, directivo de la cámara que agrupa a los fabricantes e importadores de electrodomésticos.

El sector electrodomésticos en Venezuela está en crisis por las restricciones de dólares que ha limitado el ensamblaje de equipos y la importación. Aquellos que aún ofrecen aparatos recurren al mercado paralelo de divisas por lo cual los pocos televisores, microondas, entre otros artículos que existen en los comercios son costosos.

Los repuestos también son importados y difíciles de conseguir en los negocios. “Reparar un equipo es complicado porque tampoco hay muchas piezas para hacer los arreglos”, agregó Masiá.

Luego del segundo apagón de fines de marzo, Maduro ofreció un plan para reponer electrodomésticos a quienes tuvieran el Carnet de la Patria, un instrumento del gobierno para entregar beneficios. Pero del programa de venta de televisores, neveras y otros equipos no ha habido detalles.

“Dos computadoras y un televisor se dañaron con las fluctuaciones constantes de luz, incluso los cables se quemaron”, señaló Wendy Pastrán, una diseñadora gráfica de 38 años que vive en San Cristóbal, al oeste del país, y otra de las ciudades más golpeadas con las suspensiones de energía.

“Los aparatos que se quemaron ya no los puedo reemplazar”, agregó la mujer que tiene ocho meses de embarazo. “Siento desespero por el deterioro en la calidad de vida para mis dos hijas. No es a los que estamos acostumbrados”.



regina


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