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'Tuitdiplomacia', palos y zanahorias entre Irán y Estados Unidos
LLUÍS MIQUEL HURTADO | El Mundo Teherán y Washington dicen que no quieren la guerra. Pero las acusaciones, amenazas y acciones de uno y otro bando, en particular de sus acólitos, están tejiendo entre ellos una maraña de difícil desprendimiento, cuyas consecuencias son impredecibles. Con todos los teléfonos directos escacharrados, la resolución de la actual crisis parece estar pasando por una suerte de 'tuitdiplomacia' de nuevo cuño, que combina bravatas con llamadas al diálogo. "Si Irán quiere pelea, será el fin oficial de Irán. Nunca amenaces de nuevo a Estados Unidos", tuiteó el presidente estadounidense, Donald Trump, el domingo pasado por la noche. Pocas horas antes, un cohete Katiusha había impactado en suelo yermo, pero cerca de la embajada de EU en Bagdad. No tardó en responderle directamente en Twitter, citándole, el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Yavad Zarif: "Incitado por su B-Team, Donald Trump espera lograr aquello que Alejandro, Gengis y otros agresores no pudieron. Los iraníes se han mantenido en pie durante milenios, mientras que los agresores desaparecieron. El terrorismo económico y las burlas genocidas no conllevarán 'el fin de Irán. "#NuncaAmenacesaunIraní. Intenta respetar, funciona!". A pocos se les escapó la comparación del tuit de Trump con el célebre: "Se encontrarán con fuego y furia como nunca el mundo ha visto", que el magnate reconvertido el político brindó a Corea del Norte poco antes de reunirse cara a cara para negociar. Por eso, pese al relieve de la amenaza, el comentario, sumado a tuits previos en los que aseguraba que esperaba una llamada iraní, fue visto por muchos como un paso más hacia la rebaja de tensión e incluso un diálogo. La posibilidad ganó enteros cuando, en el mismo día, el ministro de Exteriores de Omán, país que actuó como bisagra entre EU e Irán durante la negociación previa al pacto nuclear de 2015, visitó Teherán. Pero Trump, de nuevo usando las redes sociales para su atípica diplomacia, zanjó este lunes toda noticia de un diálogo, al menos en curso, en dos tuits: "Las noticias falsas sacaron un típico comunicado falso, sin ningún conocimiento sobre que Estados Unidos estaba tratando de emprender una negociación con Irán. Eso es una información falsa...Irán nos llamará si y cuando estén preparados. Mientras tanto, su economía seguirá colapsando - ¡muy triste para el pueblo iraní!". El presidente Hasan Rohani, de la línea pragmática, recogió a su vez el guante durante un encuentro en Teherán con un grupo de clérigos: "Las circunstancias actuales no son adecuadas para las negociaciones, ya que nuestras condiciones actuales exigen resistencia y fortaleza". Su asesor, Hesameddin Ashena, puso negro sobre blanco durante una entrevista a la agencia rigorista Tasnim: "Nuestra respuesta a EU es no a la guerra y no a las sanciones". Ashena acusó a Washington de "alimentar el espectro de una guerra para forzar a Irán a sucumbir a la presión de las sanciones y acceder a negociar". Campaña de máxima presión Aunque Donald Trump ha llegado a prodigarse en best sellers promocionando su agresiva técnica negociadora, basada en llevar un órdago al extremo para forzar al contrario a plegarse a sus condiciones, no pocos analistas cuestionan si esta estrategia tiene éxito en la arena diplomática. "Desde el año pasado, Washington ha seguido una estrategia coercitiva basada en blandir un palo grande y quemar la granja de zanahorias", opina en Twitter Ali Vaez, analista experto en Irán asociado al International Crisis Group. "Y, pese a advertencias reiteradas de que una campaña de 'máxima presión' llevaría, más probablemente, a un incremento de la confrontación más que a una capitulación iraní, la administración siguió doblando [la apuesta] ignorando las posibles consecuencias". Tras un año con la población iraní sufriendo agónicamente las consecuencias de las sanciones estadounidenses, y frustrada ante una Unión Europea - firmante del pacto atómico - que considera incapaz de desmarcarse de la línea sancionadora y confrontar las sanciones, Irán anunció una renuncia parcial de sus compromisos con el acuerdo. Este lunes, Behruz Kamalvandi, miembro de la Agencia Iraní de la Energía Atómica, explicó a Tasnim que Irán había incrementado su capacidad de enriquecer uranio al 3,67%. El funcionario matizó que ni se incrementó el número de centrifugadoras ni se elevó el porcentaje de enriquecimiento, medidas ambas que sí irían más allá de lo acordado en 2015. Tanto las contramedidas anunciadas por Irán, como la posibilidad que planea sobre la región de que sus fuerzas afines puedan actuar en su nombre, han contribuido a incrementar la tensión en la región. La rigorista Guardia Revolucionaria iraní, designada "grupo terrorista" por Washington por sus acciones en el exterior contrarias a los intereses de la Casa Blanca, ha asegurado no tener "miedo a una guerra", matizando que no la buscan. Se investiga si el Gobierno hutí de Yemen, asociado a Irán, o milicias iraquíes próximas tuvieron que ver en acciones recientes como el sabotaje a cuatro petroleros en Fuyaira o el lanzamiento del Katiusha en la capital iraquí. Según The Guardian, el jefe del ala de operaciones exteriores de los Guardianes, Qasem Solemani, pronunció "preparaos para una guerra de proximidad" durante un encuentro con milicias chiítas iraquíes, hace tres semanas. Un mensaje que pudo servir para elevar la alerta de Washington o, creen otros analistas, respondía a la percepción iraní de que EU se preparaba para incrementar la presión. Por su parte, los halcones en EU, el asesor en seguridad nacional de Trump, John Bolton a a cabeza, no esconden su deseo de lanzar un conflicto militar que, advierten observadores, engulliría a los países vecinos de Irán en una espiral destructiva. Palos, zanahorias y Twitter para evitar un desastre del siglo XXI. regina |
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