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Para los jóvenes de Hong Kong, protestar es ‘una cuestión de vida o muerte’


2019-06-20

Por Mike Ives y Katherine Li | The New York Times

HONG KONG — Están al frente en todas las manifestaciones, vestidos con camisetas negras y agitando los puños mientras marchan por las asfixiantes calles de Hong Kong. Se organizan a través de grupos que utilizan mensajes cifrados y, en los mítines, reparten cascos y gafas de seguridad. Cuando la policía les lanzaba gas lacrimógeno, iban tras los recipientes que despedían humo y los sofocaban con agua.

Los jóvenes de Hong Kong están al frente de las protestas de este mes que han conducido a la ciudad a una crisis política, entre ellas un enorme mitin el 16 de junio que tal vez fue el más grande de la historia hongkonesa. Los organizadores afirman que participaron cerca de dos millones de los siete millones de habitantes del territorio para exigirle al gobierno que retire la legislación propuesta que permitiría las extradiciones a la China continental.

Para los muchos estudiantes de bachillerato y universidad que inundaron las calles, el problema es mucho mayor que solo la extradición. A su modo de ver, están peleando una “batalla final” para obtener cierta autonomía del gobierno chino.

“La ley de extradición es un peligro para nuestra vida”, señaló Zack Ho, un estudiante de bachillerato de 17 años que ayudó a organizar un boicot a las clases. “Cuando se apruebe, nuestro Estado de derecho quedará dañado de manera irreparable”.

Son una generación que no recuerda cómo era la vida bajo el gobierno británico, pero que ha crecido en una época de temores crecientes acerca de la forma en que la injerencia del gobernante Partido Comunista de China —y una afluencia de gente de la China continental— está transformando a Hong Kong y lo que ellos creen que su ciudad tiene de especial.

Dichos temores se derivan de la destitución de legisladores de oposición, de la desaparición de varias personas de Hong Kong que estaban en custodia en China y de la competencia cada vez mayor para obtener empleo y vivienda en una ciudad de creciente desigualdad. Muchos manifestantes jóvenes ven el proyecto de ley de extradición como perjudicial para la independencia legal del territorio; desde su punto de vista, el último vestigio de separación de la influencia de Pekín que actualmente tienen.

El activismo de la juventud de Hong Kong había menguado en los últimos años después de que fracasaron las protestas que exigían una participación directa en la elección del jefe ejecutivo del territorio. Los líderes más prominentes de lo que se llegó a conocer como la Revolución de los Paraguas, o la Primavera Asiática, fueron encarcelados y sus legiones de jóvenes partidarios se quedaron tremendamente desencantados.

Sin embargo, la legislación de extradición impulsada por la jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, ha inyectado nueva energía a la gente. Los residentes expresan su inquietud de que Pekín emplee los nuevos poderes de extradición para ir tras disidentes y otras personas que se oponen a los funcionarios del Partido Comunista en la zona continental.

Los jóvenes que impulsaron la Revolución de los Paraguas luchaban por el sufragio universal, comentó Leung Yiu-ting, presidente de la unión estudiantil de la Education University de Hong Kong. Pero la lucha con respecto a la extradición, añadió, es “una cuestión de vida o muerte”.

No ha surgido nadie como rostro visible del actual movimiento juvenil, como lo hizo hace cinco años Joshua Wong, que entonces tenía 17 años, durante las protestas de la Revolución de los Paraguas. (Wong fue liberado de la cárcel el pasado 17 de junio, después de cumplir uno de los dos meses de su sentencia).

Al menos en parte, eso se debe al temor. “¿Quién va a estar tan dispuesto, abiertamente, a pasar seis años en prisión como trofeo por las protestas?”, comentó Claudia Mo, una legisladora de Hong Kong que está a favor de la democracia, en referencia a una sentencia dictada en 2018 a Edward Leung, un activista local, por su participación en una confrontación entre los manifestantes y la policía en 2016.

En cambio, los organizadores han trabajado tras bambalinas difundiendo mensajes acerca de las manifestaciones y de otras acciones de desobediencia civil a través de las redes sociales, de boca en boca y de aplicaciones de mensajería segura como Telegram.

Uno de los resultados fue que estudiantes de bachillerato y de universidad llegaron en grandes grupos a una marcha mayormente pacífica el 9 de junio y también tomaron una avenida el 12 de junio afuera del Consejo Legislativo. Estudiantes de Medicina y otros voluntarios brindaron primeros auxilios sin cobrar por el material de curación en casas de campaña improvisadas.

“Están poniendo en peligro nuestro futuro, ¿y para qué?”, señaló Terrence Leung, un estudiante universitario recién graduado, que como muchos otros se manifestó el 12 de junio con una camiseta negra y un cubrebocas, al referirse a los legisladores partidarios de Pekín que defendieron el proyecto de ley de extradición.

No obstante, en ambas protestas, algunos de los jóvenes manifestantes retaron a las autoridades mediante el uso de la fuerza. Intentaron tomar la zona que está afuera del Consejo Legislativo —o, en el caso del 12 de junio, trataron de irrumpir en el complejo— y empujaron las vallas metálicas y arrojar palos, ladrillos y botellas a los policías antimotines.

La policía respondió con gas pimienta y macanas. El miércoles, la policía también lanzó 150 recipientes de gas lacrimógeno y, por primera vez en décadas, disparó balas de goma. Los videos de policías golpeando a los manifestantes y lanzando descargas de gas lacrimógeno que ahuyentaron a miles provocó amplio repudio en toda la ciudad.

La ira de la población se acrecentó cuando Lam comparó su respuesta hacia la oposición con la de una madre hacia un hijo voluntarioso.

La policía dio a conocer el 17 de junio que habían arrestado a 32 personas desde el suceso del 12 de junio, incluyendo a cinco personas acusadas de provocar disturbios.

“El temor asalta nuestros corazones”, comentó Leung, el presidente de la unión estudiantil, en referencia a la posibilidad de ser enjuiciado.



Jamileth


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