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La Unión Europea rechaza la propuesta de Johnson para la frontera irlandesa


2019-08-20

Álvaro Sánchez y Patricia Tubella | El País

Bruselas / Londres.- Un no sin contemplaciones. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha rechazado este martes la propuesta del primer ministro británico, Boris Johnson, de abolir la salvaguarda irlandesa (conocida en inglés como backstop) del acuerdo para el Brexit. La negativa a la oferta de Johnson puede ser la primera de otras muchas por venir, dada la distancia sideral que todavía separa al Ejecutivo británico del comunitario. El riesgo de un Brexit sin acuerdo crece así minuto a minuto. A poco más de dos meses de la fecha límite, las posiciones son aparentemente irreconciliables: Johnson condiciona el pacto a eliminar del tratado el mecanismo que mantiene temporalmente a Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera y del mercado único mientras el resto del Reino Unido los abandona, y la UE se niega a reabrirlo y solo ofrece cambios en la declaración política sobre la futura relación.

En ese diálogo de sordos, Irlanda sigue siendo el gran escollo. Antes del desembarco de Boris Johnson en el 10 de Downing Street, Bruselas y Londres dedicaron meses a explorar todas las posibilidades para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas. Pero el resultado, plasmado en el acuerdo de salida pactado con Theresa May —rechazado luego tres veces por la Cámara de los Comunes—, desagrada profundamente a Johnson. En una carta dirigida al presidente del Consejo Europeo, divulgada en la noche del lunes, califica el mecanismo de "inviable" y "antidemocrático". El líder tory argumenta que la salvaguarda no respeta la soberanía del Reino Unido al imponer a Irlanda del Norte leyes sobre las que sus ciudadanos no decidirán, y le atribuye el potencial de abrir una brecha regulatoria entre Londres y Belfast. Además, cree que puede socavar el proceso de paz en Irlanda del Norte.

La alternativa de Johnson es imprecisa y apela a la buena fe. Propone sustituirla por un compromiso de que no habrá frontera física, una vaguedad que no convence a Bruselas. Así lo ha dejado claro Tusk en una primera reacción a través de Twitter: "La salvaguarda es un seguro para evitar una frontera dura en la isla y lo será hasta que se encuentre una alternativa. Aquellos que se oponen al backstop y no proponen alternativas realistas están apoyando en la práctica restablecer la frontera. Incluso aunque no quieran admitirlo", ha criticado.

La Comisión Europea se ha alineado rápidamente junto al líder polaco. "La carta no facilita una solución legal operativa para evitar el restablecimiento de una frontera dura en la isla de Irlanda, no establece alternativas y reconoce que no hay garantías de que esos acuerdos puedan estar en marcha a finales del periodo transitorio", afirmó una portavoz comunitaria.

El acercamiento de Boris Johnson, aunque fallido, tiene otras lecturas. Muestra que, o bien todavía ve posible que el Parlamento británico ratifique un acuerdo de salida ordenada de la UE —si bien eso conllevaría que sus socios europeos renunciasen a la salvaguarda irlandesa o backstop, algo impensable a día de hoy—, o bien quiere cargar sobre la UE la responsabilidad de que no haya acuerdo al trasladar propuestas que sabe de antemano que serán rechazadas.

El dirigente conservador británico volverá a plantear lo que él considera como un gesto negociador en sus respectivos encuentros de este miércoles y jueves con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron. "Tenemos muy poco tiempo. Pero el Reino Unido está listo para avanzar de forma rápida y, dado todo el terreno común que ya se ha ganado, confío en que la Unión Europea esté dispuesta a hacer lo mismo", reza la misiva enviada a Tusk.

La fórmula que esgrime Johnson —algún tipo de arreglo aduanero alternativo durante el periodo de transición de dos años tras el Brexit— mantiene la demanda repetida por el nuevo Gobierno de Londres de que quede descartado el backstop. Alegan que de lo contrario, impediría al Reino Unido desatarse de la unión aduanera y sometería a Irlanda del Norte a algunas de las normas del mercado único. En la carta, de cuatro páginas, añade que el mecanismo podría “debilitar el delicado equilibrio” de los acuerdos del Viernes Santo, sellados en el Ulster en 1998 en pro de la paz en esta provincia autónoma.

La UE, y entre sus miembros, con especial ahínco, la República de Irlanda, considera que precisamente esa salvaguarda sería la garante de los acuerdos de paz al evitar el restablecimiento de una frontera dura en la isla. Por eso la UE la considera una línea roja infranqueable. Johnson no ha especificado qué tipo de arreglos alternativos al backstop podrían organizarse con éxito. En el pasado reciente apeló al desarrollo de nuevas tecnologías, pero esas herramientas de control aduanero parecen hoy por hoy inviables como reemplazo de una frontera.

Los analistas británicos interpretan que la carta de Johnson pone de manifiesto que está abierto a un compromiso, lo que contrasta con un discurso oficial poco dado al entendimiento e inflexible sobre la fecha de salida del 31 de octubre, “con o sin acuerdo”. Los posibilistas estiman que, a pesar de la difícil demanda de descartar el backstop, el movimiento brinda una remota oportunidad de hallar un espacio común para el diálogo con la UE. Aunque fuera procurando otro nombre a la salvaguarda irlandesa y cambiando los plazos inicialmente pactados por su antecesora, Theresa May, para que ambas partes pudieran salvar la cara. Lo que el diputado tory Alberto Costa denominó en la BBC como “una versión retocada” del acuerdo cerrado en su día por May y los socios europeos. Ese pacto contaría con el beneplácito de los diputados conservadores favorables a un Brexit pero no a la salida desordenada de la UE el 31 de octubre.



Jamileth


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