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La extrema derecha europea gana terreno y acceso a los servicios de inteligencia y seguridad


2019-05-10

Por Katrin Bennhold | The New York Times

VIENA — Sybille Geissler conoce, tan bien como cualquiera, las amenazas de los extremistas de derecha en Austria, quienes en las últimas semanas han comparado a los migrantes con ratas y despreocupadamente han defendido un material de campaña que recuerda la propaganda nazi.

Durante más de doce años, ha dirigido la unidad contra el extremismo del servicio de inteligencia nacional y recientemente fue testigo en una investigación del parlamento sobre si la extrema derecha estaba intentando perjudicar a su dependencia.

El testimonio de Geissler indica que, en la actualidad, su mayor reto es el hecho de que la extrema derecha forme parte de su propio gobierno.

Poco tiempo después de que el Partido de la Libertad, de extrema derecha, se uniera al gobierno hace diecisiete meses y se hiciera cargo del poderoso Ministerio del Interior, el titular de ese ministerio le pidió a Geissler y a su jefe que le dieran los nombres de los informantes que se habían infiltrado en el ámbito de la extrema derecha.

Ellos se rehusaron. Unas semanas después, la policía armada irrumpió en su oficina y se llevó archivos internos recopilados durante muchos años, así como información procedente de países aliados.

Las consecuencias siguen repercutiendo en la política del país y en el exterior, y han convertido a Austria en una prueba importante de lo que sucede cuando la extrema derecha deja la periferia política y llega a la cúpula del poder.

En toda Europa, los nacionalistas y los partidos de extrema derecha están ganando terreno. Imperan en los gobiernos de Hungría y Polonia, mientras que en Austria, en Italia y, más recientemente, en Estonia son miembros menores en coaliciones de gobierno.

En Dinamarca, la extrema derecha ejerce influencia sobre la minoría conservadora del gobierno e incluso en Alemania, donde la extrema derecha sigue estando fuera del poder por ahora, ha llegado a ser el principal partido de oposición en el Parlamento y está representada en todas las legislaturas estatales.

En los países donde hay nacionalistas en el gobierno, estos gravitan en torno a carteras claves, como el Ministerio del Interior, lo cual les da poder sobre asuntos relacionados con la ley y el orden y con la inmigración.

En el caso de Austria, esto ha significado un poder excesivo sobre el aparato de seguridad del Estado, cuya misión, en gran parte, ha sido desde hace mucho tiempo vigilar las amenazas que plantean los neonazis a la constitución del país.

Ha habido indicios evidentes de la misma lucha incluso en Alemania, donde el año pasado retiraron al jefe del servicio nacional de inteligencia porque surgieron dudas acerca de si era demasiado cordial con la extrema derecha como para vigilar con eficacia sus vínculos con los grupos neonazis.

“Lo que estamos viendo en Austria es lo que hemos visto en diferentes rincones de Europa: un ataque contra las instituciones independientes, la separación de poderes y el Estado de derecho”, señaló Yascha Mounk, experto en populismo y autor de The People vs. Democracy.

De hecho, Viena, un afamado núcleo de maquinaciones internacionales de espionaje durante la Guerra Fría, vuelve a estar en el centro de una batalla entre las ideas liberales de Occidente y las fuerzas extremistas cada vez más entrelazadas a través de las fronteras europeas.

Los funcionarios del servicio de inteligencia de Austria afirman que ya se están sintiendo las consecuencias.

Dentro de este organismo, los operadores principales describieron cómo ahora están protegiendo a los informantes y a la información no solo de los Estados hostiles, sino de los miembros de su propio gobierno.

Afirman que incluso los aliados europeos y Estados Unidos han comenzado a excluir a Austria de algunas participaciones en los servicios de inteligencia, por su desconfianza ante la extensa red internacional de extrema derecha y en especial de su empatía con Rusia.

“Pensamos mucho lo que compartimos con nuestros socios austriacos porque no podemos estar seguros de hasta dónde llegará la información”, dijo en una entrevista un alto funcionario europeo de inteligencia.

Esas inquietudes se agravaron en las últimas semanas después de que se supo que el confeso extremista acusado de matar a 51 musulmanes en dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, había donado dinero al vocero austriaco de Generación Identitaria, un movimiento juvenil de extrema derecha.

El joven canciller de Austria, Sebastian Kurz, de 32 años, ha prometido una investigación exhaustiva sobre cualquier vínculo, financiero o de inspiración. Sin embargo, algunas personas se preguntan si el gobierno puede —o incluso desea— llevar a cabo esa tarea.

Kurz llevó a su conservador Partido Popular austriaco a la victoria en las elecciones de 2017 al darle una presentación nueva, más juvenil y elegante, a la mayor parte de la agenda del Partido de la Libertad de extrema derecha, al cual luego invitó a formar un gobierno de coalición. Él todavía depende de su apoyo.

Los vínculos del Partido de la Libertad con los extremistas de derecha están bien documentados, incluyendo Generación Identitaria, un grupo en  investigación por parte de varios servicios de inteligencia europeos. El año pasado, el servicio de inteligencia recopiló una lista de 374 miembros de ese movimiento basada en sus donativos; la lista incluía muchos miembros activos del Partido de la Libertad.

Una investigación reciente identificó al menos a 48 políticos o empleados del Partido de la Libertad que tienen lazos con Generación Identitaria. De acuerdo con la investigación de SOS Mitmensch, una organización sin fines de lucro, por lo menos cuatro ministros supervisados por el Partido de la Libertad, incluyendo los ministros de Relaciones Exteriores, de Defensa y del Interior, han dado empleo a extremistas.

Además, sus ideas están influyendo en la política: el otoño pasado, Kurz, de manera inesperada retiró el apoyo de Austria al pacto de Naciones Unidas sobre la migración después de que los activistas de Generación Identitaria hicieron campaña en contra del pacto.

“El paso por las instituciones parece mucho más deliberado de lo esperado”, comentó Christian Strohal, un antiguo embajador austriaco.

Peter Pilz, un legislador de oposición y miembro de la investigación del Parlamento, cree que es un avance calculado. “Están colocando sistemáticamente a su gente en puestos estratégicos”.

Los partidarios de Kurz mencionan que al incluir a la extrema derecha en el gobierno, el canciller la está integrando. Los detractores, incluso de su propia facción, sostienen que la está habilitando y saneando.

“Sebastian Kurz ha hecho que la extrema derecha sea socialmente aceptable”, señaló Reinhold Mitterlehner, exvicecanciller y miembro de los conservadores.

En una entrevista en sus magníficas oficinas de paneles de madera en Viena, Kurz afirmó que mantenía su decisión de integrar al Partido de la Libertad al gobierno.

Rechazó la idea de que el allanamiento hubiera tenido motivos políticos, a pesar de que ahora él mismo desea tener informes directos del director de inteligencia, sin tomar en cuenta a su propio ministro del Interior.

“Creo en nuestro sistema de justicia”, insistió.

También señaló que los vínculos del Partido de la Libertad con Rusia fueron exagerados y que estaba contento de que el partido estuviera cortando todos sus lazos con Generación Identitaria. “He establecido mis límites claramente”, comentó Kurz.

En los últimos días, el canciller adjunto de Kurz, Heinz-Christian Strache, dirigente del Partido de la Libertad y alguna vez neonazi, dijo que era “una realidad” el concepto del “gran remplazo” de los europeos por los migrantes, repitiendo la emblemática teoría de la conspiración promovida por Generación Identitaria y el manifiesto del atacante de Nueva Zelanda.

La redada al propio servicio de inteligencia del país en febrero de 2018 sucedió después de que se supo que una fraternidad de extrema derecha, codirigida por una de las estrellas nacientes del partido, estaba usando un cancionero con letras brutalmente antisemitas.

El inventario del material confiscado era largo, como fue visto por The New York Times. Oficiales de una unidad de delitos callejeros dirigida por un socio del Partido de la Libertad se llevaron todo, desde teléfonos celulares personales hasta un DVD titulado Gina salvaje: en el frenesí del orgasmo, una película pornográfica.

También hicieron copias de discos duros que contenían información clasificada de muchos años recibida de servicios de inteligencia extranjeros y del software Neptune, utilizado para intercambiar información clasificada.

No pasó mucho tiempo antes de que Geissler, jefa de la unidad contra el extremismo, detectara las primeras señales de que los organismos aliados se estaban distanciando de Austria.

En mayo del año pasado, le retiraron la invitación a un colega para una reunión europea acerca de Generación Identitaria dos horas antes de que saliera al aeropuerto.

En septiembre pasado, Geissler asistió a una reunión y se percató de que la habían excluido de varias sesiones. “Pregunté por qué no nos habían dado la información”, recordó en una audiencia del Parlamento. “Y me dijeron concretamente: ‘No nos permitieron comunicarnos con ustedes’”.

También en julio pasado, excluyeron a Austria de una solicitud  por parte de toda Europa para localizar de un diplomático ruso sospechoso de espionaje. El servicio de inteligencia finlandés envió una nota a otros miembros del Club de Berna, el foro informal de los servicios de inteligencia de Europa, en la que se indicaba directamente: “Excepto Austria”.

El Partido de la Libertad tiene un acuerdo de cooperación con el Partido Rusia Unida del presidente Vladimir Putin y, el verano pasado, la ministra de Relaciones Exteriores, respaldada por el Partido de la Libertad, invitó a Putin a su boda.

Cuando le preguntaron en una audiencia a puerta cerrada qué servicios extranjeros habían manifestado su preocupación de que hubiera peligro de filtraciones a Rusia, Peter Gridling, director del organismo de inteligencia, dio una lista de ellos: “Estados Unidos, el Reino Unido, los Países Bajos, Alemania”.

Geissler, a quien han exhortado para que se retire anticipadamente o para que pida su transferencia a otro departamento, como “Deportes”, se ha negado a irse. No quiso ser entrevistada. En una conversación telefónica, su abogado comentó que no podía arriesgarse a volverse “vulnerable ante las autoridades”.

Los tribunales de Austria ya han declarado ilegales nueve de los diez allanamientos que se realizaron ese día de febrero del año pasado.



Jamileth


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