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Las candidatas indias aún necesitan la bendición de los hombres


2019-05-20

Por Mujib Mashal y Suhasini Raj | The New York Times

GAINDAWAS, India — Swati Yadav había perdido la cuenta del número de paradas de campaña que había hecho en las aldeas desde que comenzó su mañana. ¿Eran veintisiete o veintiocho?

Yadav luchaba obstinadamente por un lugar en el parlamento, a pesar de que este mes las temperaturas alcanzaron los 37 grados Celsius en el estado de Haryana, en el norte de India. Sin embargo, en muchos lugares, la batalla más grande para Yadav, de 30 años, fue hacer que la multitud se enfocara tanto en su propia campaña como en el destino político de los hombres que están en los puestos más altos de su partido, Jannayak Janta.

“No les estoy pidiendo su voto porque sea joven o porque sea mujer”, les repetía a las multitudes tras explicar su postura respecto a asuntos clave. “Tengo un título de ingeniería, he estado al frente de una empresa de miles de personas”.

Aun así, ningún discurso podía comenzar sin explicar que tenía la bendición del patriarca del partido —aunque está en la cárcel y le quedan cuatro años de condena por cumplir— y su hijo. Además, eran más los “¡Viva!” que coreaban las multitudes mencionando los nombres de ellos, no el de ella.

Para la mayoría de los pocos cientos de candidatas al Parlamento —los resultados se darán a conocer el 23 de mayo— la campaña es un ejercicio repetido de enfatizar la protección de los hombres en la política y gritar sus nombres parada tras parada.

Aun así, es poco probable que la representación femenina en el parlamento, de poco más del once por ciento en este momento, aumente en gran medida en estas elecciones, si es que lo hace. (A los vecinos más pobres de India les va mejor: el Parlamento de Nepal cuenta con una participación femenina del 33 por ciento, el de Pakistán tiene el 21 por ciento y el de Afganistán, el 28 por ciento).

Este año, entre las candidatos que han presentado los partidos políticos de India, solo el 8,8 por ciento han sido mujeres, un aumento de casi el uno por ciento respecto de las elecciones de 2014, de acuerdo con el Trivedi Center for Political Data.

Es una realidad desconcertante, pues las mujeres en India han llegado a puestos de liderazgo mucho antes que en muchas democracias occidentales. El país tiene mujeres en algunos de los puestos más prominentes. Las mujeres son impulsoras clave de movimientos sociales, prosperan en la gobernanza de las aldeas locales y se espera que tengan una participación récord en las votaciones de este año.

Sin embargo, se complica que obtengan representación en el parlamento.

La falta de igualdad está provocando descontento entre las mujeres dentro de los partidos políticos. Los llamados a favor de aprobar leyes que les darían a las mujeres una cuota mínima del 33 por ciento de las curules han tomado impulso en semanas recientes.

Shaina N. C., vocera del partido gobernante Bharatiya Janata, hace poco les dijo a los medios locales que se sentía “molesta y consternada” por la manera en que los partidos tratan a las mujeres, pues aseguró que “solo decían apoyarlas sin hacer nada, manifiesto tras manifiesto”.

“Hay una mentalidad masculina chauvinista en los partidos políticos, así que cuando se menciona el nombre de una mujer como candidata, hay preguntas sobre su capacidad de ganar, de recaudar financiamiento… a menos que sea la hija o la nuera de alguien”, comentó.

Amrita Basu, profesora de Ciencias Políticas en el Amherst College en Massachusetts, señaló que en las elecciones parlamentarias de 2009, el once por ciento de todas las candidatas ganaron, en contraste con el seis por ciento de los candidatos.

“Cuando se nomina a las mujeres para ser candidatas en las elecciones nacionales, de hecho les va bien”, dijo Basu. “La pregunta es por qué un número mucho más grande no obtiene nominaciones. Creo que es una combinación de prejuicio social, pero también de la criminalización creciente de la política. Ser candidato a elecciones parlamentarias a menudo es igual a estar sujeto a las calumnias y el abuso. Las campañas electorales se han vuelto más violentas, más corruptas, más peligrosas”.

Si no fuera por las mujeres provenientes de dinastías políticas, locales o nacionales, el número de mujeres en el Parlamento de India sería mucho más bajo. Casi la mitad de las mujeres que contendieron para obtener lugares en la elección actual son candidatas dinásticas, de acuerdo con datos iniciales del centro Trivedi.

No obstante, ni siquiera el nombre de una familia prominente garantiza que las mujeres serán inmunes a ataques.

Shruti Choudhry, una de las principales oponentes de Yadav en Haryana y la única otra mujer entre los dieciséis candidatos que compiten para obtener la curul, heredó la fortuna política de su padre cuando murió. Los ancianos del partido le pusieron un turbante como señal de transferencia de poder.

Choudhry dijo que Ajay Singh Chautala, el patriarca del partido de Yadav, hace poco afirmó en un mitin que Choudhry estaba “atando una estola alrededor de su estómago” como una suerte de táctica para lucir embarazada y obtener votos de compasión.

Chautala está cumpliendo una sentencia de diez años por cargos de corrupción que, según los simpatizantes de su partido, entre ellos Yadav, tuvieron motivaciones políticas. Su sentencia termina en 2023, pero salió de la cárcel durante una cesantía de un mes y estuvo en el periodo de campaña para apoyar a su hijo y descendiente, Dushyant Chautala, y a otros candidatos del partido.

“Dijo todo eso solo porque soy mujer”, dijo Choudhry. “¡Habla de mi trabajo! ¡Exponme si soy deshonesta!”. Agregó: “Me hizo sentir náuseas”.

Cuando se solicitaron sus comentarios, un asistente de Chautala dijo que el líder del partido no podía responder porque estaba de regreso en la cárcel.

En todas las aldeas, la rutina de Yadav fue en gran parte la misma. Mientras decenas, a veces cientos, de aldeanos se reunían en torno a su auto, ella oprimía el botón para abrir el techo corredizo y se asomaba, juntando sus palmas en señal de respeto antes de que le dieran un micrófono.

Todos los discursos comenzaban con su declaración de que contaba con la bendición de Chautala, el político veterano, y de su hijo Dushyant. Prometió abordar la escasez de agua y mejorar la educación y la distribución de pensiones. Habló sobre sus títulos obtenidos en Estados Unidos y de su trabajo como directora de una compañía con miles de empleados.

Terminó expresando su deseo de que el hijo de Chautala se convierta en el jefe de gobierno de Haryana. Poco importaba que las elecciones locales para los jefes de gobierno se celebrarán hasta octubre.

Athar Singh, de 63 años, estuvo entre los miles que se reunieron en el mitin más grande de Yadav ese día, en Bhiwani. Los hombres, y algunas mujeres, coreaban consignas de: “¡Viva el hermano Ajay Chautala!”. A veces decían: “¡Viva la hermana Swati!”.

Singh, un campesino, dijo que no sabía nada de Yadav. Cuando se le pidió que comentara más, dijo que había escuchado que era “una chica buena e instruida”.

No obstante, su verdadera motivación tenía menos que ver con Yadav. “Votaré por ella porque Dushyant Chautala es un buen hombre”, comentó.



Jamileth


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