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‘Feminismo blando’, préstamos y selfis: la gira de Ivanka Trump por Suramérica


2019-09-12

Por Elda Cantú | The New York Times

CIUDAD DE MÉXICO — En Paraguay bailó abrazada con una agricultora. En Argentina, una panadera intentó enseñarle a preparar un panecillo llamado bola de fraile. En Colombia, las mangas de su vestido le robaron la atención a su discurso. Ivanka Trump, la hija de 37 años del presidente estadounidense y asesora de la Casa Blanca, estuvo de gira por tres países suramericanos la semana pasada.

Oficialmente, se trataba de un viaje para promover la Iniciativa de Desarrollo y Prosperidad Global de las Mujeres, un programa del gobierno de Trump financiado en parte por el Departamento de Estado, el Banco Mundial, Unicef y empresas como Walmart, UPS y P&G. En la práctica, era un poco más complicado.

“Para cualquier país que la reciba el principal desafío es el protocolo”, dijo Gabriela de la Paz, profesora de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey. “Ella tiene una oficina en el Ala Oeste, el acceso a su padre y, muchas veces funge como primera dama, entonces lo complicado es saber si le das un lugar más importante, por ejemplo, al vicepresidente Mike Pence, a quien le correspondería por su cargo, pero todos sabemos que a la vez ella es la persona que más quiere Donald Trump en el mundo”.

Ante una visita que habilitaba distintos niveles de especulación política (lo que el viaje implicaba oficialmente, lo que podía representar para la Casa Blanca y lo que significaba para Ivanka Trump misma), el gobierno de cada país anfitrión pareció tramitar su presencia con una combinación de diplomacia y teatralidad. Según expertas entrevistadas, la hija mayor del presidente Trump parecía tener más clara la prioridad de su gira: mejorar su imagen global.

La última vez que Ivanka Trump llamó la atención del mundo fue en la reunión del G20 en Osaka en el mes de junio en donde, según un artículo reciente de The Atlantic, “después de dos años y medio intentando pulir sus credenciales como participante en el escenario geopolítico, Ivanka se convirtió en un chiste internacional”.

CONTEXTOIvanka Trump despierta críticas en el G20
De acuerdo con la profesora De la Paz, se trataba de un “viaje de promoción personal” que a la larga ayudará “para decir luego que tiene amplia experiencia en asuntos exteriores y diplomacia”, un requisito indispensable para quienes, por ejemplo, tienen una carrera política en mente.

Según un análisis reciente, la hija mayor de Donald Trump “es vista por los asesores del Ala Oeste y quienes han trabajado con la familia como alguien que alberga ambiciones propias de ocupar un puesto de elección popular”.

Sin hablar español, con un nuevo corte de pelo que los especialistas aseguran que proyecta más autoridad y con una vestimenta que hacía guiños a la cultura local, Ivanka Trump pasó por los tres países en cinco días. En Colombia la recibió la vicepresidenta. En Argentina, el canciller la esperaba al pie del avión. En Paraguay bajó del C40 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para estrechar la mano del embajador de su país.

Mangas voladoras, campos de fresas y abrazos frente a Simón Bolívar
En Colombia, adonde llegó el 3 de septiembre, su agenda marcaba que debía inaugurar una academia para mujeres emprendedoras, entregar una ofrenda floral en homenaje a los caídos en una escuela de cadetes que sufrió un atentado del ELN en enero y becas de estudio en asuntos internacionales de narcóticos a mujeres cadetes.

Para la politóloga colombiana Sandra Borda, profesora asociada de la Universidad de los Andes, su visita era “una manifestación clara de la diplomacia de doble vía” en la que, en paralelo con los temas duros de la agenda que promueven la presidencia y el Departamento de Estado, Ivanka Trump “está intentando avanzar los temas más blandos” y promover su agenda de género, “tratando de suavizar los términos de entendimiento entre los dos países”.

La profesora De la Paz coincidió y dijo que la veía “dispuesta a acercarse a la gente, a convivir con la gente, en un tipo de agenda soft [o blanda]. Es un rol más típico de una primera dama. Y es interesante porque, pensándolo bien, es un viaje más de primera dama que de asesora de gobierno”.

La prensa en Colombia se hizo eco de las mangas de su vestido —diseñado por la estrella nacional Johanna Ortiz— y de una fotografía en la que el ministro de Defensa Guillermo Botero supuestamente le dirige una mirada inapropiada. Un detalle que habría quedado relegado a los memes si no fuera porque tanto el propio Botero como la vicepresidenta se encargaron de desmentir el gesto ante la prensa.

En Cúcuta, la ciudad fronteriza que ha sido escenario del desborde internacional de la crisis venezolana, Ivanka Trump se reunió con mujeres migrantes y líderes opositores de Venezuela, y estampó su firma en un mural con la efigie de Bolívar. Antes visitó una granja de fresas que recibe financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en donde habló sobre la meta de “empoderar a 50 millones de mujeres para 2025”.

Una causa que, según explicó Borda, es legítima y que la asesora de la Casa Blanca se toma muy en serio, a pesar de que los interlocutores con los que se reunió no sean precisamente los indicados para ello.

Apenas unas semanas antes había estado en Colombia el nobel de la paz Denis Mukwege para el evento “Para nosotras, pero con nosotras”, que reúne a víctimas de violencia sexual y no fue recibido por las más altas autoridades colombianas.

Una hija que abre las puertas a la Casa Blanca
Aunque oficialmente no dispone de recursos públicos, Ivanka Trump dejó a su paso evidencia de su influencia sobre la Casa Blanca. “Tiene la capacidad de convocar otros liderazgos, de convocar a la comunidad internacional, para que nos ayuden a que haya un mejoramiento en las condiciones de las mujeres”, explicó la vicepresidenta colombiana Marta Lucía Ramírez en una entrevista a El Tiempo antes de que llegara.

La politóloga Borda consideró que “el tono de la visita es un poco raro porque no se sabe en calidad de qué la hace” y agrega que “la tarea de los países latinoamericanos va a ser tratar de familiarizarse con el rol que ella desempeña”. En algunos momentos de la gira, la prensa de moda y de sociales de cada país pareció sentirse más cómoda con la cobertura de la gira que las secciones de política.

En Cúcuta, donde se reunió con el hombre designado como canciller por Juan Guaidó, dirigente opositor venezolano que preside la Asamblea Nacional, su llegada apresuró la inauguración de la Casa de las Mujeres Empoderadas, que da atención a migrantes. Su visita coincidió también con el anuncio de 120 millones de dólares en ayuda estadounidense adicional para los refugiados venezolanos.

Al final de su viaje a la Argentina, donde Ivanka Trump se conectó por teleconferencia con el presidente Mauricio Macri, la delegación que la acompañaba dio a conocer que el gobierno de Trump había aprobado 400 millones de dólares para financiar 690 kilómetros de caminos en cuatro provincias argentinas.

En Paraguay tomó el micrófono para anunciar que el presupuesto de la iniciativa de apoyo a las mujeres duplicaba su presupuesto a 1000 millones de dólares.

Que ella no haya sido quien gestione los recursos parece importar poco cuando está disponible para las buenas noticias y las fotografías. Amigos cercanos a Ivanka Trump reconocen en privado que la ven como posible candidata presidencial. “Si alguna vez quisiera postular a la presidencia”, le dijo Donald Trump a The Atlantic en una entrevista, “creo que sería muy muy difícil derrotarla”.

Tereré, polka y 1000 millones de dólares
Su llegada a Asunción, la capital paraguaya, sirvió —en palabras de algunos observadores—, para darle oxígeno a la presidencia de Mario Abdo, quien en las últimas semanas ha visto su gobierno rodeado de controversias e incluso ha enfrentado un posible juicio político. Oficialmente, la agenda en el último país que visitaba giraba en torno a mujeres emprendedoras, relaciones comerciales bilaterales (sobre todo exportaciones de carne paraguaya) y temas de seguridad.

A unas horas de la llegada de Trump, la analista paraguaya Estela Ruiz Díaz dijo que le llamaba la atención que el programa de la hija mayor del mandatario estadounidense solo contemplaba actividades en el Palacio de Gobierno, la residencia presidencial y en oficinas de la embajada estadounidense.

Estela Ruiz Díaz puso en contexto la importancia de que Trump se pronunciara por los asuntos más urgentes que interesan a las mujeres paraguayas: “Aquí hace poco se rechazó una ley de paridad e incluso hay un retroceso de la participación de la mujer desde que cayó la dictadura hace treinta años”, dijo por teléfono desde Asunción. “Sería importante que ella dejara un mensaje en ese sentido”.

Tal vez el mensaje más duradero de la gira sea el que recuerda Graciela Alcocer, la panadera de Jujuy que recibió a Ivanka Trump en su cocina: “Yo siempre escuché cosas feas del presidente Donald Trump pero ella me demostró ser todo lo contrario. Fue amorosa, le daba abrazos a mi hija y hasta se sacó una foto con mi marido”, le dijo a La Nación.



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