Formato de impresión


"Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos"


2019-05-24

Evangelio, Juan 15,12-17

«No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros»

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

Reflexión

Rev. D. Carles Elías i Cao

«Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado»

Hoy, el Señor nos invita al amor fraterno: «Que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15,12), es decir, como me habéis visto hacer a mí y como todavía me veréis hacer. Jesús te habla como a un amigo, pues te ha dicho que el Padre te llama, que quiere que seas apóstol, y que te destina a dar fruto, un fruto que se manifiesta en el amor. San Juan Crisóstomo afirma: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacería de él una infinidad de bienes».

Amar es dar la vida. Lo saben los esposos que, porque se aman, hacen una donación recíproca de su vida y asumen la responsabilidad de ser padres, aceptando también la abnegación y el sacrificio de su tiempo y de su ser a favor de aquellos que han de cuidar, proteger, educar y formar como personas. Lo saben los misioneros que dan su vida por el Evangelio, con un mismo espíritu cristiano de sacrificio y de abnegación. Y lo saben religiosos, sacerdotes y obispos, lo sabe todo discípulo de Jesús que se compromete con el Salvador.

Jesús te ha dicho un poco antes cuál es el requisito del amor, de dar fruto: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Jn 12,24). Jesús te invita a perder tu vida, a que se la entregues a Él sin miedo, a morir a ti mismo para poder amar a tu hermano con el amor de Cristo, con amor sobrenatural. Jesús te invita a llegar a un amor operante, bienhechor y concreto; así lo entendió el apóstol Santiago cuando dijo: «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y hartaos’, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta» (2,15-17).

Meditación

S.S. Papa Francisco

¿Qué significa ser elegido por Ti, Señor?

¿Qué significa ser amigo tuyo? Es necesario entrar en lo más profundo e íntimo de mí para poder encontrar una respuesta. No es respuesta que yo mismo me doy, que formulo con mis ideas, pues ser elegido por Ti y ser tu amigo, es un misterio tan grande y hermoso que uno solo no puede resolver. Es una respuesta que Tú me das.

Estas dos realidades tan personales e íntimas, tan profundas y trascendentes, son fundamentadas en una gran verdad. Ser elegido por el Señor y ser amigo de Jesús, tienen su raíz en su amor infinito y eterno. Un amor hecho carne, que ha bajado hacia nosotros, que ha puesto su mirada en el corazón de cada alma, que ha puesto su mirada en mí. Es Jesús mismo quien se ha adelantado, quien ha querido y deseado elegirme para ser su amigo. Él, quien vino a darlo todo por cada uno, fija su mirada de amor en mí. Ser elegido por el Señor es ser amado por Él. Ser su amigo es ser amado por Él y responder a su amor con amor, pues solo se es capaz de amar cuando se ha experimentado la profunda convicción de ser amado.

«En primer lugar, está el primer mandamiento que es el del amor. Y es nuevo porque estaba el mandamiento del amor —amar al prójimo como a mí mismo— pero esto da un paso más: amar al prójimo como yo os he amado. Por tanto: el amor sin límites, sin el cual la Iglesia no va adelante, la Iglesia no respira. Sin el amor, no crece, se transforma en una institución vacía, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Con la eucaristía, en la que Jesús da de comer su cuerpo y de beber su sangre, él dice cómo debemos amar nosotros, hasta el final.»



JMRS


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com