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"Todo está quemado": nativos bolivianos caminan por región devastada para presionar a Morales
Por Santiago Limachi y David Mercado BOSQUE CHIQUITANO, Bolivia, (Reuters) - En las tierras bajas devastadas por los incendios en Bolivia, una caravana de manifestantes indígenas se ha embarcado en una marcha semanal para exigir al presidente Evo Morales que declare como desastre nacional a una oleada de incendios, una medida que esperan desate la ayuda internacional necesaria. Morales ha sido reacio a hacer la designación mientras hace campaña por un cuarto mandato presidencial antes de las elecciones del 20 de octubre, a pesar de los crecientes llamados para que reconozca que los incendios -que ya han quemado un área más grande que Costa Rica- estaban fuera del control de su gobierno. Unos 200 manifestantes -la mayoría indígenas chiquitanos del este de Bolivia- se han unido a la caravana desde que partió hace más de dos semanas desde San Ignacio de Velasco, un centro ganadero donde los incendios han obligado a decenas de pobladores indígenas a abandonar sus hogares y han amenazado los campos que sostienen al ganado. “No ha declarado un desastre nacional a pesar de toda la desgracia que hemos sufrido”, dijo Joaquín Orellana, el organizador de la marcha, sobre Morales mientras caminaba por un camino sin pavimentar junto a manifestantes que tocaban flautas y tambores. “Todo está quemado donde yo vengo. No sabemos qué hacer”, dijo Orellana sobre su pueblo de San Miguel. Los manifestantes, entre ellos mujeres con niños pequeños y ancianos, han acampado en lotes vacíos y han dependido de donaciones de alimentos, agua y ropa de pueblos que encuentran a lo largo de la ruta de 500 kilómetros de la marcha. Planean pasar al menos otra semana caminando hacia la capital regional de Santa Cruz de la Sierra, donde Orellana espera que la manifestación se expanda hacia una demostración de fuerza de los indígenas de las tierras bajas que él dice se sienten abandonados por el gobierno de Morales. Morales, el líder de izquierda más veterano de Sudamérica, es el primer presidente indígena de Bolivia, proveniente del grupo indígena más grande del país, el aymara. Su gobierno dijo que declarar un desastre nacional atribuiría un asunto soberano a los extranjeros, haciéndose eco de las preocupaciones expresadas por el vecino presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, quien provocó una protesta mundial por su manejo de los incendios en el Amazonas. Pero Morales también está luchando por su supervivencia política en una carrera presidencial cada vez más apretada. Encuestas recientes muestran que podría verse obligado a ir a una carrera de desempate con su principal rival, Carlos Mesa, un expresidente favorable a los negocios. Los incendios forestales -los más grandes en al menos dos décadas- han desorganizado la campaña de reelección de Morales, generando olas de críticas a su impulso para aumentar la producción de soja y carne para aprovechar la demanda de China, que compra alternativas a los productores de Estados Unidos. “ESTAMOS LUCHANDO POR EL PLANETA” Los manifestantes quieren que Morales revoque una ley que su gobierno aprobó este año, que expandió la agricultura de tala y quema en regiones afectadas por la sequía que ahora están en llamas y que algunos culpan a los aymaras y otros colonos de las tierras altas, los productores de soja y los ganaderos. Dicen que la respuesta del gobierno ha sido deficiente ante los incendios que se han extendido por unos 24.135 kilómetros cuadrados solo en la región de Santa Cruz, según cifras recientes del grupo ambientalista boliviano Fondo Amigos de la Naturaleza (FAN). Santa Cruz es el hogar de grandes extensiones de bosques secos de Chiquitano, el biodiverso de Bolivia, llamado así por los pueblos indígenas que han vivido en ellos durante cientos de años. Los manifestantes dicen que una declaración de desastre nacional eliminaría las barreras burocráticas para ayudar desde el exterior a contener los incendios. “Estamos perdiendo todo lo que tenemos”, dijo el manifestante Tomás Candia a Reuters. “Estamos luchando por el planeta, contra el calentamiento global (...) No podemos permitir esto”, agregó. Los incendios son un doble golpe para las tierras bajas este año, como consecuencia de una severa sequía que ha obligado a ciudades como San Ignacio a imponer el racionamiento de agua. Los ambientalistas dicen que las sequías cada vez más severas son impulsadas por un aumento en la tala de bosques que limitan la capacidad del clima para reciclar las precipitaciones, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales. En Naciones Unidas esta semana, Morales trató de dirigir la atención a los esfuerzos de su gobierno para apagar los incendios, que según él le han costado a Bolivia 15 millones de dólares hasta ahora. “Estamos ganando la batalla contra el fuego”, dijo Morales a un panel sobre el Amazonas en la ONU esta semana. “Nuestra respuesta ha sido rápida y efectiva”, agregó. Pero en los bosques secos de Chiquitano, en el corazón de América del Sur, los pobladores no están de acuerdo. Los bomberos mal equipados de las unidades de voluntarios de Bolivia han renunciado a controlar algunos incendios y el comienzo temprano de la temporada de lluvias es la mejor esperanza para los abrumados gobiernos locales. En Santa Elena, un pueblo chiquitano de tres docenas de familias, los incendios han destruido cultivos de papaya, mandioca y arroz, y carbonizado los bosques donde cazaban. Sólo quedan pequeños grupos de hombres. “Esta es nuestra vida”, dijo Eduardo Roca, uno de los hombres que se han quedado. “¿Cómo podemos abandonar nuestros hogares?”, concluyó. Jamileth |
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