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Gobierno sin cabeza
Por Efrén flores | Revista Siempre
El Presidente de México hace rápidamente agua sin percatarse, justamente por colocarse en las antípodas de la realidad regional y mundial. Porque para él y su círculo rojo, el término progreso tiene un significado que francamente desconozco, pero que va a conducir a 130 millones de mexicanos al demonio, como si de por sí no viniéramos de uno de los círculos del infierno de Dante: La Divina Comedia Mexicana. El Presidente prometió que entre austeridad, eliminación de la corrupción y eficientación de recursos, la economía de México retomaría desde el inicio de su mandato crecimientos en su PIB del 4%, baja inflación, autonomía energética, con precios baratos de las energías. El pasado 30 de abril, día del niño, nos enteramos por el INEGI y su reporte preliminar, que la economía es un desastre para el primer trimestre del año. El PIB se contrajo un 0.2% en ese periodo y respecto al último trimestre del 2018. Los servicios se contrajeron de manera fuerte y la producción petrolera se mantiene débil. La inversión fija bruta cayó 6.4 por ciento en diciembre, la peor baja desde 2013. El crecimiento esperado para este año, muy lejos del 4% negociado entre el Presidente y la madre tierra, es calculado por los centros internacionales de análisis en 1.5 por ciento; los más pesimistas lo calculan en uno por ciento. Con una ironía que interpretó como otra de las ocurrencias para tapar al sol con un dedo, y “nadar de a muertito”, el actual gobierno publicó el último informe a prensa de Pemex titulado: “Pemex muestra resultados financieros sólidos en el primer trimestre del año”. ¡Qué cuento chino, el mismo día en que sabemos que catorce diferentes vencimientos de bonos Pemex generaron una pérdida al gobierno federal para su pago, por 1,900 millones de dólares o algo así como 36 mil mdp de sangrado para las finanzas públicas”. ¿Por qué mentir? La inversión privada representa 6.7 veces la potencia de la inversión pública, sin considerar el valor de la gran diversificación de las inversiones privadas nacionales y extranjeras. Pero AMLO le da una importancia secundaria. La incertidumbre por la poca flexibilidad del gobierno mexicano para sanear las finanzas de Pemex, la incertidumbre sobre el destino del nuevo T-MEC aún no ratificado, el peso de los aranceles comerciales, el enrarecimiento económico mundial, el entrampamiento mexicano en su horizonte de desarrollo tecnológico, sindical, el daño causado por el zarpazo a la Reforma Educativa para crear la suya, más ad hoc con la voluntad de sus huestes aliadas, la pérdida de confianza completa al nuevo gobierno, –por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, las mentiras sobre el nuevo aeropuerto y sus proyectos productivos en el sur del país con consultas cínicas a modo, así como la clara indefinición de la Reforma Energética, de nueva cuenta a modo–, todo en conjunto crea un escenario poco propicio para nuevas inversiones. Pero también ha dañado seriamente al país la muerte por decisión imperial de órganos productivos como Proméxico, o el Consejo de Promoción Turística, o las Estancias Infantiles; y por eutanasia destruyó sin pensarlo las zonas económicas especiales que, además de todos los proyectos rentables y empleos que habían logrado amarrar, eran productivas. No. Mejor su primitiva refinería y sus trenecitos que nadie sabe los efectos que provocarán al medio ambiente, ni las migraciones negativas que pueden ocasionar. La incierta respuesta de nuestros aliados norteamericanos al esperado Acuerdo de Libre Comercio con China, la ya inminente caída en unos días del gobierno venezolano, la escasez de gasolinas en México en enero por su mentado combate al huachicol, estrategia fracasada pero que sí dañó sensiblemente a los sectores productivos (transporte de mercancías), los problemas sindicales en el norte, en Matamoros y otras localidades, los ataques terroristas a las vías generales de comunicación por parte de los gángsteres de la CNTE, pero que ofrecieron gran cantidad de votos a López Obrador el 1 de julio, y que ahora premia a este grupo gangsteril con cerca de 50 curules en el Congreso Nacional, la guardia nacional a modo del señor Presidente, mandando al diablo lo decidido por el Congreso, el pleito continuo de AMLO contra los organismos autónomos públicos y privados, la llegada de colaboradores ineptos pero a modo a diferentes puestos clave de negociación económica, el constante ataque descarado a la libertad de expresión, todo apunta a un gobierno desde ahora con resultados económicos adversos a las expectativas de los mexicanos; no para este 2019, sino para el plazo mágico de este Presidente: las elecciones intermedias del 2021. El sector servicios y comercio, transportes, financiero y telecomunicaciones tuvieron una contracción del 0.2% en el primer trimestre del año y respecto al último trimestre del año pasado. Agricultura, ganadería y pesca se expandieron al 2.6%. El sector industrial, incluyendo minería, construcción y manufacturas se desplomó un 0.6%. En todo sentido la prognosis del paciente mexicano apunta a terapia intensiva, cuando inexplicablemente hace seis meses estaba en terapia intermedia. La presente administración pública tiene que poner sus barbas a remojar y meditar seriamente el legado que entregará de país a todos los mexicanos. El señor López Obrador no es dueño de México, ni de la verdad, mucho menos de la democracia mexicana. Las mentiras, distorsiones, espejitos y espejismos que pueda vender a su pueblo bueno en el muy corto plazo, se revertirán contra él más pronto que tarde. Al final del día tendrá que solicitar apoyo a las mafias del poder y a los riquillos del país. Descubrirá que ellos no le recriminarán sus mofas y calificativos. Nada más le cobrarán más caro los financiamientos que requerirá para sacar adelante los proyectos vitales para el país, al tiempo que la sociedad en su conjunto le pedirá cuentas del conjunto de mandatos por los que el señor fue contratado como empleado máximo de la Nación. Nada de que siervo. Empleado superior. ¿Pero qué y por qué votamos los mexicanos el 1 de julio del 2018? Por una mejor justicia, por combatir la corrupción impune, descarada, que vivimos en el sexenio peñista; por dar una solución total, al grave problema de la violencia multidimensional. También votamos por un mejor horizonte económico, de empleos, social, de oportunidades mayores, por una educación que beneficie a nuestros niños y jóvenes, con maestros capacitados y comprometidos, que ofrezcan una formación acorde al mundo del siglo XXI y los nuevos mercados laborales; por una economía creciente, robusta, que genere más empleos, de mejor calidad y mejor pagados, que nos integre como sociedad, que ofrezca mayor dignidad humana, y poder de movilidad para todos los mexicanos. En pocas palabras. Como dijo Carlos Bravo Regidor, especialista en historia política e intelectual, coordinador de investigación en el programa de Periodismo del CIDE, Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. al ser cuestionado en el especial de, ¿Cómo predecir un golpe de Estado? de la revista The Economist (abr 23-2019): “Las elecciones de julio pasado ma´s que premiar a AMLO significaron un refere´ndum al PRI, dada la reprobacio´n del pai´s por la corrupcio´n desbordada que llego´ a la presidencia descaradamente durante la administración pública pasada. El reto ahora es controlar a un pai´s que no esta´ gobernado por los poderes federales, sino parte por ellos y parte por el crimen organizado”. El reto es que ahora por los ahorros equivocados del nuevo gobierno, tendremos menores radiografi´as anali´ticas del estado de la nacio´n en todos sentidos. La democracia es relativa, porque es relativo el deseo democra´tico del pueblo mexicano. Asi´ lo gritó el pueblo el pasado 1 de julio: Sí al comandante-gui´a-mesi´as; lo de menos es la democracia. Ni siquiera las libertades individuales. Se prefiere un Estado dadivoso, subsidista, misericorde, de precios de garanti´a, que patrocine a un pueblo infantil, a un Estado vigilante de los tres poderes, promotor de una sociedad robusta, que aplaude al buen sector privado y condena a los aliados del crimen. ¡Viva la fuerza bruta, pero que me facilite el mal leer y escribir, el bajo umbral de pensamiento! En un pai´s donde El Progreso es sino´nimo de redistribucio´n paternalista, no se requiere el esfuerzo demandado por una sociedad competitiva. El México dividido en dos Méxicos, los de arriba y los de abajo, donde la movilidad an~orada queda sujeta a expropiaciones, difamaciones, subsidios. ¡Que la fiesta continu´e! ¿Y el 4 por ciento de crecimiento PIB para este an~o de AMLO? ¿Y las calificadoras que son un mito pero que son los ojos del mundo que observan a Me´xico? ¿Y el aeropuerto sustituto de Texcoco? ¿Y el campo y el turismo? ¿Y la libertad de expresio´n? Por ahora será todo pospuesto por el gobierno siempre en campaña del nuevo mesías, que sigue en campaña, rumbo a su primera meta, –las elecciones intermedias del 2021–. Después, ya veremos. El pasado ya dejó de ser. El futuro es incierto. Lo importante es el hoy, la fiesta, la carcajada, aplaudirle al ídolo, al santo sin máscara convertido en mesías mágico, él sabe, él verá como, pero nos invita a soñar que en el siglo XXI de las grandes tecnologías, los precios de garantía y los subsidios sin ton ni son, el dinero regalado, constituye la solución que nunca habrá de llegar, pero resulta placentero soñar. El cuento es conocido. El pueblo mexicano quiere creer una vez más. “Tal vez este sí es el bueno, ya dios dirá…” El PND Post Neoliberal. El Presidente López Obrador presentó a la Cámara de Diputados el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. AMLO deja entrever que es un punto y aparte al periodo neoliberal-conservador-neoporfirista que inició en 1982. Dice en su video de presentación que se parece más al plan de desarrollo de 1906 de los Flores Magón, que según López Obrador es una gran obra de Desarrollo Liberal, o si acaso “Su Plan” se asemeja al plan de desarrollo de Lázaro Cárdenas. Pero que el nuevo 2019-2024 es en extremo original. Lo cierto es que los comparativos que hace el Presidente de su documento me dejan preocupado, porque no entiendo de verdad la similitud de circunstancias y necesidades en todos los sentidos del Mexico actual, al de principios del siglo XX y del cardenismo. Por lo que dice él es un punto y aparte a los planes neoliberales-neoconservadores-porfiristas sometidos a la voluntad de los intereses extranjeros que incluye la unidad y convivencia social, separa con claridad la cosa política de la cosa económica; incluye el “adoctrinamiento” para eliminar la cultura neoliberal, e inculcar la 4T. Me pregunto si será algo así como la Revolución Cultural de Mao. AMLO dice que es una: “Revolución de las conciencias”, aunque un servidor ya perdió la capacidad para entender si el mesías supremo es consciente de las necesidades del país los próximos doce meses, tres años, seis años, y luego a diez, veinte años y hacia el 2050. No tengo la menor idea de la capacidad consciente con la que se construyó el PND. Parece que el nuevo Plan es un revoltijo de eliminación de la corrupción, soluciones a la inseguridad, a la violencia, reactivación de la economía, y caminitos para garantizar el bienestar de los mexicanos. Ese a decir del mesías, “entonces, eso es el nuevo plan”. Por su parte La Secretaría de Hacienda en el boletín de prensa publicado sobre el tema, habla de, “construir un nuevo Pacto Social para el bienestar de todos”. El PND según la misma fuente gira alrededor de tres ejes generales que serán atendidos en el sexenio: Justicia y Estado de Derecho. Bienestar. Desarrollo Económico. El PND contempla tres ejes transversales: Igualdad de género, no discriminación e inclusión. Combate a la corrupción y mejora en la gestión pública. Territorio y desarrollo sostenible. Lo que este revolucionario PND significa y la independencia que nos obsequia del resto del mundo, para poder crecer a modo y como se nos dé la gana, será objeto de otro artículo, cuando un servidor haya estudiado el PND a conciencia y consciente de su significado.
regina |
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