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‘Esto se lleva toda la esperanza’: una regulación impide el asilo en Estados Unidos para la mayoría de los solicitantes


2019-09-13

Por Azam Ahmed y Paulina Villegas | The New York Times

CIUDAD DE MÉXICO — Miles de personas que huyen de la persecución, la mayoría de ellos procedentes de Centroamérica, hacen fila en la frontera sur de Estados Unidos todos los días, con la esperanza de conseguir asilo. Esperan durante meses mientras su nombre avanza a paso de tortuga en una lista hecha a mano hasta que se les permite presentar su caso ante las autoridades migratorias estadounidenses.

Después de la orden emitida por la Corte Suprema de Estados Unidos esta semana, la mayoría de ellos no será candidata para recibir asilo.

El 11 de septiembre, la Corte Suprema de Estados Unidos permitió que el gobierno de Donald Trump aplique nuevas medidas para rechazar las solicitudes de asilo de las personas que antes de llegar a Estados Unidos no hayan postulado —y se les haya negado— asilo en algún país de tránsito.

La política es una de las más estrictas de este gobierno en su batalla por detener la migración y un revés en una historia de décadas de normas de asilo humanitarias. Es probable que afecte a cientos de miles de migrantes que atraviesan México para llegar a Estados Unidos. A eritreos y cameruneses que escapan de la violencia política. A nicaragüenses y venezolanos que buscan evadir la represión.

Y al grupo más numeroso: hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que huyen del doble azote de la pobreza y las pandillas.

“Esto se lleva toda la esperanza”, dijo Eddie Leonardo Cáliz, de 34 años, quien abandonó San Pedro Sula (Honduras) con su esposa y dos hijos hace tres meses para tratar de escapar de la violencia de las pandillas, y se encontraba en un albergue del sur de México. Con medidas como esta, dijo, el gobierno de Trump los “está privando de la oportunidad de estar seguros”.

La nueva regla, que fue autorizada para entrar en vigor mientras se resuelven las impugnaciones legales, es consistente con la postura de hostilidad y rechazo del gobierno de Trump hacia quienes buscan protección en Estados Unidos.

Ya sea al separar a las familias de migrantes, al limitar drásticamente el número de solicitudes de asilo que se aceptan por día o al devolver a México a quienes ingresaron a Estados Unidos para que esperen su audiencia en el país vecino, el gobierno ha mostrado una determinación obstinada en el propósito de desalentar la migración.

Y ha presionado tremendamente a México para que le ayude a cumplir con su objetivo: hace meses amenazó con aumentar los aranceles a todos los productos mexicanos si el país no ayudaba a detener el aumento de migrantes que se dirigen a Estados Unidos procedentes de Centroamérica y otros lugares.

México respondió. Esta semana, cuando funcionarios mexicanos y estadounidenses se reunieron en Washington para discutir los avances en esta materia, la delegación mexicana se dio a la tarea de mostrar cómo su bloqueo a lo largo de la frontera con Guatemala y en todo el país ha logrado reducir en más del 50 por ciento los flujos migratorios a los Estados Unidos en los últimos tres meses.

Aunque esta semana fueron aplaudidas por los funcionarios del gobierno de Trump, las acciones de México han abrumado al de por sí problemático sistema migratorio mexicano. La cantidad de personas que solicitan asilo en México ya se ha disparado en los últimos años pues Estados Unidos ha reforzado sus fronteras.

Esta medida podría empeorar esa carga con muchos más solicitantes de asilo en México, a pesar de lo peligroso que es quedarse en el país. La violencia ha alcanzado los niveles más altos de los últimos veinte años. Las historias de migrantes secuestrados en la frontera abundan, pues las organizaciones criminales esperan a que los devuelvan de Estados Unidos o los recogen mientras intentan cruzar la frontera

Varios migrantes que van camino al norte entrevistados el jueves dijeron que la nueva medida no los detendría. Para la mayoría, la esperanza de una nueva vida en Estados Unidos importa más que cualquier preocupación legal en el horizonte.

“Yo sé que las cosas se están complicando más y más en Estados Unidos, dijo Noel Hernández, de 21 años, quien se alojaba en un refugio de Guatemala después de abandonar su hogar en Tegucigalpa, Honduras, hace unos días.

“Es como lanzar una moneda al aire”, dijo. “Ya sea que gane o pierda”.

Otros dijeron que intentarían llegar a México a pesar de la violencia o a Guatemala, una nación con un sistema de asilo que apenas funciona.

Óscar Daniel Rodríguez, un salvadoreño de 33 años, ha estado ya un mes en Guatemala con su esposa y su hijo de 3 meses, y dice que pedirá asilo ahí.

Rodríguez había solicitado asilo en México en un viaje anterior y había sido rechazado. Si Guatemala le niega el asilo, intentará otra vez en México, dijo. Si vuelven a rechazarlo en México intentará en Estados Unidos.

“No importa cuánto demore ni cuánto debamos esperar, lo que queremos es darle a nuestro hijo un futuro mejor”, dijo.

Los solicitantes de asilo mexicanos, que no tienen que atravesar otro país para llegar a Estados Unidos, no son afectados por la nueva política.

Como otros esfuerzos del gobierno de Trump para frenar la migración, la orden del miércoles podría resultar ser una carga para México.

México ya está recibiendo a decenas de miles de migrantes que esperan su audiencia en Estados Unidos. Sus instalaciones de detención de migrantes pueden ser inseguras, sucias y estar abarrotadas.

Las solicitudes de asilo se han disparado el último año hasta llegar a cerca de 50,000 el mes de agosto, en comparación con las menos de 30,000 que se recibieron el año pasado durante el mismo periodo. Esto ha aumentado la presión sobre la sociedad mexicana y sobre un sistema muy poco preparado para manejar tanta demanda.

“Vemos centros de detención abarrotados de migrantes y niños, motines, surgimiento de problemas, abusos de derechos humanos y el aumento de la xenofobia entre los mexicanos”, dijo Jorge Chabat, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Guadalajara. “Al gobierno mexicano no le queda entonces más opción que diseñar políticas migratorias a largo plazo que se encarguen de las grandes cantidaes de migrantes que ahora vienen y se quedan en México”.

“No hay mucho más que podamos hacer”, agregó, tristemente, “además de tal vez prenderle una veladora a la Virgen de Guadalupe y rezar para que Trump no sea reelecto”.

La regulación inicial que pretendía bloquear el asilo sacudió a los defensores de los derechos de los migrantes cuando fue emitida por el gobierno de Trump en julio de este año. Casi de inmediato fue apelada en distintas demandas.

La iniciativa era una medida unilateral del gobierno de Trump luego de que fracasaran las negociaciones con México y Guatemala para lograr acuerdos conocidos como “acuerdos de tercer país seguro”, que habrían requerido que estos países absorbieran a los solicitantes de asilo que transitaban por sus territorios en su camino hacia Estados Unidos.

Aunque Guatemala finalmente cedió ante la presión de Estados Unidos al aceptar un acuerdo de tercer país seguro, México se mantuvo firme en su rechazo.

Ahora que la Corte Suprema ha permitido que entre en vigor esta política de asilo, algunos sienten que Estados Unidos de todas maneras se salió con la suya, incluso sin el consentimiento de otros países.

“Este es el último paso en cuanto a las políticas de Trump para obligar a México a convertirse en un tercer país seguro y para que una gran parte del flujo migratorio se quede en México de manera permanente y desalentarlos de que viajen al norte”, dijo Raúl Benítez, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Por su parte, el gobierno mexicano insiste en que la medida no es la misma que un acuerdo de tercer país seguro, que requeriría de la existencia de un acuerdo bilateral y enviaría automáticamente a la mayoría de solicitantes de asilo a México de manera permanente.

Ni los funcionarios mexicanos ni los analistas independientes consideran que llevará a un flujo de migrantes devueltos de inmediato. Más bien, podría hacer que los que han sido regresados a México mientras esperan su audiencia en la corte migratoria se queden, pues no recibirán protección en Estados Unidos.

Aunque las nuevas reglas evitarán que la mayoría de los migrantes soliciten asilo, hay otras formas de estatus protegido que siguen disponibles, aunque es mucho más difícil el ingreso.

Bajo la ley actual de asilo, los solicitantes deben demostrar un “temor creíble”, que se calcula como una probabilidad del 10 por ciento de enfrentar persecución si se les devuelve a su país de origen. El umbral para las dos protecciones que quedan ahora —el llamado estado de retención y la calificación bajo la convención contra la tortura— es el miedo razonable. Para calificar, el solicitante debe mostrar que, de volver a su país, enfrenta una probabilidad de enfrentar persecución de más del 50 por ciento.

“Las personas más afectadas por esta política son las más vulnerables: las que no tienen abogado y no conocen el sistema”, dijo Aaron Reichlin-Melnick, un abogado del Immigration Council. “Se les está pidiendo a quienes no tienen abogados que cumplan con un estándar que resulta casi imposible de cumplir a quienes no conocen la ley de asilo”.



Jamileth


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