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El orgullo de ser humilde


2019-10-31

Por Benedict Carey, The New York Times

Los estudios encuentran que la humildad no es el más audaz de los rasgos de personalidad, pero es importante. Y, según los psicólogos, es muy difícil de fingir.

En su trabajo cotidiano, los psicólogos de investigación por lo general no necesitan gafas de protección, mucho menos un salacot o un látigo estilo Indiana Jones. No tienen que bajar a rapel y meterse a cuevas para descubrir pergaminos enterrados, ni deben recorrer el lecho marino dentro de submarinos esféricos, o calibrar gigantescos imanes subterráneos a la caza de partículas subatómicas fantasmales.

No obstante, los psicólogos en ocasiones desentierran los hábitos de civilizaciones perdidas. En un ensayo publicado en el número más reciente de Current Directions in Psychological Science, un equipo de investigadores analizó estudios sobre un rasgo humano que alguna vez fue generalizado y que estuvo “caracterizado por una capacidad de reconocer con precisión las propias limitaciones y capacidades, una postura interpersonal que está orientada hacia el otro y no hacia uno mismo”. La humildad.

“La investigación acerca de la humildad ha ido en aumento y a gran velocidad”, comentó Daryl Van Tongeren, un psicólogo del Hope College en Míchigan y autor principal del nuevo ensayo. “Era hora de actualizar a las personas y exponer incógnitas que orientaran investigaciones venideras”.

En una era que los futuros historiadores quizá no etiqueten de inmediato como “La era de las personas íntegras”, el estudio sobre la humildad equivale a una atrevida apuesta a lo contrario, como reducir el mercado del cannabis en California. Actualmente, la palabra “humble” en inglés se utiliza con tanta frecuencia como verbo en su acepción de humillar, que quien encarne su esencia más amable, el adjetivo, puede parecer que invita al troleo en línea, a la invisibilidad profesional o algo peor. Oscar Wilde escribió que antes de descubrir la humildad, pasó dos años tras las rejas experimentando “una angustia que lo hacía sollozar con fuerza” y “una tristeza a la que no lograba darle voz”… lo cual suena más como una derrota que como una victoria.

La humildad es una característica que casi acaba de llegar a la psicología social y de la personalidad, al menos como un rasgo o conducta que debe estudiarse de manera aislada.

Llegó como parte de un esfuerzo que inició en los años noventa para construir una psicología “positiva”: un entendimiento más completo de las cualidades de sostenimiento como el orgullo, la clemencia, la determinación y la alegría. Más recientemente, la humildad ha encontrado un punto de apoyo en la forma de medición más utilizada de los rasgos de la personalidad, el cuestionario de cinco factores. El rasgo ermitaño de la personalidad está llamando la atención y hasta ahora parece estar asimilándolo bien.

En una serie de experimentos, Elizabeth Krumrei Mancuso de la Universidad Pepperdine evaluó a un grupo de voluntarios en un aspecto que ella llamó humildad intelectual: la conciencia de cuán incompletos y falibles eran sus puntos de vista respecto a temas políticos y sociales. Descubrió que este tipo de humildad no estaba relacionado con el coeficiente intelectual ni la afiliación política, sino que estaba bastante relacionado con la curiosidad, la reflexión y la apertura de mente.

En otro estudio, que está en desarrollo, Krumrei Mancuso les pidió a 587 adultos que respondieran un cuestionario diseñado para medir sus niveles de humildad intelectual. Los participantes calificaron qué tanto coincidían con diferentes declaraciones, entre ellas: “Me siento menospreciado cuando otros discrepan conmigo en temas que son importantes para mí” y “La mayoría de las veces, otros tienen más cosas que aprender de mí que yo de ellos”. Quienes obtuvieron notas altas en el aspecto de la humildad (aunque no alardearon de ello) también obtuvieron notas bajas en reactivos relacionados con la polarización política e ideológica, ya sea que fueran conservadores o liberales.

Otra investigación reveló que las personas que obtienen notas altas en el aspecto de la humildad son menos agresivas y menos críticas hacia miembros de otros grupos religiosos que las personas menos humildes, incluso y en particular después de que sus propios puntos de vista se cuestionaban.

“Estos descubrimientos quizá explican el hecho de que no se puedan manipular con facilidad las opiniones de las personas que tienen una humildad intelectual alta”, afirmó Krumrei Mancuso. Agregó que los descubrimientos también podrían “ayudarnos a comprender cómo se puede asociar la humildad con mantener nuestras convicciones”.

En el nuevo ensayo del análisis, Van Tongeren y sus colaboradores propusieron varias explicaciones a la razón por la que la humildad, intelectual o de otro tipo, es un rasgo tan valioso de la personalidad. Tener un temperamento humilde puede ser fundamental para mantener una relación estable. También podría fomentar la salud mental en términos más generales, ofreciendo un recurso psicológico para sacudirse los resentimientos, afrontar los engaños con paciencia y perdonarse a uno mismo.

Van Tongeren aseveró que, ahora que la humildad está atrayendo la atención de los investigadores, han surgido ciertas interrogantes, por ejemplo, si esta se puede enseñar de alguna manera, o quizá integrarse a la psicoterapia. “Uno de los aspectos polémicos es que quienes están más abiertos y dispuestos a cultivar la humildad quizá son los que menos la necesitan”, afirmó. “Y viceversa: quienes más la necesitan podrían ser los más reticentes a cultivarla”.

Es probable que los terapeutas que tratan a pacientes con trastornos límite de la personalidad o de personalidad narcisista estén de acuerdo con esto; al igual que muchos de sus pacientes. Hoy en día, nadie ha investigado el lado oscuro de la humildad, a pesar de que se cree que demasiada humildad puede provocar un retraimiento social, baja autoestima y desconfianza excesiva. En la época actual de postureo y autopromoción en línea, Charlie Brown tendría que levantar la mano y gritar con un altavoz solo para hacerse presente.

Por ahora, y gracias a las recientes excavaciones de la psicología, quizá sea suficiente saber que él no sería el único, en lo que a temperamento se refiere. Entre el diez y el quince por ciento de los adultos obtiene notas altas en las mediciones de humildad, dependiendo de la escala de medición utilizada. Eso representa al menos a 25 millones de personas humildes solo en Estados Unidos.

¿Quién lo diría?


 



regina


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