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Una modesta proposición para vencer a Trump


2019-06-20

Por JORGE ZEPEDA PATTERSON, El País

México ayudó a Donald Trump a convertirse en presidente de Estados Unidos en noviembre de 2016 y es clave en la estrategia del mandatario para conseguir su reelección. Lo demostró este martes en su lanzamiento: el muro, la inmigración ilegal y la extorsión con tarifas comerciales serán columna vertebral de un discurso triunfalista encaminado a reeditar el voto de sus electorado.

No es un papel que los mexicanos hagan voluntariamente y cabría preguntarse si cabe alguna posibilidad de convertirnos en algo más que convidados de piedra de este buleador. A tirones y jalones hemos podido capotear al personaje durante dos años y medio; la perspectiva de enfrentarlo en un segundo mandato, aún más empoderado y sin nada que perder, podría culminar en una tragedia para la economía y la estabilidad.

¿Puede México hacer algo para no convertirse en alfombra roja en el camino de Trump a la presidencia? Nunca sabremos cómo contabilizar en términos electorales el espaldarazo que el expresidente Enrique Peña Nieto le otorgó al invitarlo a Los Pinos durante la campaña de 2016 y recibirlo en la práctica como jefe de Estado. Fue la primera vez que muchos estadounidenses lo vieron con atributos presidenciales.

Ahora, tres años después, cabría preguntarse si la estrategia seguida por López Obrador (evitar la aplicación de tarifas punitivas a cambio de un endurecimiento de las políticas migratorias contra los centroamericanos), nos convierte, de nuevo, en cómplices involuntarios de su campaña electoral. Trump ha destinado a diestra y siniestra su capacidad para obligarnos a adoptar políticas en contra de nuestra voluntad; sin desearlo, hemos validado a ojos de sus seguidores las razones para quedarse en la Casa Blanca.

¿Es posible otro escenario? La asimetría entre México y Estados Unidos es tal que habría que partir del hecho de que el principal factor para vencer a Trump o matizar sus acciones reside en buena medida dentro de Estados Unidos. La factura política y económica que le cobre su opinión pública y la resistencia por parte de la trama de intereses locales es lo único que él respeta o tiene capacidad de disuadirlo. Nuestros esfuerzos tendrían que ir en ese sentido.

Me parece que con respecto a la amenaza del 5% México hizo lo correcto al ganar tiempo. A ojos de muchos estadounidenses nuestro país había sido demasiado permisivo con las oleadas de inmigrantes ilegales procedentes de Centroamérica y el Caribe, e incluso de África y Medio Oriente. Trump tenía un argumento a su favor al señalar que el fenómeno se estaba convirtiendo en un problema; aunque las exagere, las estadísticas lo envalentonan. Si bien es cierto que el TLC fue un acuerdo comercial y no migratorio para crear una zona común, de alguna manera se entiende que los tres vecinos adquirían responsabilidades adicionales. Una frontera abierta y porosa para favorecer el intercambio comercial y la integración económica supone hacerse cargo de aquello que puede afectar al vecino. Muchos en Washington o en Arizona consideran que México ha sido indiferente al paso de las drogas y la inmigración ilegal, al mismo tiempo que se ha beneficiado del libro acceso al mercado estadounidense; de allí que no encuentran absurdo una amenaza con tarifas con tal de obligarnos a ser más responsables con la frontera.

Me parece que tras los esfuerzos emprendidos por México en estos 45 días, nuestra posición será otra independientemente de lo que diga Trump. Los flujos han descendido y el despliegue de fuerzas de seguridad por parte del Gobierno mexicano a la frontera sur ha sido visible. La opinión pública norteamericana percibe que México hace un esfuerzo para asumir su responsabilidad como vecino sensible a su socio comercial. Si más tarde Trump intenta extorsionarnos por razones electorales me parece que la correlación de fuerzas nos será ahora mucho más positiva. Una confrontación en estas circunstancias incluso podría ser favorable; Trump tendría muchas dificultades para imponernos un castigo.

Lo cual nos regresa a la pregunta inicial. ¿Qué puede hacer México para evitar ser el combustible de la reelección del presidente? Confrontarlo. Si ya pagamos el costo nacional e internacional de endurecer nuestra política migratoria en beneficio de los vecinos del norte, saquémosle réditos políticos de cara a la madre de todas las batallas: la elección del 2020. Una vez que demostremos con números que hemos sido responsables en la frontera ¿por qué no exigir lo mismo en materia de armas ilegales y lavado de dinero? Ellos dicen morir por nuestras drogas, nosotros nos matamos con sus armas. El mismo argumento vale de ida y vuelta. No es la única reivindicación, posible pero por allí podríamos comenzar. ¿Y el 5% de castigo? Que lo intente ahora, le resultará muy difícil de aplicarlo y terminará perjudicándolo. Lo importantes es dejar de ser cómplices involuntarios en la reelección del matón que nos bulea. Es un tema de interés nacional. También de dignidad.



regina


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